De los
empresarios, amigos y operadores financieros de Javier Duarte, que hicieron
negocios millonarios en el gobierno del hoy gobernador prófugo, varios nombres
que salieron a relucir primero en las acusaciones del mandatario electo Miguel
Ángel Yunes y luego en las indagatorias oficiales de la PGR, son viejos
conocidos de Duarte desde la preparatoria que estudiaron juntos en la ciudad de
Córdoba. Moisés Mansur Cysneiros, Francisco García González y Jaime Porres
Fernández-Cavada formaban junto con Duarte de Ochoa un grupo de amigos donde el
único rico de abolengo era Porres, mientras los otros, incluido Javier Duarte,
eran de clase media baja y terminaron millonarios cuando el gordito del grupo
llegó al poder.
Aunque en denuncias y publicaciones los igualan, políticos de
Córdoba que los conocen desde jóvenes aclaran que siempre hubo niveles: Porres
era hijo de españoles avecindados en Veracruz y ya tenían ingenios azucareros
en el estado cuando su amigo de la prepa llegó a la gubernatura. Incluso,
Porres, al ser el “junior”, era el único con carro y en varias ocasiones bajaba
a gritos de su automóvil a Javier, quien era objeto de burlas de su amigo rico.
Pero eso cambió cuando Duarte se hizo del poder: entonces Jaime Porres se
convirtió en el “inversionista” del grupo, y con el dinero que ya tenía amplió
sus negocios e inversiones en el estado, mientras Cysneiros y Francisco Frankie García
se volvían “operadores financieros” y prestanombres del mandatario.
Los tres estaban siempre cerca del gobernador, pero también de su
esposa Karime Macías, considerada “el poder tras el trono”. Mansur, por
ejemplo, operó la compra de ranchos como el de Valle de Bravo y de varias
propiedades más, como un edificio en Las Lomas de la Ciudad de México, que
heredaba en su testamento a Duarte. Frankie,
mientras tanto era hermano de Mariano González, uno de los dos enviados de
Javier Duarte detenidos en el aeropuerto de Toluca en enero de 2012 con maletas
que portaban 25 millones de pesos en efectivo. Francisco era compadre de Duarte
y yerno de Enrique Molina, el empresario azucarero, y fue conocido en Veracruz
por quebrar tres ingenios que después fueron “rescatados” por el gobierno con
la intermediación de Duarte.
Según el
periodista de Córdoba, Aurelio Contreras Moreno, la relación entre los “cuatro
amigos cordobeses” era tan estrecha y de tanta comunicación que tenían un chat
en sus teléfonos Blackberry al que titularon “Bastardos sin Gloria”, como la
película de Quentin Tarantino. A través de ese chat privado se comunicaban y
hablaban de sus negocios, reuniones y actividades sociales. Era común, por
ejemplo, ver a Jaime Porres inaugurar sus inversiones en el estado —como la
concesionaria Suzuki de Xalapa en 2014— acompañado de su amigo el gobernador.
En ese evento Duarte puso a Jaime y a su hermano Álvaro como ejemplo de
“empresarios comprometidos con la innovación”.
Hoy
ninguno de los tres quiere saber de su amigo prófugo de la prepa y reniegan de
la cercana relación política y financiera que tuvieron. Un publirrelacionista
de Porres, afirmó a esta columna que “Jaime ya era un empresario importante y
con mucho dinero, antes del gobierno de Duarte”. Que su familia es originaria
de Santander, España, por lo que el joven Porres sí tiene allá propiedades y
casas, como la que se afirma que estrenó el verano pasado, y que los negocios
de la familia “ya eran exitosos” mucho antes de la gubernatura de Duarte.
Hoy los
cuatro amigos cordobeses andan por rumbos distintos. A Porres se le ve más en
Santander, cuidando negocios de su familia; Moisés Mansur se dice que está en
Paraguay protegido tras declarar contra Duarte en la PGR, al igual que
Francisco González de quien no se sabe mucho ahora. Y el cuarto cordobés,
Duarte, se sabe que huyó “hacia el sur” según informes federales que lo ubican
en Centroamérica, aunque ayer el padre Solalinde afirmaba que está en un rancho
de Chiapas, cerca de Villa Flores, a unos 150 kilómetros de Tuxtla Gutiérrez.
NOTAS
INDISCRETAS… Varios comunicadores priístas aún se
preguntan por qué el presidente de su partido nombró a un ex comunicador
perredista, como Jorge Alberto Pérez Zamudio, secretario de Comunicación del
CEN. Pérez Zamudio venía de ser vocero en la CFE con Ochoa Reza y también fue
liquidado con 418 mil pesos por menos de un año de trabajo al renunciar; pero
antes trabajó como vocero de los diputados del PRD en la LX Legislatura y luego
fue particular y también vocero de la perredista Leticia Quezada en la
delegación Magdalena Contreras. Si algún partido tiene comunicadores militantes
de hueso colorado es el PRI. Entonces ¿por qué Ochoa prefirió a un ex
perredista?... Los dados mandan Serpiente. Mal tiro.
Autor de la columna “Serpientes y Escaleras”, Salvador García Soto es uno de los periodistas críticos con amplia presencia en los medios impresos y electrónicos de México.
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