La DEA y la policía catalana monitorizaron al exgobernador de Veracruz cuando fue cónsul de México en Barcelona (2015-2017). Los investigadores acreditaron contactos entre el dirigente, narcos y blanqueadores.
JOAQUÍN GIL
Madrid - 06 DEC 2020
Cuando Regina Martínez,
reportera del semanario mexicano Proceso, yació muerta en 2012 en el baño de su
casa, el entorno de esta periodista de investigación de 48 años reveló que
indagaba una delicada historia de corrupción. Una presunta mina informativa
cuya metralla apuntaba, entre otros, al exgobernador de Veracruz Fidel Herrera,
del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Tres años después del
asesinato, Herrera se esfumó del tablero político. Pese a carecer de bagaje
diplomático, Enrique Peña Nieto nombró al mandatario cónsul de México en
Barcelona, una de las plazas con más peso. Y ya fuera de foco, Herrera enfiló
en la ciudad condal una de sus etapas vitales más herméticas y desconocidas.
Una odisea que se desarrolló entre 2015 y 2017.
Desde su aterrizaje en
España, Herrera fue monitorizado por la DEA y los Mossos d’Esquadra, la policía
autonómica de Cataluña. El motivo: su presunta conexión con el narco, según The
Cartel Project, una investigación de Forbidden Stories, donde ha participado EL
PAÍS con más de 25 medios como The Washington Post, The Guardian, Le Monde o
OCCRP.
La fase de acumulación
de pruebas arrancó después de que los Mossos d’Esquadra recibieran informes
confidenciales que conectaban al político con los cárteles de la droga. Los
investigadores quisieron entonces zambullirse en la vida del nuevo cónsul. Un
mandatario que figuró en 2013 en la lista Forbes de los 10 políticos más
corruptos de México. Y que, ese mismo año, también fue señalado en un juicio en
Texas (EE. UU.) por el contable del cartel de los Golfos, José Carlos Hinojosa,
por recibir supuestamente 12 millones de dólares del narco para la campaña que
le catapultó al Gobierno del Estado de Veracruz, uno de los más violentos y
endeudados.
Fidel Herrera con
armamento entregado a cuerpos de seguridad pública de Veracruz.
Fidel Herrera con armamento entregado a cuerpos de seguridad pública de Veracruz.MIGUEL A. CARMONA / PROCESO
“A los servicios de
inteligencia criminal de los Mossos llegaron informaciones sobre cómo el cónsul
de México podía estar relacionado con redes de blanqueo y grupos de importantes
narcos de Cataluña”, indica Antoni Rodríguez, responsable de la División de
Investigación Criminal de los Mossos.
Los agentes catalanes
descubrieron que el cónsul compatibilizaba la misión diplomática con relaciones
poco recomendables. Y recogieron en un diagrama sus tóxicas conexiones. El
responsable de los Mossos Rodríguez acreditó vínculos entre Herrera y Simón
Montero Jodorovich, miembro de una célebre estirpe de narcos originaria de
Centroeuropa que se asentó en Cataluña en los años 30 y que está siendo
investigado por tráfico de drogas, blanqueo y tenencia ilícita de armas.
Los Mossos también
detectaron una estrecha relación de Herrera con el empresario mexicano Bernardo
Domínguez Cereceres, propietario del grupo editorial Malpaso y socio de Jordi
Pujol Ferrusola, el mayor de los siete hijos del expresidente catalán Jordi
Pujol. Detenido en 2018, Domínguez Cereceres está investigado por blanquear
presuntamente fondos para la saga del exdirigente catalán.
“Fidel Herrera y mi
editorial no tienen ninguna relación”, contesta Domínguez Cereceres, que admite
que conoce al dirigente porque “comía y cenaba con él cada dos o tres meses”
durante su etapa de Barcelona. Añade que Herrera asistió a su boda en 2016.
El diagrama de
tentáculos tóxicos de los Mossos ligaba también a Herrera con el narco mexicano
Juan Manuel Muñoz Luévano, alias Mono Muñoz, presunto enlace en Europa del
cartel de los Zetas que fue arrestado en Madrid en 2016 por blanqueo y
narcotráfico.
