En el
marco de 111 años de la masacre perpetrada contra obreros de Río Blanco
Veracruz en 1906, como pueblo trabajador mantenemos en la memoria aquel suceso
tristemente célebre de la historia de nuestro país. Acontecimiento de represión
política que expresó la brutalidad de la dictadura porfirista; violencia contra
el pueblo que no difiere mucho a la actual que emana de los gobiernos
neoliberales.
Desde la historia oficial la masacre
de Río Blanco es un acontecimiento que quedó en el pasado, al que sólo hay que
rememorar para remover los escombros de regímenes totalitarios, no obstante,
para el pueblo que diariamente nos debatimos en la pobreza y en las filas del
pauperismo, expresa la política de los gobiernos que periódicamente se suceden
bajo la política neoliberal, sostenidos mediante todo el aparato represivo.
No es casualidad que a Veracruz se le
considere como la gran fosa común, la más grande del país de la historia
reciente. De ese tamaño es la magnitud de los crímenes de Estado cometidos en
esta entidad, de ese tamaño es la lista de personas ejecutadas
extrajudicialmente y detenidas desaparecidas de manera forzada, de esa
dimensión es el terrorismo de Estado, a esta violencia hay que sumar las
muertes por hambre, miseria y la desigualdad social.
La corrupción que asola a la entidad
es la cortina de humo con la cual intentan encubrir el verdadero rostro
represivo y antipopular de los gobiernos estatal y federal, principalmente en
los corredores industriales donde el capital trasnacional pretende imponer sus
condiciones expoliadoras al pueblo trabajador.
Los cientos de cuerpos que subyacen en
la gran fosa clandestina veracruzana son el fiel testimonio de los ríos de
sangre que corren por todo el estado; restos humanos que desnudan lo profundo
de la violencia de clase con la que se intenta imponer la voluntad de una
minoría.
Veracruz no es la excepción, es la
regla que se formula en todo el territorio nacional con la política del
terrorismo de Estado, cientos de crímenes de lesa humanidad se suman diariamente
a la de por sí enorme lista testimonial de esta realidad lacerante. En cada
cuerpo exhumado se objetiva una víctima del pueblo, en quien se identifica a un
hermano de clase, independientemente del sector o actividad productiva que lo
represente.
En cada resto mortal que emerge, en
cada cuerpo que aún subyace en algún paraje del estado, expresan dos crímenes
que lesionan de manera exorbitante la dignidad humana: la desaparición forzada
y la ejecución extrajudicial; dos flagelos represivos que laceran a las masas
trabajadoras.
En todo el territorio nacional en
general, en la entidad veracruzana en particular, podemos encontrar la
sistematicidad de cómo se ejecuta la violencia de clase. Desde la represión
franca y abierta, hasta métodos más sutiles, pero no por eso menos nefastos. En
su conjunto expresan la dictadura del capital, que hoy refuerza los grilletes
de la explotación económica y opresión política.
Río Blanco no es un suceso al que hay
que rememorar pasivamente, es ante todo un hecho socio-histórico al que debemos
referirnos en tiempo y espacio, fue la crítica de la clase obrera contra la
dictadura de Porfirio Díaz, que brindaba todo tipo de protección y garantías a
los capitales extranjeros; es parte de la memoria histórica de la lucha de los
oprimidos y explotados contra el capital.
Paralelo al fenómeno social que se
padece en el estado, se suma el incremento a los precios de la gasolina
mediante un decreto gubernamental, es un mecanismo más del régimen neoliberal y
parte de las medidas anticrisis, cuyos efectos más deplorables para las masas
trabajadoras son mucho más evidentes, de lo que se desprende que el costo
de la crisis es pasada total y únicamente a la espalda de los trabajadores.
Resultan hipócritas los llamados de
los políticos de oficio a “luchar” contra este antipopular incremento,
personeros del régimen que mientras estuvieron en sus curules, avalaron
complacientemente las reformas neoliberales y hoy cínicamente se dan golpes de
pecho para darse baños de pureza en “defensa” de los intereses del pueblo.
Una verdad está en el aire, no es
desde las instituciones del gobierno antipopular y sus representantes donde se
hará respetar la voluntad de todo el pueblo, desde ellos sólo se pueden esperar
más represión, miseria y muerte.
La solución emana del pueblo
trabajador. Esta realidad exige de todo el movimiento popular desarrollar
mejores métodos de organización y lucha, aprender de las luchas del pasado para
comprender las necesidades a las que nos enfrentamos en el presente.
Hoy como ayer, son las acciones
políticas de masas con claros objetivos de clase, los que podrán hacer frente
al terrorismo de Estado. Es con acciones políticas de masas y combatividad como
se enfrenta la política antipopular que profundiza la desigualdad
socioeconómica.
¡ESTA FECHA NO SE OLVIDA, ES DE LUCHA
COMBATIVA!
¡ALTO
AL TERRORISMO DE ESTADO!
¡POR
LA UNIDAD OBRERO CAMPESINO Y POPULAR!
FRENTE
NACIONAL DE LUCHA POR EL SOCIALISMO
Sáb 07/01, 10:20 COMUYNICADO DEL TINAM-FNLS
No hay comentarios:
Publicar un comentario