Aurelio Contreras Moreno
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
El Partido Revolucionario Institucional llega al proceso electoral federal de
este año en medio de una profunda división provocada por el autoritarismo del
grupo enquistado en el poder en Veracruz.
El duartismo gobernante ha pasado por encima de todos los grupos priistas para
hacer su voluntad, rompiendo con la ortodoxia de este partido en la que, para
que prevalezca la unidad y la disciplina, se tienen que repartir los espacios y
parcelas de poder.
Pero el engolosinamiento de los duartistas-fidelistas los hizo perder el piso y
con tremenda soberbia, han lastimado a todos los demás grupos en el estado,
marginándolos de candidaturas y espacios dentro de la estructura gubernamental,
y afectando premeditadamente los intereses de quienes aspiran legítimamente a
un recambio en las estructuras de poder público.
Esto necesariamente tendrá consecuencias para el PRI y sus candidatos en los
comicios del próximo 7 de julio, en los que se renovará la Cámara de Diputados
federal y se someterá a una especie de referéndum el retorno del PRI a la
Presidencia de la República.
Porque aun cuando la caballada pinta muy flaca en los partidos de oposición, el
malestar existente dentro del propio PRI contra el duartismo-fidelismo hará que
varios de los virtuales candidatos a las diputaciones federales estén en un
serio peligro de perder en sus distritos.
Por ejemplo, aunque Elizabeth Morales es en teoría una de las cartas más
fuertes que lanzará el PRI a hacer campaña, su paso por la alcaldía de Xalapa
la desgastó sobremanera, tanto así que en un principio se resistió a ser
postulada. Además, cuenta con la antipatía de los tres ex presidentes
municipales anteriores de la capital del estado, quienes o no la apoyarán, como
es el caso de Ricardo Ahued y David Velasco, o de plano le jugarán las contras
para pagarle con la misma moneda de otros procesos electorales anteriores,
afrenta que le tiene guardada Reynaldo Escobar.
En Córdoba andan por las mismas. El seguro abanderado priista será Marco
Antonio Aguilar Yunes, ex secretario del Trabajo del duartismo, quien es una
buena persona, pero está lejos de ser un buen candidato, y no contará con el
apoyo del priismo cordobés que lo ve como una imposición, ya que ni siquiera
dejaron llegar a la convención de delegados a Juan Lavín, quien fue
grotescamente eliminado por la dirigencia priista por supuestamente no cumplir
con los requisitos de la convocatoria para ser precandidato.
En varios distritos andan por las mismas. Los candidatos cargan con el
resentimiento de varios líderes locales que no estarán dispuestos a trabajar
por sus respectivas causas en campaña. O al menos, no de gratis.
Y por supuesto, la base de flotación del priismo quedó pulverizada tras el
rompimiento de los senadores José Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa con el
gobernador Javier Duarte de Ochoa tras la aprobación de la gubernatura de dos
años, jugarreta política con la que se intenta decantar la sucesión en favor de
uno de los miembros de la casta gobernante en la entidad, Alberto Silva -quien
le dedicó su registro por la candidatura en Tuxpan a su patrón, para que a
nadie le queden dudas de que es "el elegido"-, y que fracturó los
equilibrios con los que se suele mantener la unidad dentro del Revolucionario
Institucional.
No por nada el senador José Yunes Zorrilla declaró este pasado fin de semana
que "el PRI no es de un solo hombre", en clara alusión a las
imposiciones y decisiones autoritarias con las que el duartismo-fidelismo
pretende mantenerse en el poder, a costa de lo que sea.
Incluso, del propio proyecto de Enrique Peña Nieto.
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