Pedro Echeverría V.
1. Muchos dicen que López Obrador –por su honestidad y sus miles de giras durante 10 años en el país- es la única o última esperanza para un político electorero y pacifista. Todos los políticos –desde los años 40- durante sus cinco meses de campañas presidenciales recorren todas las capitales de estados de la nación pidiendo el voto y prometiendo cambios profundos que luego no se hacen. AMLO desde 2004 comenzó sus recorridos diarios y no ha dejado de hacerlos; parece que son los que le dan vida política y física. En 2006 y 2012 sufrió gigantescos fraudes electorales y hoy ha declarado que si lo postula su novísimo partido político (Morena) será candidato presidencial en 2018.
2. Hoy en un artículo escribe el analista político Guillermo Almeyra: “Los partidos como el PRD y ahora Morena, que en algunos momentos despertaron la esperanza de ser posibles canales para un cambio social profundo, se ven reducidos a disputar el poco honroso puesto de principal fuerza parlamentaria cuando el Congreso no tiene la menor independencia frente al Poder Ejecutivo y, principalmente, frente a los amos trasnacionales de la economía. Almeyra, que es un inteligente escritor, tiene la razón cuando señala que el congreso ha demostrado en toda su existencia que no posee ni un mínimo de independencia del poder del mandatario en turno. Estas aseveraciones parecen verdades imbatibles.
3. El PRI nunca ha dejado de “ganar la mayoría” de las diputaciones en las elecciones de medio sexenio; incluso durante los gobiernos del PAN conservó ese dominio; pero Morena sueña con ganar esa mayoría en 2015. Está bien animar a la gente diciéndole que “vamos a ganar” porque no se puede decir lo contrario; pero en caso de no poder ganar, ¿cuál sería la alternativa después de seis procesos electorales que comenzaron con el fraude a Cárdenas en 1988? Alguien respondería de inmediato: pues esperar 2024, 2030 y cada seis años hasta que los electores decidan cambiar su voto o pase algo. Me pregunto: ¿Por qué en Venezuela, Bolivia, Ecuador, decidieron cambiarlo?
4. En Venezuela, Hugo Chávez (ex militar del ejército) tuvo que usar la violencia, incluso irse a la cárcel por un fracasado golpe de Estado, para obtener el gran apoyo de la población y ganar las elecciones de 1998. En Bolivia Evo Morales tuvo que fundar el MAS, derrotar a Sánchez de Lozada y la guerra del agua, a Carlos Mesa y la guerra del gas para con grandes apoyos indígenas asumiera en 2006, luego 2010, la Presidencia. Para que Correa asumiera la Presidencia en Ecuador en 2006 y luego cambiar la Constitución, tuvo que ser derrocado Lucio Gutiérrez y ser ministro de economía del gobierno de Alfredo Palacios. A ninguno de los tres les fue fácil.
5. En México la izquierda socialdemócrata o electoral vive ilusionada en que la gran burguesía, aliada a los EEUU, les va a entregar fácilmente el poder por el sólo hecho de decir que no son socialistas, ni tener que ver con los gobiernos de Cuba, Venezuela o Bolivia. Por el contrario, quizá hay que cambiar el discurso demostrando el carácter capitalista de la Constitución que justifica la explotación, la miseria del pueblo, los grandes saqueos de la nación, la profunda diferencias entre ricos y pobres e impedir la distribución equitativa de la riqueza. Quizá habría que comenzar a convencer al pueblo para que comprendan la basura que son los medios de información.
6. ¿Por qué se espanta al pueblo diciéndole que Hugo Chávez, que Fidel Castro, que López Obrador es un peligro para México y se tiene que estar negando la ideología? Cuba fue invadida por yanquis en 1962 y luego se acordó en la OEA un bloqueo económico que no ha cesado después de 50 años; en Venezuela los yanquis y la gran burguesía propinaron un golpe de Estado en 2002 y fracasaron, pero no han dejado de conspirar para derrocar al gobierno; lo mismo se puede decir que pasa en Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Argentina. Hasta hoy parece que se ha tenido mucho miedo en México en la lucha contra el sistema capitalista de explotación.
7. Dicen violentamente en los medios: “Usted es comunista”; la respuesta debería ser: “sí, como mucha honra, y qué, ¿acaso usted no es capitalista explotador, creador de la miseria del 80 por ciento de nuestro pueblo y apoyador de todas las guerras en mundo? Me dicen que no se puede decir porque nuestro pueblo no entiende, se asusta, es aún ignorante políticamente y hay que callar. Puta, hace 54 años que me dicen que se debe callar porque la iglesia, los empresarios y los medios han educado al pueblo en el anticomunismo. ¿Hasta cuándo vamos a estar callando vergonzosamente nuestra ideología? ¿Por qué ellos si pueden hablar bien del capitalismo, de su enriquecimiento, de su acumulación de riquezas, de sus invasiones, de sus guerras? (9/II/14)
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