El miércoles
4 de enero será recordado por la manera en que la población de la
Ciudad de México y varios municipios conurbanos fueron presas del pánico gracias
a los mensajes que se compartieron a través de las redes sociales,
en el marco de las protestas en contra del aumento a los precios de las
gasolinas.
Si estás herramientas
de comunicación han servido para estar en contacto con amigos y
familiares, lo mismo que para convocar a protestas como la que mencionamos al
inicio de esta nota, lo del pasado miércoles nos demostró que también pueden
ser instrumentos para generar miedo, pues la manera en que se
difundieron los mensajes que alertaban acerca de saqueos, versiones de
golpes de Estado e, incluso, violencia en contra de las personas que
circularan por la calles da para pensar en una estrategia premeditada. El
objetivo, de acuerdo a periodistas y usuarios de redes, se puede inscribir en
el control social, algunos aludieron a la “doctrina del shock“, aunque
quedó claro que la presencia de las personas en las calles fue inhibida por
estos envíos a través de las redes sociales.
El audio que
presentamos a continuación es una muestra de lo que se difundió en redes,
alertando sobre un supuesto intento de golpe de Estado:
Este otro audio es un supuesto policía -por las palabras que dice- quien en su testimonio asegura que tiene orden de disparar en la calle vestido de civil.
El día 4 de enero
comenzó como se había anunciado, con marchas y bloqueos para
protestar por el alza en el precio de la gasolina. La ira social estaba lista
para quejarse por lo que se consideraba unabuso del gobierno. Poco después del
mediodía, el Presidente Enrique Peña Nieto, en su primer
mensaje del año, anunciaba cambios en su gabinete –destacando la llegada
de Luis Videgaray a Relaciones
Exteriores–, además de referirse a la molestia de la
población por el incremento al precio de la gasolina.
De inmediato,
en redes sociales se empezó a
cuestionar el contenido del mensaje presidencial. Algunos opinaron que no
aclaró las dudas, otros que no corrigió los graves problemas que tiene en materia de comunicación social, en tanto que unos
más se sintieron decepcionados porque no se ofrecieron argumentos suficientes y
convincentes. Para muchos usuarios, no estuvo a la
altura de las expectativas.
Un par de horas
después se desataría la histeria colectiva. A través de Whatsapp, empezaban a llegar a los teléfonos celulares de muchos ciudadanos
mensajes alertando de saqueos en tiendas de
autoservicio, seguidas por llamadas de familiares que preguntaban por la seguridad de quién contestaba.
Quizá para mucha
gente el enojo se mantuvo, pero ahora por la burla de
que fueron objetos con tantas falsedades.
Cabe aclarar que sí
hubo saqueos, personas detenidas y actos de vandalismo, pero no en el
número y la gravedad que reportaron muchos usuarios de redes sociales.
Esto nos debe
llevar a varias reflexiones. En primer lugar, a lo fácil que se
puede crear un ambiente de temor gracias a las redes sociales,
lección que debemos aprender de cara a los futuros procesos electorales.
Segundo, que alguien estuvo interesado en provocar un clima de pánico en el
marco de las protestas en contra del gasolinazo, como forma de
inhibir la protesta, como distractor o quizá con otros fines.
Tercero, que los medios, en un buen número, colaboraron en esta labor, al
servir de caja de resonancia de lo que usuarios presentaban en redes –y tomarlas
como fuentes confiables, cuando debe haber una labor de
comprobación–. Cuarto, que la presencia de las redes sociales en
nuestra sociedad es una realidad que debemos comprender para enfocarnos a darle
usos más positivos.
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