del Partido de la Revolución Democrática, Jesús Zambrano Grijalva, y de la entonces lideresa interina del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Cristina Díaz Salazar, además del titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), Emilio Chuayffet Chemor, lanzara la primera gran iniciativa de su sexenio: la Reforma Educativa.
Ese día quedó claro que uno de los objetivos centrales en esa propuesta era restarle poder a la entonces lideresa del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE), Elba Esther Gordillo Morales.
Todos los discursos de esa presentación insistieron en la necesidad de que las plazas de los maestros no estuvieran sujetas a “caprichos o intereses particulares”, entre otras consignas contra “La Maestra”, quien fue arrestada el 26 de febrero pasado por presunto desvío de recursos del SNTE.
Esta medida, que ganó aplausos a la administración de Peña Nieto dentro y fuera del país, reforzó la percepción de que la Reforma Educativa era imparable, que había saltado gran parte de los obstáculos y que el gobierno del mexiquense se había montado ya en caballo de hacienda.
Pero a más de ocho meses de aquel 11 de diciembre de 2012, cuando EPN envió al Congreso su propuesta para modificar la estructura de la educación en México, la situación se ha enturbiado de tal forma que analistas políticos prevén que esa primera reforma del sexenio será la última emanada por el Pacto por México.
A su juicio, estas dos últimas semanas de protestas en la capital del país por parte de los maestros integrantes de la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE), muestran que el gobierno y los legisladores, cuyos partidos son integrantes del Pacto por México, han mostrado que no hay voluntad política para negociar y menos para armar consensos, pero tampoco la hay para responsabilizarse por los daños y, al final, el objetivo de cuidar la imagen de sus partidos y no salir raspados de esta propuesta fallida puede ser la causa que fracture el acuerdo.
El 11 de diciembre, en su discurso en el Museo Nacional de Antropología, Peña Nieto destacó que la iniciativa era “producto del consenso de las fuerzas políticas representadas en el Pacto, y no suple, de ningún modo, el proceso legislativo contemplado en nuestro orden constitucional”. También insistió: “El hecho de que la presentemos de manera conjunta implica que el diálogo es clave”.
Pero al parecer, ni el gobierno federal ni los legisladores han podido establecer el diálogo. Y ya no se diga con los maestros disidentes, sino entre ellos mismos.
No. Nadie defiende las formas en que la CNTE ha venido a protestar a la Ciudad de México, por los daños y perjuicios que ha causado en estas casi dos semanas a millones de capitalinos. Pero es innegable que los partidos, todos, desestimaron sus propuestas, que son las de los profesores de las zonas más marginadas del país, y se rehusaron al diálogo para convertir la Reforma Educativa en un fin unilateral.
Peor aún, los líderes de las bancadas del PAN y el PRD tampoco han escuchado a sus propios militantes, inconformes con los acuerdos que sus dirigencias pactaron con el gobierno federal en el marco del Pacto.
Y la cereza del pastel la ha puesto la propia administración peñanietista.
Luis Miranda Nava, subsecretario de Gobierno de la Secretaría de Gobernación (Segob) se reunió el viernes de la semana pasada con una comisión de la CNTE para “construir el diálogo” sobre el reclamo principal de los maestros: la Ley del Servicio Profesional Docente, que está aún en vilo.
Sin embargo, un día después, el sábado 24 de agosto, el propio titular de la Segob, Miguel Ángel Osorio Chong, lanzó un últimátum que dio al traste con el avance obtenido horas antes: “La paciencia tiene un límite”, dijo. “Aquellos que piensan que la impunidad va a ser la divisa en cuanto a las acciones de los profesores están equivocados. No lo vamos a permitir”, insistió.
Todos estos factores muestran que la Reforma Educativa estuvo mal planteada de origen y estuvo peor aún el proceso de su negociación. Y aunque haya muchas voces en los medios de comunicación que exigen castigar con mano dura las protestas de la CNTE, lo cierto es que, de entrada, los culpables de todo este desastre son los “operadores” políticos que plantearon esta reforma sin consensos. La razón es que no se utilizó la principal herramienta que tiene cualquier gobierno para convencer y generar acuerdos: la de la política. Fuente: Sin embargo.
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