En el
volcán la Iztaccíhuatl, el consorcio trasnacional de origen suizo Nestlé
–Nestlé Waters– se apropió de manantiales propiedad de la nación para el
rentable negocio de la venta de agua embotellada, al tiempo que en el mismo
espacio campesinos de las comunidades y ejidos del municipio poblano de
Tlahuapan tienen restringido el aprovechamiento de agua para consumo humano y
es vedado su uso para la producción agrícola.
Lo más
sobresaliente es que la multinacional comercializa el “agua natural de
manantial” extraída de mantos acuíferos en una zona en veda, para un negocio
del que se desconoce el volumen real del líquido aprovechado, la apertura de
pozos y el monto que pagan al país por la apropiación de un bien vital de
dominio público, de valor social, económico y ambiental, como se establece en
la Ley de Aguas Nacionales.
Vale
mencionar que el líquido se extrae de los acuíferos más importantes del país
localizados en el Eje Neovolcánico Transversal; 40 de éstos se identifican en
la región del Balsas, de los cuales 16 se encuentran en el Alto Balsas donde se
localizan los manantiales apropiados por Nestlé, y que son para el estado de
Puebla fundamentales, ya que las fuentes superficiales son escasas y de
reducido volumen o se encuentran totalmente aprovechadas. Este dato es
significativo, toda vez que los crecientes conflictos y la disputa por el
líquido se centran en el espacio geográfico del área del Izta-Popo.
La
relevancia del espacio socio-natural que habitan las comunidades rurales y sus
ejidos de Tlahuapan está asociada a los recursos hidrológicos estratégicos que
posee la Sierra Nevada, lo que le confiere un papel destacado para la región
más densamente poblada de la República. Estos excepcionales recursos hídricos
nacen en la Iztaccíhuatl y el Popocatépetl, principalmente por el deshielo de
los glaciares y la precipitación pluvial abundante, por arriba de los mil
milímetros promedio anuales. Las corrientes superficiales son abundantes
durante la época lluviosa y producen una gran filtración de agua que alimenta
las corrientes subterráneas; así, los ecosistemas efectúan los procesos que
permiten la recarga de acuíferos que abastecen buena parte de la Zona
Metropolitana de la Ciudad de México, del Valle de Chalco, del Valle de
Puebla-Tlaxcala y del Valle Cuautla- Cuernavaca (Parque Izta-Popo, 2008).
En este
lugar de enorme relevancia hídrica están emplazados los territorios campesinos
de los ejidos forestales de Tlahuapan que, mediante el manejo de sus bosques,
en un sitio cabecera de cuenca, son considerados “(…) lugares clave como
‘fábricas’ de agua para el resto de los ecosistemas y para la sociedad (…), en
los que la captación de agua no depende sólo de la simple precipitación sino
del manejo (…) campesino de bosques y suelos, del que depende que en estas
regiones se favorezca la evaporación, infiltración y el escurrimiento (Eckart
Boege, 2008). No obstante, sus comunidades enfrentan una insuficiente
disponibilidad de agua por la decretada veda permanente, pero se privilegia el
suministro del agua sobre todo para las ciudades, en particular de Puebla y San
Martín Texmelucan, para las embotelladoras de la región y para empresas como la
automotriz Volkswagen.
Nestlé
posee manantiales que pertenecieron a la empresa mexicana Agua Santa María y
probablemente ha perforado pozos en la misma zona. En 2007, el consorcio obtuvo
del gobierno federal una nueva concesión en la comunidad de Santa Cruz Otlatla
del municipio de Tlahuapan, donde radica la planta de Nestlé, para incrementar
la extracción de agua del acuífero. Con la nueva concesión, de acuerdo con una
interpretación micro hidrológica del especialista César Solís Gómez, basado en
los datos oficiales del Registro Público de Derechos de Agua (Repda), se
infiere que sólo con este último manantial de un volumen de 500 mil metros
cúbicos al año, se pudieran regar alrededor de diez mil hectáreas o abastecer
de agua potable a diez mil habitantes, una cuarta parte de la población total
del municipio de Tlahuapan.
Más
allá del derecho humano al agua, estos escenarios, tensiones y conflictos se
producen por las políticas de acceso, de abasto y de control y por acciones de
privatización del agua que condicionan a las sociedades rurales que ven
reducidas sus posibilidades de servirse del agua para el desarrollo comunitario
y consumo familiar, dada la lógica que concibe el agua como un bien económico
para las empresas privadas y multinacionales y genera una desigual distribución
de privilegio para las ciudades y descobijo al campo.
De esta
manera, se ha propiciado un contexto tirante y de resistencias por la
accesibilidad, distribución, control, explotación y privatización del agua, que
produce diversas manifestaciones y estrategias locales, así como reacciones
como la que expresó con disgusto don Vicente García Guzmán, ex tesorero del
comisariado ejidal de Santa Cruz Moxolahuac: “Si producimos agua, las
comunidades de abajo nos deben de pagar. ¿Por qué a ellos sí les dan permisos
para abrir pozos y a nosotros, que producimos el agua, no? El agua nace en la
comunidad y ahora ¡ya no se tienen derechos! ¡Necesitamos agua (…) urge para
nuestra población! Los beneficiados son los de abajo. Aquí trabajamos y allá
¿que hacen? Aquí no quieren que perforemos un pozo. ¿Quién hizo la veda del
agua?”
Estos
hechos también han propiciado en la región de Puebla y Tlaxcala diversas
movilizaciones, por lo que se constituyó el frente de Pueblos en Defensa de la
Tierra y Agua Puebla–Tlaxcala.
Así, en
este territorio sociohistórico descubrimos por un lado, conflictos y fisuras
comunitarias e intercomunitarias por obtener el agua de los manantiales
locales, y por el otro, “(…) hasta la lucha por el control del agua, que se
debate entre las tendencias privatizadoras del manejo desde la cuenca,
manantiales, infraestructura y venta del líquido” (Boege, 2008).
Los
considerables fenómenos hídricos en el planeta vislumbran un momento histórico
de crisis del agua enlazado con las maneras como el ser humano se ha
relacionado con el entorno natural, en particular con el proceso económico de
degradación de la naturaleza. Así, el mundo enfrenta problemas críticos de
escasez por contaminación no sólo de agua sino de aire, por sobreexplotación,
así como pérdida de suelos, efecto invernadero, alteraciones climáticas, entre
otros. Todos estos son indicios de los límites a los que ha conducido el modelo
de apropiación depredadora de la naturaleza. Es un sistema, el capitalista, que
omite la determinación mutua entre el ser humano y la naturaleza, y se expande
sin límites en busca de mayores utilidades y acumulación de capital por encima
de los ciclos y ritmos de los recursos naturales como son los bosques o el
agua.
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