“Jesús era un misionero itinerante que además era un migrante, el más famoso de la historia. Iba con la gente, su acción era la gente, él vino a expresar todo el amor del padre y lo que él tocaba lo dignificaba y lo transformaba” ¦ Foto Perseo Bernal
Fernando Inés Carmona - lunes, agosto 01, 2011
Amatlán de los Reyes, Ver.- Se descarta como revolucionario, aunque admite que su movimiento es una revolución pacífica “que encabezan Cristo y el Espíritu Santo”; confirma su vocación católica, pero critica y reta a la jerarquía religiosa: “no me callarán, ni temo a la excomunión, al infierno o a no ser obispo” y además reprende a su jefes católicos: “O de plano seguimos instalados en la riqueza y en oficinas o regresamos a ser misioneros itinerantes”.
Es Alejandro Solalinde Guerra, sacerdote católico coordinador de la Pastoral de Movilidad Humana Pacífico Sur del Episcopado Mexicano y director del refugio para migrantes en Ciudad Ixtepec, Oaxaca, quien desnuda el actuar de la jerarquía católica de este país, a la que acusa de haber abandonado su misión pastoral, para convertirse en administradora de la riqueza desde la oficina eclesiástica.
“Mientras en el siglo XIX –argumentó– unos hacían la Independencia, a otros, arriba, en la jerarquía católica, se les excomulgaba. El obispo (Manuel) Abad y Queipo, que era arzobispo de Morelia, a nombre de la alta jerarquía y obviamente unida a la corona española, condenaba a estos sacerdotes revoltosos. ¿Qué paso? Los condenaron, les cortaron la cabeza y para escarmiento esas cabezas las pusieron en la alhóndiga de Granaditas en Guanajuato, pasaron los años y en el siglo XX de repente ponen en la columna de la Independencia los restos de esos curas, pero el entonces nuncio apostólico Girolamo Prignione, que era la viva personificación del poder, va a la columna donde están los restos de esos curas, a los que no se les ha levantado la excomunión, les lleva una ofrenda floral, pero a los héroes de México, pero él va como representante de un estado (el Vaticano) y pone una ofrenda.
”Yo fui formado con el Concilio Vaticano Segundo, que aunque después metió reversa yo no lo hice, no metí reversa, yo seguí caminando y me enseñó que la Iglesia es un pueblo formado por seres humanos que evangeliza, pero que tiene que ser evangelizado, que llama al cambio pero tiene que cambiar, tiene que revisarse de vez en cuando, lo tiene que hacer y decirse, 'Iglesia, ¿tú quién eres?' y tiene que definir algo que no ha definido: O es una entidad del Vaticano, es decir una entidad política, o es una sede apostólica, un pueblo pobre, misionero y testimonial, de una vida que todos deseamos.
”No podemos anunciar un reino futuro y estar instalados en este mundo en la riqueza como si fuera lo último. En ese ser y quehacer se tiene que plantear lo segundo: la Iglesia no fue formada para el culto, no fue formado para una administración, mucho menos para ser una oficina, entonces yo tendría que preguntarle de qué fuentes tomó eso, porque de Jesús no. Jesús era un misionero itinerante que además era un migrante, el más famoso de la historia. Iba con la gente, su acción era la gente, él vino a expresar todo el amor del padre y lo que él tocaba lo dignificaba y lo transformaba. Hoy hay quienes todavía tienen actitudes discriminatorias y xenofóbicas, la Iglesia puede hacer más de lo que estamos haciendo.
”Jesús hablaba con los hechos. Yo tengo que luchar porque los sacerdotes lo logren. Si Jesús tocaba una mujer, la dignificaba, la hacía misionera, la jalaba para su equipo, él curaba, quitaba el hambre, la sed, eso tenemos que hacer la Iglesia de hoy”.
–¿La jerarquía católica no le ha jalado las orejas a Alejandro Solalinde?
