20 de agosto de 2013

LA RIQUEZA MAL HABIDA DE RAÚL SALINAS

El amplio archivo que integró la PGR en contra de Raúl Salinas de Gortari –y que deberá defender en el proceso de apelación de la sentencia que exoneró al ingeniero y a sus cómplices– da cuenta puntual de cómo se fraguó y operó el multimillonario fraude a las finanzas públicas. El año 1991 marcó un punto fundamental en esa historia de peculado, que involucró prestanombres, más de un centenar de cuentas bancarias en México y el extranjero, una decena de empresas y más de 40 bienes inmuebles. El complejo esquema financiero y empresarial fue ideado explícitamente por dos abogados para ocultar que el  origen de la fortuna es el erario nacional. En breve, el hermano incómodo del expresidente Carlos podría recuperar cada centavo y propiedad

 
 
En las próximas semanas, la Procuraduría General de la República (PGR) deberá defender ante la justicia federal las múltiples pruebas que presentó en contra de Raúl Salinas de Gortari, a quien aún señala de incurrir en presuntos delitos de peculado y lavado de dinero. Si el Estado pierde este caso, tanto Raúl como sus dos principales prestanombres –Juan Manuel Gómez Gutiérrez y Jesús Gómez Portugal Montenegro– legalizarán una fortuna que supera los 2 mil millones de pesos extraídos del erario, que hasta ahora se mantenía congelada por orden judicial. También les serán devueltas decenas de propiedades y empresas.
 
Además del esquema concebido para lavar el dinero que el llamado hermano incómodo extrajo del presupuesto público durante el gobierno de Carlos Salinas (1988-1994), en los archivos de la Procuraduría se da cuenta de la historia de uno de los fraudes más relevantes urdidos contra las finanzas públicas de México desde la Residencia Oficial de Los Pinos.
 
Entre las evidencias que aún sostiene el Ministerio Público contra el ingeniero, están la apertura de más de 100 cuentas bancarias en México y el extranjero, la constitución de una decena de empresas, la compra-venta de bienes inmuebles, la intensa participación de “socios” reales y ficticios y los beneficios entregados a familiares, entre los que destacan la madre (Margarita de Gortari de Salinas) y la exesposa (Cecilia Occelli) del expresidente de la República, Carlos Salinas de Gortari.
 
También las decenas de pruebas del origen del capital: cheques, transferencias y diversos movimientos financieros hechos con dinero público, no sólo de la partida secreta, sino de las paraestatales Conasupo (Compañía Nacional de Subsistencias Populares) y Diconsa (Distribuidora Conasupo) y del Programa Nacional Solidaridad, donde Raúl Salinas se desempeñó como servidor público durante los gobiernos de Miguel de la Madrid y de su hermano Carlos.
 

La historia del fraude

 
Un año antes de las elecciones presidenciales, Raúl Salinas de Gortari empezó a configurar el que sería a la postre su esquema de lavado de dinero. En 1987 –cuando su hermano Carlos ya había sido postulado por el Partido Revolucionario Institucional como candidato a la Presidencia de la República–, el ingeniero ordenó a su “socio” Juan Manuel Gómez Gutiérrez que constituyera una compañía inmobiliaria para adquirir unos bienes inmuebles por cuenta de él y de su familia.
 
Entonces se creó Inmoprodesa. El administrador único fue Gómez Gutiérrez. La compañía funcionó en el tiempo de gloria de los Salinas: de 1987 a 1994, año en el que fue liquidada. En 1987 también se constituyó la empresa Agropecuaria Mendocinas, S de RL, con el objeto de adquirir un rancho, también llamado así y ubicado en Puebla.
 
Ya instalado en el poder presidencial Carlos Salinas, su hermano comenzó una activa participación en bancos de México y el extranjero con la cobertura y complicidad de los sistemas financieros. Así, en 1989 y por instrucciones de Raúl Salinas, se abrió una cuenta en Banco del Atlántico a nombre de Juan Manuel Gómez Gutiérrez, donde se efectuaron depósitos en efectivo y cheques de caja entregados por el propio Raúl.
 
Este último instruía cómo se gastaban o invertían los recursos: pago de prediales, gastos de su casa, depósitos mensuales a Ana María Pasalagua (exesposa de Raúl), entregas mensuales a su madre (Margarita de Gortari de Salinas), entregas a la licenciada Ofelia Calvo (secretaria de Raúl), transferencias a Gladys Franco, pagos de impuestos, compra de cheques de viajero. Identificada con el folio 16-70837-3, la cuenta tuvo movimiento hasta julio de 1991.
 
En 1989, y por instrucciones de Raúl, Gómez Gutiérrez abrió otras cuentas en Banca Cremi. En éstas se depositaban, en su mayor parte, cheques de caja que entregaban tanto Raúl como Justo Ceja, entonces secretario particular del expresidente de México. 
Según la relatoría de las autoridades, la totalidad de los recursos entregados por Ceja fue destinada a las inmobiliarias Inmoprodesa y Ébano (constituida en 1992 por el principal prestanombres de Raúl: Gómez Gutiérrez). Se presume que en este caso el dinero habría provenido de la llamada partida secretapor órdenes del propio Carlos Salinas de Gortari.
 
En esa misma época se constituyó la empresa Carloma, SA, dueña oficial de la residencia que habitaba Raúl y su familia, ubicada en Monte Cáucaso, colonia Lomas de Chapultepec, en el Distrito Federal.
 
En una de esas cuentas se depositaban los importes por rentas cobradas por Cecilia Occelli, exesposa del entonces presidente de México. En otra de esas cuentas se controlaban los recursos que Raúl destinaba para el rancho Mendocinas. Cada semana se traspasaban recursos a otra cuenta abierta a nombre de Gómez Gutiérrez, en Banca Somex, para de ahí girar a una cuenta a nombre de Francisco Téllez Guzmán (administrador del rancho), también abierta en Banca Somex, en San Martín Texmelucan, Puebla.
 
Conforme se acercaba el cierre del sexenio, Raúl buscaba un velo legal para sus operaciones multimillonarias. Por ello, a mediados de 1991 solicitó cancelar todas las cuentas bancarias con las que se controlaban sus recursos y abrir una nueva. A diferencia de las anteriores, ésta se creó en Banca Cremi, bajo los nombres ficticios de Rolando Gutiérrez Rovira (cuya firma inventó Juan Manuel Gómez Gutiérrez) y Juan José González Cadenas (segundo apoderado y cuya firma ideó el propio Raúl).
 
La complicidad del banco propiedad de Carlos Cabal Peniche llegó a tal punto, que los comprobantes de domicilio utilizados para esa cuenta fueron los mismos de la institución financiera. Ni siquiera fue necesario que los prestanombres (que además eran ficticios) aportaran documento alguno para abrirla; aunado a ello, el depósito proveniente de una decena de cuentas bancarias figuró como efectivo, con el claro objetivo de no ligar las cuentas canceladas con la nueva.

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