Luis Hernández Navarro
¡Pinches güevones,
pinches indios! –gritó a los maestros democráticos un grupo de tepiteños,
mientras les lanzaban piedras, tubos y palos. Los docentes marchaban por el Eje
1 Norte rumbo a la Cámara de Diputados, el pasado 17 de octubre, exigiendo la
abrogación de la reforma educativa.
Esa
misma tarde, los comerciantes del barrio bravo de Tepito negaron su
participación en la agresión. Más aún, acusaron a personas ajenas a su colonia
de ser las responsables de esos actos.
¡Pinches
indios! es un epíteto racista y clasista que con frecuencia se lanza contra los
maestros que protestan en el valle de México. No es el único. Cada día, en las
redes sociales, programas de radio y televisión y columnas de diversos diarios,
se les insulta diciéndoles burros, nacos, prietos, borregos, acarreados,
halcones, fascistas, apestosos, costeños, secuestradores, delincuentes,
ladinos, gatos, terroristas, ladinos y lindezas por el estilo.
Las
agresiones en su contra vienen de todos lados. Haciéndose la graciosa, la
actriz y cantante Mariana Seoane advirtió en el programa Sabadazo:
Es una ofensa decirle maestro a alguien en este país. Y Sofía López, hija de Isidro López, alcalde panista electo de Saltillo, escribió en su Facebook:
Una hora y 10 minutos de tráfico #GraciasMaestrosBuenosParaNADA. Desde entonces es conocida como #LadySaltillo.
En
algunos sectores de la población existe un malestar genuino hacia los
trabajadores de la educación, porque sus protestas afectan su vida cotidiana.
Sin embargo, ese descontento ha sido amplificado y manipulado, difundiendo
información falsa sobre su lucha y sus propósitos.
Es
así como muchos de estos improperios no son hechos aislados, sino episodios de
una deliberada campaña de injurias contra los trabajadores de la educación, que
recuerda los peores momentos de la guerra fría. Por ejemplo, el 3 de octubre, un
periódico de circulación nacional informó a ocho columnas que un informe de la
PGR asociaba a la CNTE con la guerrilla del EPR. No le importó que desde mayo
de este año otro diario hubiera publicado sin pruebas lo mismo, ni que desde
esa fecha la coordinadora negara las imputaciones, al igual que lo hizo el EPR.
El 4 de octubre, la PGR descartó que existan vínculos entre el movimiento
magisterial y la guerrilla.
No se está investigando a la CNTE, afirmó el procurador Jesús Murillo Karam. Pese a ello, día tras día, la calumnia se difunde una y otra vez.
La
cruzada moral contra el magisterio no tiene límite. Apenas el pasado 30 de
octubre otro diario nacional presentó al maestro Germán Mendoza Nube como líder
del magisterio altamente radical,
con formación militar subversivay beneficiario del gobierno de Oaxaca. Curiosamente, Germán, egresado de la generación 1985 de la normal rural Luis Villarreal, de El Mexe, Hidalgo, fue salvajemente golpeado por elementos de la Agencia Estatal de Investigaciones de Oaxaca el pasado 3 de mayo.
El
peligroso subversivodebe utilizar una silla de ruedas. Quedó parapléjico en 1987, cuando fue brutalmente agredido por la policía por su trabajo de organización en comunidades chatinas. Estuvo 45 días incomunicado, bajo tortura y sin atención médica. Pasó dos años en la cárcel. En 2006, en plena lucha de la APPO, el gobernador Ulises Ruiz lo volvió a detener y lo envió al penal de Miahuatlán, sin los cuidados necesarios para que se atendiera de una severa diabetes.
El
profesor Germán no oculta sus convicciones políticas. Las ventila públicamente.
No se esconde. Él se asume como comunista y eso no es un delito. Pero ni él ni
su fuerza política conducen a los docentes oaxaqueños o a la CNTE, por más que
sean parte de su lucha. La coordinadora no está controlada por organización
alguna; acuerda sus acciones consultándolas con sus bases. Nadie, en lo
personal o como corriente, marca la línea del movimiento magisterial; el
movimiento se dirige a sí mismo.
Estas
calumnias no son acciones fortuitas. Son parte del clima de crispación
mediática fabricado contra el magisterio disidente para crear entre la opinión
pública una idea desfavorable hacia quienes se han opuesto a una reforma
educativa mal hecha y peor ejecutada, y propiciar un ambiente favorable a una
posible
soluciónrepresiva del conflicto.
Son
uno de los últimos eslabones de una cadena que Mexicanos Primero y el duopolio
televisivo comenzaron a forjar mucho antes de la aprobación de la reforma
educativa. Con la pretensión de asaltar la educación pública del país, los
organismos empresariales han inventado, durante los últimos años, una
caricatura de los maestros mexicanos sin relación alguna con la realidad.
Molesto
porque los docentes democráticos no permiten que la reforma educativa aterrice,
el gobierno federal ha hecho suya esta imagen deformada del magisterio.
Convencido de que las protestas de los profesores provienen de una deficiente
estrategia de comunicación, ha saturado televisión, radio y prensa escrita con
mensajes publicitarios en favor de la reforma, que generan más animadversión
que convencimiento.
El
asunto es mucho más sencillo: antes de la reforma, la inmensa mayoría de los docentes
aseguraba tener una gran estabilidad laboral y no le interesaba buscar empleo
en otro lado. Pero la reforma educativa modificó drásticamente esa percepción.
Hoy, su permanencia en el empleo y su inamovilidad se encuentran en entredicho
y ellos están en las calles para conservarlos.
La
nueva legislación educativa tiene como telón de fondo una caricatura de los
docentes. Y cientos de miles de docentes, que la juzgan inadmisible, han
reaccionado contra ella con energía y dignidad. Lejos de doblegarlos, la
cruzada moral en su contra, la falsificación de las raíces y razones de su
lucha y los agravios racistas y clasistas de los que son víctimas los convencen
de la necesidad de seguir adelante en defensa de su profesión y de la educación
pública.
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