Eduardo de la Torre Jaramillo
“Las
sociedades hispanas repartidas en el vasto mapa cultural, no sólo ha encontrado
en el tribalismo la metáfora de su contemporaneidad, sino que han podido
describir por medio de ésta dinámica arcaica del tribalismo, es decir su
dimensión fundamental y primera” Michel Mafessoli
Los mexicanos podemos aguantar
cualquier crisis política, por lo que puedo citarlos siguientes años: 1968
(movimiento estudiantil, quizá el único movimiento que aspiraba a ser moderno
en aquel contexto histórico), 1971 (halconazo), 1976 (elección presidencial sin
candidatos de la oposición), 1988 (fraude electoral), 1994 (irrupción del EZLN,
asesinatos de Luis Donaldo Colosio y José Francisco Ruiz Massieu), 2006
(polarización política); hoy con el regreso del PRI (los que sabían gobernar y
banalmente afirman “a qué sabe el triunfo”) están provocando una crisis de
gobernabilidad dada por su ausencia de estrategia para aplicar las reformas en
materia: educativa, energética y el intento de regresión en materia de
transparencia; en la cual no basta su propaganda en televisión para convencer.
En primer lugar para
modernizar a un país se necesita un mínimo de 40 o 50 años, tal y como sucedió
en Europa, además de un proyecto de nación, un equipo altamente cualificado,
conocer al país, incluir a la sociedad e insertarse al sistema-mundo; y esto no
lo veo hoy y a diferencia de la época de Carlos Salinas, quien tuvo al mejor
gabinete de la historia de este país, a pesar de todas las críticas que le
podamos hacer; por ejemplo que impulsó una incipiente modernización sin
sociedad. A diferencia del momento actual,
en el intento de implementar el Pacto por México, donde están todas las
posibles reformas, las cuales dicho sea de paso no se pueden implementar con
dinosaurios, bebesaurios regionales, conversas de izquierda, y lo peor sin
consultar a la población que sea mayor de edad.
Es pertinente comentar que no
es lo mismo que el Congreso de la Unión no sesione en su recinto por una crisis
política como la de 2006 a la que estamos observando en 2013 por motivos
sociales, como lo es el tema educativo, donde los maestros de la Coordinadora
Nacional de Educación y sus miembros de los estados de Guerrero y Oaxaca
muestran esa movilización para evitar la reforma educativa, la cual hasta el
día de ayer no se discutió la iniciativa de la Ley de Servicio Profesional
Docente. Aquel grupo es parte de la “pedacería social” que se irá manifestando
públicamente, como seguramente se empatará en los próximos días con el tema
energético.
Por otra parte, hay que decir
que la sociedad mexicana ya no se moviliza para defender un resultado
electoral, esto porque para aquella “todos los partidos son iguales”, además de
que les molesta los excesos de su corrupción que han evidenciado aalgunos de
los políticos que militan en la oposición; parte de estos hechos han provocado
que ahora los que están en edad de votar digan esa patética frase “para que
voto, si va a ganar el PRI”, es una frase que cada día la escuchó con más frecuencia
y que nos regresa políticamente a antes de 1988, éste año fue emblemático porque
el voto se convirtió en un valor político per
se, hoy aquella expresión anuncia que los mexicanos no pudimos y no
quisimos acceder a la modernidad, somos una “sociedad derrotada”, éste concepto
lo usé hace dos días en una mesa temática en el puerto de Veracruz para abordar
la elección de este año en Veracruz.
Retomando la expresión anterior
sobre la “sociedad derrotada”, al estar hurgando sobre este tema, me topé con
un magnífico libro de Sergio Zermeño que lleva por título “la sociedad
derrotada”, por cierto que vio la luz en 1996, el cual considero que hay que
releerlo y por supuesto citarlo para entender nuestra condición actual, su
estudio abarcó el periodo de 1982 a 1996; aquel investigador observó a un país
“roto” y que la situación social era el “desorden mexicano del fin de siglo”,
que por supuesto heredamos en el siglo XXI; y que la apatía y el desánimo eran
“actos destructivos y no constructivos de institucionalidad”, es algo que presenciamos
en las elecciones en 14 entidades federativas, donde el fenómeno más evidente fue
la abstención (excepto Veracruz, cuyo exdirigente afirmó que había votado el
60%; ¡vaya viaje!), por eso el autor proponía: “evaluar con todo cuidado las
verdaderas potencialidades de la sociedad civil”.
Finalmente, México al
fracasar su proyecto de modernidad accede al “tiempo de las tribus”, fenómeno
que vemos en los partidos políticos, en los ya establecidos como el PRD, PAN y
PRI; y los que se están formando, como Morena; ahora los maestros, y
seguramente con otros trabajadores, o los microgrupos que se desdoblarán de la
plaza pública hacia las calles defendiendo sus tradiciones y/o privilegios
(heredar las plazas como factor no meritocrático o la defensa de los jeques
petroleros, perdón los líderes sindicales donde argumentan con las falacias de
que “el petróleo es de los mexicanos”), espacio donde se definirá el freno o la
reducción de las reformas; inclusive el debate de fondo es que están en contra
de un elemento de la modernidad: que fue la tan criticada idea de progreso.
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