Juan Antonio Valencia
Cuando el gobernador de Veracruz, Javier Duarte Ochoa, dijo en un desayuno, que buscaría un mayor acercamiento con la prensa en el estado, nadie se imaginó que tan cerca sería ese acercamiento, o que tanto sería tantito.
Y no pasó mucho tiempo. La detención anticonstitucional y la tortura que sufrió nuestro compañero periodista en Orizaba, Felipe Madrigal Rodríguez, es una muestra de ese “acercamiento” de que tanto hablaba el gobernador.
El acercamiento fue bastante severo, pues el comunicador recibió una verdadera golpiza, a manos de los garantes de la seguridad en Orizaba, la policía municipal. Esta situación deja entrever como el gobierno del estado, sigue viendo a los periodistas de Veracruz, como sus más acérrimos enemigos.
Ya con anterioridad el secretario de “seguridad” Arturo Bermudez Zurita, expresó públicamente su repudio a la prensa en Veracruz, al tratarlos de“pinches medios”. El 5 de febrero fue secuestrado en Coatzacoalcos, Gregorio Jiménez de la Cruz, y días más tarde encontrado en una fosa clandestina.
Fue el propio gobernador, quien desestimó la labor periodística del comunicador, como móvil, en una franca falta de respeto a la prensa. Para reivindicarse, despidió al procurador Amadeo Flores y a la vocera Gina Domínguez, y celebró los cambios.
Poco después organizó un desayuno de “acercamiento” con la prensa y prometió que esto lo haría cotidiano. Esperemos que esto no ocurra, porque entonces, cada semana tendremos agresiones para quienes integran el gremio periodístico.
Para colmo de males, Alberto Silva Ramos director de comunicación social del gobierno del estado, debutó con el pie izquierdo, al criminalizar, al periodista Felipe Madrigal Rodríguez, señalando en su boletín, que el agresor fue el comunicador, y sentenció fue quien agredió a la indefensa policía municipal de Orizaba.
Silva Ramos, tenía razón cuando declaró que la prensa no era ningún problema, pues con un discurso por medio del boletín, resolvió que el responsable era el periodista.
La verdad se le debe creer, cuando dijo, también que se había sacado la rifa del tigre. Esos son los resultados que se tienen cuando alguien se saca un tigre en la rifa, y no sabe qué hacer cuando este empieza a rugir.
Y ya se vio, los cambios no están funcionando. Cuando la cabeza anda mal, las extremidades tienen que fallar. Mientras el enfermo no reconozca que esta grave, va a ser imposible que se pueda curar y restablecer. Lo malo es que faltan dos años más, da tiempo de adquirir un seguro de vida.
fuente: plumas libres
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