POR PABLO GÓMEZ , 7 SEPTIEMBRE, 2017
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El nuevo Frente Ciudadano
por México integrado por el PAN, el PRD y MC es falso porque no es una
formación ciudadana, si por esta acepción se entiende una participación más o
menos espontánea y abierta, en forma de movimiento sin estructura jerarquizada.
En este nuevo frente sólo participan partidos políticos, es decir, todo lo
contrario a lo que se entiende por algo de carácter ciudadano.
Los políticos profesionales, como los que han
creado el nuevo Frente, son ciudadanos y ciudadanas, naturalmente, pero su
forma de ser y actuar no corresponde a la manera como se comportan las
corrientes ciudadanas.
Mas la falsedad del acuerdo de colaboración y
acción conjunta entre esos tres partidos va más lejos. Se habla de un nuevo
“sistema político (que) debe construirse, no en función de partidos o
candidatos, sino a partir de un proyecto de país…” y bajo una “gobernanza
ciudadana.” Sin embargo, se promete formar un “gobierno de coalición del
Ejecutivo Federal (sic) al amparo del artículo 89 Constitucional”, pero este
precepto señala que, de haberlo, el gobierno de coalición se integraría “con
uno (sic) o varios de los partidos políticos representados en el Congreso de la
Unión”. ¿Dónde quedaron los “ciudadanos”?
Para seguir en el engaño, al flamante Frente no le
importa caer en contradicciones. Se propone “establecer la democracia interna y
garantizar la representatividad ciudadana en los partidos políticos para que
actúen con responsabilidad y asuman el rol de facilitadores, de instrumentos
para que los ciudadanos construyan, promuevan y guíen el cambio de régimen que
necesita el país”. O sea, la “nueva” democracia de los partidos ha de servir
para que los ciudadanos ingresen a ellos y se conviertan en militantes que,
desde su nuevo partido, construyan otro régimen político que no sea de
partidos. Si la base del cambio van a ser los “ciudadanos”, pero como integrantes
de los partidos, volvemos a lo mismo. Al final, no se está planteando nada.
En esa misma línea de contradicciones, el frente
panista-perredista dice buscar “la conformación y consolidación de un nuevo
régimen, cuya base sea el empoderamiento ciudadano”. Sin embargo, no se
plantean nuevos derechos ciudadanos, tales como crear un recurso popular para
objetar leyes y actos de autoridad directamente ante un tribunal
constitucional; hacer efectivo el derecho a la consulta popular (recién violado
y desconocido) extendiéndolo a todos los niveles políticos del país; la
obligatoriedad del plebiscito para tomar ciertas decisiones importantes, entre
otros. En el centro de una democracia nueva tendría que estar la construcción
de ciudadanía, pero ésa sólo será posible con nuevos derechos políticos. Pero
el Frente se enreda en su propia retórica, que no oculta sino realza su pobreza
programática.
Como no se planean nuevos derechos, los frentistas
entienden “la participación ciudadana” como el ejercicio de las actuales
libertades, con el fin de que los ciudadanos “incidan en todos los niveles,
procesos y decisiones de gobierno”. Este es el sobado planteamiento abstracto
de que los ciudadanos lleguen a “incidir” en el gobierno a través de la libre
manifestación de las ideas y el voto, pero ya no estamos en el siglo XIX. De lo
que ahora se trata es de que, además, los ciudadanos empiecen a tomar
directamente decisiones que hasta hoy han sido reservadas a los gobernantes.
Para culminar su plataforma programática, el falsificado
Frente Ciudadano nos plantea la manera en que piensa repartirse el Ejecutivo.
Veamos aquí en concreto la proclamada participación ciudadana: “el titular de
la Secretaría de Gobernación asumirá, además, la función de líder de gabinete y
será propuesto por fuerzas políticas distintas a la del presidente de la
República, garantizando la pluralidad indispensable para la puesta en marcha
del nuevo régimen”. Con esto se entiende que el “nuevo régimen” son ellos, los
líderes frentistas. Al PAN le correspondería la presidencia y el PRD nombraría
al secretario de Gobernación (jefe de la policía) como “líder de gabinete”.
Pero, a propósito, ¿cuál gabinete? Ése no existe en la Constitución.
Es tan lo mismo el planteamiento del Frente
Ciudadano que ni siquiera incluye la creación de un Consejo de Gobierno con
facultades constitucionales definidas, a partir de actuales funciones del
presidente de la República, es decir, la conversión del Ejecutivo en algo mucho
menos personal y con un órgano colegiado, lo que podría hacer real la
existencia de un gobierno de coalición, pues ahora éste no es más que una frase
suelta en el texto de la Carta Magna de la que se quiere colgar el nuevo Frente
ante la falta de propuestas propias.
El documento firmado es un programa electoral
aunque carece legalmente de ese significado. Es el anticipo de lo que podría
ser una coalición de tres partidos. Acción Nacional ya se ubica desde ahora al
frente de la operación.
Dicen los firmantes en referencia a la situación
previa al arribo del actual gobierno: “ayer tuvimos la democracia frente a
nosotros y la dejamos ir.” Y agregan: “proponemos reanudar juntos la
transformación democrática”. Nadie hubiera creído hace unos años que los
administradores del PRD llegaran a suscribir la tesis de que, con los sucesivos
gobiernos de Vicente Fox y Felipe Calderón, habíamos entrado en la
transformación democrática que luego “dejamos ir”, la cual, ahora, hay que
“reanudar juntos”. ¿Para llegar a lo mismo? ¿No fueron suficientes aquellos
fracasos? ¿Quieren más? Así es, por lo visto.
Por más que el nuevo Frente presenta su discurso
como algo nuevo, lo que logra es morderse la cola, perseguirse a sí mismo, en
simetría con lo que finalmente es: un conjunto de políticos conservadores.
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