El nexo Herrera-Mono se
fraguó, según los investigadores catalanes, a través de Humberto Moreira,
expresidente del PRI detenido también en Madrid en 2016 por su conexión con los
Zetas.
Jordi Segarra, un
consultor político andorrano investigado por blanqueo en México por sus
campañas para un partido aliado con el PRI en Coahuila, el Estado de México y
Nayarit, planeaba también en el diagrama de los Mossos como “colaborador” de
Herrera en Barcelona. “Solo vi a Herrera en dos cenas. No tuve ninguna relación
más. Le conozco como a muchos políticos mexicanos”, zanja Segarra.
Los Mossos no pudieron
convertir los indicios contra Herrera en una causa judicializada. No les dio
tiempo. El priista renunció en enero de 2017 a su puesto como cónsul de México
en Barcelona. El detonante fue el estallido de un escándalo que le vinculaba
con la compra de material sanitario y medicinas falsas para tratar el cáncer
durante su etapa como gobernador del Estado de Veracruz (2004-2010).
Junto al radar de los
Mossos, EE. UU. también siguió de cerca los movimientos de Herrera. Altos
funcionarios policiales estadounidenses monitorizaron los pasos en México,
España y EE. UU. del cónsul en Barcelona. “A Herrera siempre le gustó el
soborno”, explica un alto oficial de la DEA. Esta fuente vincula al dirigente
con intereses en el universo de las carreras de caballos y en los sectores
petrolíferos y minero. Y no confirma –como es norma en la DEA- si la agencia
investiga hoy a Herrera.
“Todo el mundo en la
sede de la PGR en España sabía que Herrera era un corrupto, el más corrupto.
Tenía muy mala reputación. Sin embargo, no se le investigó [durante su mandato
como cónsul en Barcelona]”, abunda una fuente conocedora de las investigaciones
de la PGR en España, donde radica el cuartel general de la fiscalía mexicana en
Europa.
Fidel Herrera en 2015
durante sus días de diplomático en España.
Fidel Herrera en 2015 durante sus días de diplomático en España. CORTESÍA
La curiosidad por
adentrarse en los manejos de Herrera en Barcelona empujó al Ayuntamiento de la
ciudad condal a encargar en marzo de 2018, un año después de que el dirigente
partiera de España, un informe sobre el controvertido cónsul. El documento
censuraba la designación del mandatario mexicano, abogado de formación y sin
experiencia diplomática. “Su nombramiento fue rápido, sin recibir la aprobación
del Senado de México”, recoge el informe. Una tesis que también sostiene una
fuente de la embajada mexicana en España. “El nombramiento de Herrera como
cónsul en Barcelona fue orden directa de Peña Nieto, de Los Pinos [sede del
palacio presidencial]. No hay nada de esa orden por escrito, se hizo
verbalmente…”
Como los Mossos d’Esquadra, las pesquisas del Consistorio conectaban al diplomático con el supuesto blanqueador de la familia Pujol, Domínguez Cereceres, su editorial, Malpaso y el restaurante mexicano de Barcelona Bésame Mucho.
La investigación
municipal, además, desempolvaba la ligazón de Herrera con el narco.
La conexión con el
narco
“Los Zetas llamaron a
Herrera Zeta 1 porque dirigía el Estado [de Veracruz]”, dice Arturo Fontes, un
exagente del FBI que investigo los cárteles en México y Colombia. “El
exgobernador recibió millones de dólares a través de enlaces para que los
cárteles operaran con impunidad”, añade este exinvestigador, hoy al frente de
la firma de seguridad privada Fontes International Solutions.
Jorge Rebolledo,
consultor de seguridad con más de una década de experiencia en Veracruz,
explica así la vidriosa relación del dirigente con el crimen: “Herrera dejó [al
cartel de los Zetas] hacer negocios y se benefició económicamente de su
presencia”. Afectado por un derrame cerebral, Herrera, de 71 años, siempre ha
negado las acusaciones. Su hijo Javier dice hoy a través de Twitter que su
padre está demasiado débil para responder a las preguntas.
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