11 de diciembre de 2017

PROYECTO DINÁSTICO DE YUNES ROMPERÍA PRINCIPIOS DE EQUIDAD E IMPARCIALIDAD EN EL PROCESO ELECTORAL DE 2018

Tiene razón la señora Leticia Márquez de Yunes, presidenta del Patronato del DIF Estatal, esposa del gobernador de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, y madre de los alcaldes saliente de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, y electo del puerto de Veracruz, Fernando, de los mismos apellidos, cuando dice que fue una vacilada afirmar que no sólo tendrá un hijo gobernador, sino dos, en el 18 y el 24. 

El problema es que sus palabras, precisamente por venir de quien vienen, distan mucho de quedarse como una mera expresión de humor ante los veracruzanos, así fuera de humor negro. En realidad lo que subyace detrás de la expresión de la señora Yunes alude a las aspiraciones o ambiciones políticas de corte dinástico de los hijos del gobernador, y eso no tendría ninguna objeción, de no ser por el pequeño detalle de que siendo su esposo el gobernador del estado en funciones, abre la posibilidad de que en el proceso electoral de 2018 se ponga el aparato del estado al servicio de las aspiraciones políticas de su hijo mayor lo que, de entrada, sería violatorio de los principios de equidad, legalidad, imparcialidad y certeza que deben prevalecer en los procesos electorales. 

De ahí que independientemente de la trayectoria política o el trabajo que cada uno de los hijos del mandatario haya realizado en el pasado inmediato, es decir, que tengan formación política, lo que se cuestiona no son sus aspiraciones, sino el posible y probable uso político de las instituciones y recursos del estado, tanto económicos como humanos, para favorecer electoralmente el inminente proyecto sucesorio de Miguel Ángel Yunes Márquez. Un ejemplo reciente es el relativo al programa de despensas “Veracruz Comienza Contigo”, cuya entrega es supervisada por operadores vinculados al Partido Acción Nacional, PAN, cuyo sueldo es pagado con recursos del Estado, y que el próximo año llegará a 600 mil familias de escasos recursos, por lo que ha sido denunciado un presunto uso político-electoral de este programa asistencialista dirigido a los grupos más vulnerables de la entidad. 

En ese sentido, quedaría claro que echar mano de los recursos del estado para lucrar políticamente con los más pobres, en aras de imponer un proyecto sucesorio rompe con las reglas de equidad e imparcialidad que debe prevalecer en los órganos de gobierno. Así las cosas.

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