–Este tiempo que me tocó vivir ya no es como hace 500 años. En ese entonces podían asustar a quien fuera con el infierno. A mí no me asusta el infierno, con la excomunión, no creo en la excomunión, porque tengo el amor del padre que no hace caso de eso cuando es justo. Si me asustan de que no me van a promover de obispo, no lo logran, porque nunca he querido ser obispo, hoy menos que nunca, lo único que quiero es estar con mi pueblo, abajo, con la gente. Amo a mi Iglesia, la amo profundamente, por eso nunca me he ido de ella. Lucho por ser lo que Cristo quiere que sea.
–¿Qué va a pasar cuando la jerarquía católica le diga: 'Solalinde, ya no eres cura'?
–Me podrá decir eso, pero no me podrá quitar lo más importante que es para mí, más que ser cura yo soy bautizado, yo soy misionero y tengo mi bautizo. Soy consagrado, como debe ser, a partir de mi bautismo como debe ser. No eres cura: no hay problema. La Iglesia nunca me podrá decir: cállate. En otros años callaban a la gente, callaron a Sor Juana, callaron a los teólogos de la Liberación en los años 80. Yo no me voy a callar por la sencilla razón que lo estoy haciendo desde mi conciencia y nadie puede intervenirla, nadie. Ya son otros tiempos. En los tiempos de la Inquisición no había derechos humanos, hoy ya los hay, capaz que los acuso en los derechos humanos.
”Esta revolución la encabeza Jesús y el Espíritu Santo. Mucha gente e incluso grupos de renovación, piensa que el Espíritu Santo inspira nada más hablar en lenguas, a sentir bonito o mover el ritmo de la oración, pero no, el Espíritu Santo es de lo más subversivo que se puedan imaginar. Jesús ha movido grandes cambios, la Iglesia es un misterio. En la Iglesia es normal que haya gente de arriba y gente de abajo, que haya gente de derecha y de izquierda, gente que quiera avanzar mucho y gente que quiera seguir sufriendo, eso es normal, consideramos la Iglesia como un monolito. No, yo quiero que el resto de la jerarquía sea como yo, pero la jerarquía nunca va a lograr un solo modelo, ésa es la Iglesia”.
Gastos de la marcha por la paz
El movilizar a más de 400 personas no es fácil y mucho menos darles de comer, transportarlos y cuidarlos, admitió Alejandro Solalinde, y aclaró que hay bendiciones de Dios.
“Es Dios quien ayuda esto. No tenemos dinero, yo he ido ya por varias partes del mundo, con todo pagado. Mi familia me da 15 mil pesos mensuales, todo ese dinero lo doy para el albergue (en Ixtepec, Oaxaca) pero nunca nos falta. Hay ángeles como la esposa del gobernador de Oaxaca –Mané Sánchez–, muy linda, que nos ha mandado ayuda. La gente de los mercados no ha mandado comida, ahorita les tengo que decir, la gasolina, la pagan en Oaxaca por instrucciones de la esposa del gobernador. La camioneta que traigo la dio el gobierno del estado de Oaxaca para seguridad. Veracruz nos apoyó con 75 mil pesos para la comida de la caravana. Todo eso me gusta que sea transparente y clarito.
”Eso no significa un compromiso, porque ni este dinero ni otro pueden comprar nuestra conciencia. Hoy recibimos el dinero para lo que sea, pero hoy mismo los acusamos con el relator de los derechos humanos de la OEA. No pueden callar nuestra conciencia. Son cosas diferentes”.
–¿Hasta dónde va Alejandro Solalinde?
–Hasta donde el señor me lleve. Yo sí siento que soy misionero, y tengo vocación y lo voy a llevar hasta donde me lo permitan. Va a ser hasta el final, yo no tengo miedo. Mi vida no importa mucho, ellos me importan mucho. Ser pastor es mi vocación.
–Al movimiento de Sicilia y el de usted, como otros que ya surgen en el país, ¿qué lectura debemos darle?
–Que convocamos a la sociedad civil, que es una refundación de este país, que debe ser más justo, en el que se respete a los derechos humanos, donde se ponga a Dios en su lugar porque ahorita Dios no está en su lugar, ahorita reina el dios Dinero, por eso hemos hecho de lado a Dios por el dinero, por eso esas monstrosidades con los migrantes.
–¿Qué le dice a Felipe Calderón?
–Ya se lo dije, ya lo tuve de frente, que cuide a los migrantes y no me hizo caso.
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