José Cardenas
Javier Duarte sufre al cuadrado, pierde poder y cae en
desgracia. A 70 días de entregar el mando todo el fuero del mundo no alcanzará
para cubrir sus fechorías.
Javier
Duarte sufre al cuadrado, pierde poder y cae en desgracia. A 70 días de
entregar el mando todo el fuero del mundo no alcanzará para cubrir sus
fechorías.
Aun
así, el casi ex gober de Veracruz no puede considerarse desafortunado, al
contrario, fue tanta la riqueza acumulada que la creyó infinita; ¿pensó –es un
decir– que su estado aguantaba todo, que los veracruzanos son estúpidos y jamás
se darían cuenta de sus transas, y que el sistema terminaría tapándolo?
¿De qué tamaño será ese pez ex gordo que además de impresentable se volvió insostenible?
Duarte rebasó los límites de la clase política acostumbrada a despacharse la
sopa de la impunidad con la cuchara grande; llevó el abuso a niveles de
escandaloso cinismo; burló al fisco –pecado mortal–, dispuso del erario público
como si fuera propio, inventó decenas de empresas, benefició a su prole y
transformó a sus empleados en cómplices. Lo único comparable a tal impudicia
fue la incapacidad para dirigir a un estado caótico y violento.
La PGR
sigue con lupa las huellas de Duarte quien podría acabar de vulgar delincuente
por enriquecimiento ilícito, peculado e incumplimiento del deber. Todo indica
que al más alto nivel del gobierno federal ya se tomó la decisión política de
proceder en su contra.
No dude
que el PRI también dará la espalda al primer veracruzano; el próximo lunes
podría ser defenestrado por la Comisión de Justicia Partidaria.
Habrá
quien diga –quizás con cierta razón– que Javier Duarte es el tributo
presidencial a los nuevos tiempos de transparencia y combate a la corrupción,
pero aun cuando su caso tuviese tintes políticos el tamaño del escándalo es tal
que sería imposible calificarlo sólo como un ajuste de cuentas tras la debacle
electoral que sumió al PRI en una pesadilla.
Javier
Duarte no es chivo expiatorio, si acaso el cochino más puerco.
La
justicia suele caminar tan lento como las tortugas, pero cuando llega, llega,
pregúntele a los ex gobernadores Guillermo Padrés, de Sonora, y Rodrigo Medina,
de Nuevo León.
A estas
horas no hay jarocho valiente que se atreva a cuestionar el origen de las
investigaciones judiciales, y mucho menos a meter las manos al fuego en defensa
del Porky mayor.
Se han
dejado de hacer apuestas sobre el futuro inmediato del gobernador Duarte; a ver
quién le atina a la fecha en que pedirá licencia. Seguro es que no entregará el
poder a su peor enemigo.
EL
MONJE MADREADOR: Luis Miranda, secretario de Desarrollo Social debutó con el
pie izquierdo como ministro de pobreza, sí, de pobreza discursiva… En San Pedro
Escobedo, Querétaro, el mexiquense motivó al México bronco: “Pártanle la madre
a los malos que quieran arrebatarles paz y progreso”. ¿Son las nuevas
instrucciones precisas para lograr un país justo, seguro y próspero?; ¿rómpanle
la madre ustedes porque nosotros (gobierno) no podemos?; ¿incita Miranda a
ejercer la justicia por propia mano? Al primer compadre del país le urge quien
le enseñe a comunicarse.
@JoseCardenas1 | josecardenas@mac.com
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