No ha sido una sorpresa el enterarnos de que, en su vuelo de
regreso a la ciudad de Phoenix, Arizona, donde sería recibido como un héroe por
su legión de simpatizantes extremistas, Donald Trump tomó la decisión de
insertar en su discurso que pronunció esa noche la frase que más escozor ha
causado en México y terminó de humillar aun más al presidente, Enrique Peña
Nieto: “Ellos no lo saben aún, pero van a pagar por el Muro” fronterizo. ¿Qué motivó
este cambio de última hora en el texto de su discurso?.
Según consigna hoy el
diario The Wall Street Journal, Donald Trump se enteró del tweet que el
presidente de México había puesto para aclarar, e insistir que, en el inicio de
su conversación con el candidato republicano, le había advertido que de ninguna
manera México pagaría por el Muro. “No tuve otra opción”, le dijo Trump a los
reporteros de The Wall Street Journal para confirmar así los entretelones de
una guerra muy meditada, que le ha resultado muy redituable (hasta ahora). A
partir de ahí, tanto Trump como el presidente de México se enfrascaron en una
guerra de tweets. Una guerra que, en opinión de nuestro corresponsal, David
Brooks en EU, no es muy buena idea. “Jamás le ganaría. Imposible ganarle a
Donald Trump en una guerra de tweets”, dijo en alusión a los muchos que lo han
intentado y fracasado en el intento.
Entre ellos, sus adversarios en la
contienda por la nominación presidencial, el ex gobernador de Florida y senador
por ese mismo Estado, Jeb Bush y Marco Rubio; o medios como The New York Times
o la cadena CNN, a quienes ha sometido a una recurrente tormenta de tweets por
tratarlo “injustamente”. A veces con tweets y retweets que repite por miles o
centenares, según la contabilidad que han llevado medios como Bloomberg.
Luego
de esta revelación del diario The Wall Street Journal, resulta aún más evidente
que la intención del gobierno de México, de “sensibilizar” al candidato
republicano, no sólo fue ingenua. Sino que fue una pésima, pésima, idea. Tras
la desastrosa visita de Donald Trump a México (desastrosa para el gobierno de
Peña Nieto evidentemente), es muy posible que la candidata demócrata, Hillary
Clinton, decida declinar la invitación “por problemas de agenda”. Varias cosas
apuntan hacia el posible desaire. La primera, las encuestas en Estados que
serán cruciales como Nevada, Florida, Colorado, Virginia y Ohio.
En todos
ellos, Clinton le lleva la delantera a Trump. Un segundo factor, el respaldo de
Clinton entre el electorado hispano, que no vio con buenos ojos la invitación
del gobierno mexicano a Trump, y que sigue siendo abrumador con 48 puntos
porcentuales de ventaja frente al candidato republicano, según la más reciente
encuesta de Univisión. Y, finalmente, como consigna hoy Político, Hillary
Clinton podría recibir en el curso de los próximos días el respaldo de dos
legendarias figuras del partido republicano; Henry Kissinger y George Shultz,
ambos, ex Secretarios de Estado bajo las presidencias de Richard Nixon, Gerald
Ford y Ronald Reagan. Precisamente,al preguntársele a Shultz porque estaría
dispuesto respaldar a Clinton, éste respondió: “por su profundo conocimiento de
México”. Ergo, Hillary Clinton podría optar por no aceptar una invitación que
la convertiría en un segundo plato en la residencia oficial de Los Pinos y de
nada le serviría para apuntalar el apoyo que ya tiene entre el electorado
hispano.
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