Por Unidad de Datos /
SinEmbargo
De 2000 a 2020, México
perdió más de un centenar de plumas que estuvieron al servicio de los
desprotegidos. Sólo Afganistán y Siria –países en guerra– han registrado más
muertes de periodistas. Con su partida, quedaron truncas investigaciones sobre
el crimen organizado, la pobreza, el desvío de dinero público, el despojo de la
tierra de pueblos originarios por empresas multinacionales, así como la
devastación de playas, selvas y bosques. La impunidad se impuso sobre la
tragedia. Hasta ahora, en más del 99 por ciento de los casos, no hubo culpables
ni castigo.
Este reportaje forma
parte de un proyecto de investigación colaborativo entre SinEmbargo.MX y
DemocraciaAbierta. Cuenta con el apoyo de Justice for Journalists Foundation.
Ciudad de México, 18 de
julio (SinEmbargo/DemocraciaAbierta).– El 1 de febrero de 2000, el periodista
Luis Roberto Cruz Martínez, de la revista Multicosas, fue asesinado en Reynosa,
Tamaulipas. El sospechoso del asesinato, Óscar Jiménez González, fue detenido y
después, desapareció. Es la hora en que nada se sabe de él.
El 16 de mayo de 2020,
el periodista Jorge Miguel Armenta Ramos, dueño de Grupo Editorial Medios
Obson, que publicaba el diario El Tiempo, fue asesinado en Cajeme, Sonora.
Salía de un restaurante cuando varios sujetos abrieron fuego con armas de
distintos calibres en su contra. Es la hora en que nada se sabe de ellos.
Entre un asesinato y
otro, ocurrieron otros 131. En medio de esa línea de tiempo, el 23 de marzo de
2017, Miroslava Breach fue asesinada a balazos cuando esperaba, a bordo de su
camioneta, a su hijo Carlos para llevarlo a la escuela, en Chihuahua,
Chihuahua, y el mediodía del 15 de mayo de 2020, Javier Valdez cayó acribillado
a media calle, frente a Río Doce, el periódico que años antes fundó en
Culiacán, Sinaloa.
Y es la hora que en
99.13 por ciento -según la organización Artículo 19 México- nada se sabe de los
asesinos intelectuales ni de sus porqués.
Lo único que está claro
es que la alta peligrosidad en México para ejercer el Periodismo tiene dos
actores estelares: uno es la violencia desatada por la guerra en contra los
cárteles de la droga y el otro es la impunidad. Los dos se pelean el
protagonismo. Pero son codependientes.
¿Por qué nos pasó esto?
En la República
mexicana, 11 entidades cuentan con leyes que crearon mecanismos de protección;
dos tienen vínculos con el Mecanismo Federal de Protección generado en la
Secretaría de Gobernación. Mientras, 11 estados tienen iniciativas sin aprobar
y las restantes siete entidades no tienen propuestas de legislación.
Politólogos y
periodistas hablan en torno a este fenómeno que en 20 años le arrancó a México
más de un centenar de plumas que estuvieron al servicio de los desprotegidos.
Sólo Afganistán y Siria –países en guerra– han registrado más muertes de
reporteros. En México, a los periodistas los matan por una razón simple: hacer
su trabajo. Es decir, contar que en este país se impusieron el crimen
organizado, la pobreza, el desvío de dinero público, el despojo de la tierra de
pueblos originarios por empresas multinacionales, así como la devastación de
playas, selvas y bosques por grupos hoteleros y mineras. Pero no hay castigo.
La decisión de denunciar ante la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos
cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE) o las fiscalías locales es
un viacrucis. El contexto siempre fue la displicencia, el estereotipo, la
corrupción y la apuesta al olvido.
Quienes se fueron hace
dos décadas, se han diluido en el tiempo. Buscar los rastros de un periodista
muerto hace dos décadas lleva a sepulcros cubiertos de misterios. A los
asesinatos, las autoridades no les dieron seguimiento, las familias se mudaron
y los compañeros no desean hablar de algunos casos en particular.
https://www.sinembargo.mx/18-07-2020/3803754
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