El INE reparte para el 2018 4.2 mil
millones de pesos para gasto ordinario y 2.1 mil millones para gastos de campaña, el presupuesto más alto de la historia, algo que
llama la atención en un país donde hay 60 millones de personas en pobreza
extrema. La sociedad civil busca unirse para evitar que los partidos políticos
sigan existiendo en una posición de privilegio, alimentándose de estos
presupuestos para crear organizaciones parasitarias y ahorrarnos también la
abyecta procesión de la publicidad de las campañas.
Es una
buena oportunidad para afectar de alguna manera al sistema de partidos
encumbrados en la impunidad y el privilegio -bajo un razonamiento de que si de
todas maneras van a hacer uso político de la tragedia, al menos que les cueste.
Evitar o al menos mitigar significativamente la publicidad electoral que se
convierte en un mar de contaminación audiovisual y que alimenta a medios como
Televisa y otros que viven en una estrecha relación de complicidad con la clase
política -la cual parece tener en cierta forma rehén a una sociedad que ha
demostrado mayor vitalidad y capacidad de actuar que éstos. En gran medida este
presupuesto es el que mantiene a todas estas mafias políticas y a medios de
comunicación que contribuyen a la ignorancia generalizada. Surge entonces la
apremiante posibilidad de canalizar esta movilización masiva en un momento tan
sensible -que es visto a la vez con temor y oportunidad por los partidos- para
negociar y presionar.
El
terremoto de 1985 sirvió en gran medida para impulsar la llamada sociedad
civil, demostrando que en muchos casos era más eficiente que el mismo gobierno.
Los sismos podría hacer consolidar ese movimiento, pero sólo si se logran
resultados tangibles. El ímpetu de ayudar y exigir rendición de cuentas debe de
organizarse manera inteligente para que puedan producirse cambios benéficos a
mediano y largo plazo y no sólo paliativos para la emergencia.
By: PijamaSurf
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