TERREMOTO
Las
autoridades se congratulan porque el sismo no provocó la devastación del
terremoto de 1985, aunque fue mayor la magnitud. Pero la realidad es que golpeó
rudamente a la clase trabajadora y los sectores populares de Chiapas y Oaxaca,
ambos con alto índice de pobreza.
México D.F |
Martes 12 de septiembre |
20:18
Foto principal:
Ríodoce
1. El sismo se produjo el 7 de
septiembre a las 23:49 de la noche (hora del centro de México). El epicentro
fue a 133 km de Pijijiapan, Chiapas, a una profundidad de 58 kilómetros. Se
sintió en el sur y en el centro del país. Hasta las 5:30 del martes 12 de
septiembre se registraron 1,266 réplicas, la mayor de 6.1 grados de magnitud.
Se combinó con las lluvias intensas de esta temporada de huracanes.
2. El saldo
de muerte y devastación golpea en Oaxaca, en especial en la región del istmo de
Tehuantepec. Son 98 los muertos y 800,000 personas resultaron damnificadas.
Respecto a los años materiales, según el recuento preliminar, hay al menos 74
tramos carreteros con daños, 40,000 casas dañadas, 324 escuelas afectadas. No
hay contabilización de edificios gubernamentales y del sector salud, pero parte
importante del hospital de Juchitán, uno de los municipios más afectados, se
derrumbó.
Cuarenta y un municipios resultaron
afectados: entre ellos Juchitán, Unión Hidalgo, Asunción Ixtaltepec y Santiago
Astata, Salina Cruz, Santo Domingo Tehuantepec, San Mateo del Mar, Santa María
Huamelula, Santiago Niltepec, Santa María Xadani, Ciudad Ixtepec, Ixtaltepec,
Santiago Lachiguiri y Guevea de Humboldt.
Varias carreteras de la zona Mixe
quedaron arruinadas, colapsaron cientos de viviendas, vías bloqueadas por
deslaves, pérdidas de cultivos y corte de energía eléctrica.
2. A su vez, en Chiapas hay 16
muertos. Son 111 los municipios afectados –entre ellos Tuxtla Gutiérrez (la
capital estatal), Tonalá, Parral, Venustiano Carranza, Acapetahua, Emiliano
Zapata, San Cristóbal de las Casas, Jiquipilas, Villacorzo, Pijijiapan,
Suchiapa, Villaflores, Chiapa de Corzo y Cintilapa– y 1,479,475 personas
damnificadas. En cuanto a los daños materiales, hay 40,663 viviendas afectadas,
de las cuales 34,621 resultaron con daños parciales y 6,012 colapsaron. También
resultaron dañadas mil escuelas de todos los niveles educativos, 48 inmuebles
del sector salud, 29 edificios públicos, 198 tramos carreteros, 11 puentes
federales y estatales.
3. En Tabasco, cuatro personas
murieron y hay al menos 163 edificios afectados, la mayoría en el municipio
Centro, y otros en Balancán, Nacajuca y Teapa, y 13 escuelas con daños. También
se registró una cuarteadura en el libramiento de Villahermosa, la capital estatal.
A esto se suman numerosas escuelas afectadas en otros estados: 78 en Puebla, 18
en Veracruz, 52 en Guerrero, 14 en Estado de México.
4. Mientras
tanto, en la Ciudad de México –donde la alarma sísmica funcionó en algunas
partes de la capital y en otras no– según las autoridades hay 20 escuelas
afectadas. Pero no cuentan la enorme cantidad de edificios que están cuarteados
y han quedado con graves afectaciones desde el sismo de 1985. Una bomba de
tiempo, porque se trata de construcciones que pueden colapsar en cualquier
temblor. La tragedia no pasó a mayores en la capital mexicana solamente porque
la separan del epicentro del sismo 700 kilómetros, contra los 400 que había en
el caso de 1985.
5. La respuesta gubernamental fue
el establecimiento del programa DNIII, que consiste en el despliegue de las
fuerzas represivas en los lugares más afectados. Una verdadera provocación:
apenas el 6 de septiembre el presidente había visitado Oaxaca y fue recibido
con una combativa movilización del magisterio de la sección 22 de la
Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, contra la represión
gubernamental y por justicia para los muertos en Nochixtlán, la masacre llevada
a cabo por la gendarmería en 2016, en el marco de la lucha contra la reforma
educativa.
6. Mientras los altos funcionarios
posan para la foto, la clase trabajadora y los sectores populares son quienes
sufren las consecuencias del sismo. Indigna la indolencia de los de arriba. Se
pudo ver a la esposa de Peña Nieto, Angélica Rivera, arreglada como para un
casting en medio de las pocas despensas que se van a entregar. También a Anahí,
ex cantante y esposa de Manuel Velasco, el gobernador de Chiapas, que en un
video de su recorrido por zonas afectadas remarcaba que estaba “muy
despeinada”, “muy fea”. Indigna también el llamado del presidente a las grandes
constructoras para las tareas de reconstrucción: las que hacen obras públicas
con fallas que ponen en riesgo la vida de millones de trabajadores y usuarios
de carreteras, hospitales, transporte públicos, viviendas sociales.
7. Resalta la desconfianza que hay
frente al gobierno. Indígenas zapotecas denunciaron que la ayuda no llega, así
como pobladores de numerosos municipios de zonas rurales, como el caso de San
Mateo del Mar. A su vez, maestros de Chiapas denunciaron que los elementos de
protección civil –también a cargo del reparto de ayuda, a discreción de las
autoridades– son los mismos que les tiraron gases lacrimógenos en mayo de 2016
y asesinaron al maestro David Gemayel, durante protestas contra la reforma
educativa.
8. Quienes han demostrado su
solidaridad y están organizando la ayuda efectiva, la que sí llega, son los de
abajo. Por un lado, maestras y maestros desplegaron brigadas de ayuda en
Chiapas y Oaxaca, al mismo tiempo que organizaron acopios en esas entidades,
así como en la Ciudad de México. Por otro, migrantes centroamericanos que están
en viaje hacia Estados Unidos para conseguir trabajo allá, constituyeron
brigadas de rescate en las zonas más afectadas por el temblor. Grandes ejemplos
de solidaridad de clase, que recuerdan lo mejor de la tragedia de 1985.
9. El
gobierno y sus instituciones remarcan una y otra vez que no se pueden predecir
los sismos. Que es un fenómeno natural y que permanentemente hay riesgo de
terremotos. Pero no es natural que la mayoría de la población habite en
viviendas precarias, que los hospitales y las escuelas están construidos con
materiales deficientes. Son consecuencia de la corrupción y la indolencia
criminal de los gobiernos al servicio de los empresarios, que no garantizan las
condiciones de vivienda, de infraestructura, comunicación y seguridad básicas
para la mayoría de la población.
10. Es necesario alzar la voz y
denunciar a los gobiernos, instituciones y partidos al servicio de los
magnates. Así como llamar a la solidaridad nacional e internacional con las
víctimas del sismo. A los ojos de las mayorías se evidenció otra vez al
servicio de quién gobierna Peña Nieto y los partidos tradicionales.
Para prevenir estas catástrofes
–sean sismos, huracanes, inundaciones, erupciones volcánicas– con
infraestructura y vivienda digna y segura para la clase trabajadora y los
sectores populares, es indispensable enfrentar a este régimen político al
servicio de las trasnacionales, los empresarios y el imperialismo estadounidense,
en el camino de construir, con la lucha y la organización independiente de los
partidos patronales, un futuro donde ninguna persona sea explotada ni oprimida.
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