“Si la próxima campaña presidencial se plantea en términos de una revolución moral, López Obrador llevará ventaja sobre cualquiera de sus rivales”, señala Jorge Zepeda
En uno
de sus artículos en el diario español El País, Jorge Zepeda Patterson, destacó
la honestidad en torno a la figura de Andrés Manuel López Obrador, lo calificó
como una ave rara entre la clase política en materia de austeridad, y va más
allá, afirma que López Obrador es el personaje más creíble si encabeza una
cruzada en contra de la corrupción en México.
El
texto comienza recordando que durante la campaña presidencial del 2006, Hugo
Chávez ofreció los recursos que fueran necesarios para asegurar el triunfo del
tabasqueño, Andrés Manuel declinó el ofrecimiento.
Pero
también tiene que ver con su actitud hacia el dinero. El señor puede tener
muchos defectos, pero en materia de austeridad es una ave rara entre la clase
política.
Y
justamente, continúa Zepeda, allí reside su potencial de cara al 2018, pese a
todo. Es el único personaje de la escena pública a quien el ciudadano de a pie
podría creerle si encabeza una cruzada en contra de la corrupción. Y tal como
están las cosas, ese será uno de los temas clave, si no es que el principal, en
los próximos comicios.
La
corrupción se ha convertido en la bestia negra del gobierno de Peña Nieto. Un
cáncer que deslegitima las acciones de gobierno y cubre de un manto de sospecha
toda declaración, intención o proyecto. En las encuestas sobre insatisfacción
ciudadana disputa los primeros lugares a la inseguridad pública y a la
situación económica. Y no olvidemos que fue la corrupción lo que movilizó a los
guatemaltecos hace unas semanas y terminó deponiendo a su presidente.
En
resumen, si la próxima campaña presidencial se plantea en términos de una
revolución moral, López Obrador llevará ventaja sobre cualquiera de sus
rivales. Si añadimos que, pese a todo, sigue siendo el candidato de los pobres
en un país lleno de pobres, sus posibilidades son evidentes.
AMLO se
asegura de cumplir la profecía de ser víctima de la confabulación de sus
enemigos. O hace muy poco para impedirlo, y lo estamos viendo desde ya, como a
menos de dos años del 2018, la reedición de la campaña del miedo y de odio se
vuelve hacer presente, un ejemplo de ello es la comparación que han hecho de
López Obrador con Donald Trump.
Genaro
Lozano, en una de sus columnas señala la falsedad de esta comparación, escribe
que “a los seres humanos nos gusta comparar, la contienda por la Casa Blanca ha
arrojado ya dos comparaciones erróneas en México. La primera entre Hillary
Clinton y Margarita Zavala, de la que ya escribí en este espacio. Ahora, hay
quienes comparan a AMLO con Donald Trump y esta comparación también es
errónea.”
Es
cierto, tanto AMLO como Trump como candidatos presidenciales han cuestionado
los sistemas electorales de sus respectivos países. AMLO lo hizo en 2006 por la
intromisión del entonces presidente Fox en el proceso electoral. Fox traicionó
el espíritu que lo llevó a Los Pinos en el 2000, al meter las manos en la
contienda presidencial. Primero al interior de su partido para tratar de dejar
a un candidato de su elección como su sucesor. Cuando esto le falló, se tuvo
que aliar con Calderón y hacer campaña en su favor. Fox también usó las
herramientas a su disposición para bloquear la candidatura del entonces
perredista AMLO. El desafuero fue la nota con la que muchos mexicanos
recordarán su sexenio.
Lozano
en su artículo destruye las comparaciones e incluso diferencia a los personajes
y los proyectos, “más allá de cuestionar los procesos electorales, Trump y AMLO
tienen una visión diametralmente opuesta del papel del Estado en la economía.
Trump favorece un Estado ausente, la reducción de éste a su mínima expresión.
La mano invisible corrigiendo las deficiencias del mercado. Por su lado, AMLO
defiende un papel central del Estado en la economía, en la redistribución del
ingreso, en una recaudación de impuestos más alta entre quienes ganan más y en la
participación activa del Estado para corregir las fallas del mercado. En este
punto hay un abismo entre Trump y AMLO.”
En
conclusión, AMLO no es como Trump, por más esfuerzos que haya entre quienes
quieran ligar al puntero en las encuestas mexicanas con el republicano que está
a punto de hacer que su partido se vaya al despeñadero el próximo 8 de
noviembre en EU, finaliza Lozano.
López
Obrador no es un hombre viejo, pero sí es un hombre antiguo. Entre 2006 y 2018
hay un mundo de diferencia, y no sólo en términos del ciberespacio. Muchas
reivindicaciones han cambiado. El mayor número de votantes, los veinteañeros,
tenían entonces ocho o 12 años de edad. Hoy votarán pensando en su futuro;
López Obrador tendrá que demostrar que no es un político obsesionado por el
pasado. No son citas de Benito Juárez lo que los nuevos ciudadanos están
esperando.
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