Marchan en silencio por desaparecidos y muertos en Veracruz.
Foto: Rubén Espinosa
Foto: Rubén Espinosa
XALAPA, Ver. (apro).- Un centenar de veladoras fueron encendidas en la Plaza Lerdo a manera de representación de varios secuestrados, decenas de desaparecidos, cientos de muertos y ejecutados en el sexenio por expirar de Felipe Calderón y en lo que va del gobierno de Javier Duarte de Ochoa en la entidad.
Es el ritual por los desaparecidos y muertos en Veracruz, ceremonia en la noche del Día de Muertos, en donde cada uno de los dolientes, activistas, periodistas y colectivos visten de negro en señal de luto, pero con la cara pintada de blanco, como exigiendo, suplicando paz.
Ahí, a un lado de la ceremonia, un enorme rectángulo enmarca un altar fúnebre a ras de suelo, y una “cama” de flor de cempasúchil lo vuelve vistoso de obligada atención. Unos panes de muerto lo afianzan al suelo. Finalmente, una docena de cruces color café forman un cerco.
Casi en la esquinita se encuentra la cruz en memoria de Regina Martínez, corresponsal de Proceso asesinada el 27 de julio pasado; a su lado, se levanta la de Ernestina Ascencio, indígena muerta a manos de militares, aunque para el gobierno federal su deceso se debió a una “gastroenteritis aguda”.
Una danza del Totonacapan da el banderazo de salida para la marcha, que recorrerá las calles de Juan de la Luz Enríquez, el Viaducto, Zaragoza, Hidalgo, Carrillo Puerto y culminará en el Parque Juárez.
Movilización en penumbras, con las velas casi pegadas al pecho en señal de esperanza, con el ramo de cempasúchil agarrado con fuerza para honrar y cobijar al difunto, al desaparecido.
Ahí en la Plaza Lerdo, en un acto contra la ignominia y la impunidad, los manifestantes dejaron bordados en tela para el gobierno local y federal. Cada servilleta blanca representa un recuerdo de alguien que no debió morir.
Ahí quedó la de Regina Martínez, “periodista asesinada el 28 de abril del 2012, a sus 49 años” –se lee en el pedazo de tela–; también está la de Fouad Hakim e Irene Martínez, el empresario y la hija de una escritora acribillados a balazos el 9 de junio de 2010.
Otras llevan las siguientes leyendas: “Yuzet Pérez lanzada por un puente el 20 de septiembre del 2011”, “Desconocido, la víctima con las manos amarradas y un tiro en la nuca fue aventado en la maleza en Las Choapas”.
Al momento de comenzar la marcha suman 27 servilletas bordadas y se siguen contando y acumulando…
Sobre las escalinatas de catedral una enorme cartulina recuerda: “¿Por qué estamos aquí? Por los muertos y vivos sedientos de justicia, por la desigualdad a cuestas, Dios os pedirá la cuenta”.
Cuando el ritual totonaco ha aparcado en el Parque Juárez, el viento ha levantado sobre la catedral un papel de estraza de considerables proporciones; la papeleta contiene saludos y reproches directos al presidente Calderón.
“Esta ofrenda es en memoria a los muertos que han caído inocentemente a causa de la absurda y estúpida guerra del genocida, Felipe Calderón”.
La marcha ha terminando, en silencio, los peregrinos regresan a sus casas; las ánimas, con una sonrisa en el rostro, vuelven al camposanto. Su recuerdo sigue vivo.
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