Por: Fidel Quiñones Marín.
Al estilo de película futurista, los docentes se mantienen a la
expectativa de ser convocados para el segundo grupo de evaluados (parafraseando
a Ricardo Arjona, no es casualidad evaluados rime con sacrificados). ¿Qué
podemos esperar?
Aplicando un criterio terapéutico puedo afirmar que: para
visualizar el futuro se puede analizar que ha sucedido en el pasado. Es decir,
los ajustes que realizará la autoridad educativa al proceso de evaluación del
desempeño docente para la edición 2016, servirán para afinar la estrategia de
selección y exclusión magisterial. Así comenzó en el 2013, el entonces
secretario de educación pública lanzaba la amenaza: “el maestro repruebe el
examen se va”, así se aplicó en el 2015 con el actual secretario: “quien no
asista a la evaluación (examen) será cesado” y así se vislumbra para el 2016:
“quien se resista a la evaluación (examen) quedará fuera del servicio”.
Las escenas del 2015 se repetirán, sumadas a las recomendaciones
de la OCDE a la SEP para la evaluación del desempeño docente y al hermetismo
sobre las rúbricas de evaluación. Enlistemos: un largo periodo de espera para
el anuncio oficial de los maestros convocados a la evaluación. La
petición de las autoridades inmediatas superiores de mantener actualizado el
correo personal “porque ahí les llegará la notificación de la evaluación”, la
solicitud de evidencias de enseñanza de la etapa 2 en la última semana del
ciclo escolar y subirlas en periodo de “receso de clases”. La apresurada etapa
1, correspondiente al informe de responsabilidades que realiza el director
(aunque no se considere para el puntaje). Y por último, la maratónica
evaluación de las etapas 3 y 4, con la presencia de los nuevos “promotores de
la Reforma Educativa”, es decir todas fuerzas de seguridad pública que sea
posible convocar, para garantizar el supuesto “derecho a la evaluación” ante la
presencia de “personas violentas”. Como ejemplo específico recordemos el
desfile de autobuses patrocinados por los sindicatos magisteriales para
garantizar el acceso del personal a evaluar y los ¿compañeros maestros?
invitando a ingresar a las sedes de evaluación. Escenas que recuerdan la
película “Soylent Green” titulada al español como “Cuando el destino nos
alcance” en la cual los ciudadanos que voluntariamente habían decidido
despedirse (sacrificarse) accedían el sueño eterno. Lamentablemente en el
final el protagonista lanza el grito de alerta: “¡Somos nosotros! ¡Nos estamos
comiendo a nosotros mismos!”. Es el principio del utilitarismo: el sacrificio
de la minoría por la mayoría. La nueva selección y exclusión docente para
garantizar el bien superior de la niñez a una educación de calidad.
Algunas personas pensarán que lo expresado es una exageración, que
los resultados de esta evaluación no son tan malos. Entonces, si no es
así ¿por qué las autoridades mantienen y promueven a través de los medios
oficiales que el 51% de maestros requieren de manera urgente la capacitación,
dado que resultaron insuficientes o pasaron de “Panzazo”?. A pesar de que
“suficiente” significa de manera literal “idóneo”. La intención: señalar a
quienes lograron desempeño suficiente como presuntos maestros no idóneos (los
futuros no idóneos)
El mismo secretario de educación pública, el pasado 10 de marzo en
el noticiero Hechos Noche con Javier Alatorre aseguró: “maestro que no acudió a
la evaluación ya fue cesado” “maestro que no se evalúe será cesado” “maestro
que repruebe en tres ocasiones será cesado”. El destino segregar a los
docentes.
Por si esto fuera poco, en la pasada reunión del día 8 de marzo
ante la CONCANACO, el mismo secretario al referirse a los logros de la Reforma
Educativa señaló: “se aplica la ley, se descuenta el salario a aquellos
maestros que faltan injustificadamente; se separó a profesores que no
presentaron la Evaluación del Desempeño, y se depuró la nómina magisterial, al
separar a comisionados sindicales para que sean pagados por su gremio…. Se
acabó la venta y herencia de plazas, así como el pase automático a egresados de
escuelas normales” y aseguró que la Reforma Educativa quita
el monopolio a las normales para que sólo sus egresados sean maestros.
Así las cosas, reproducen el discurso oficial que iniciaron en el 2013: ser
maestro normalista es equiparable al delito de venta de plazas, la formación
normalista es inferior a la formación universitaria y se reitera la intención
desaparecer el magisterio como grupo social (arrebatarle el carácter
gremial). José Luis Anzures, en su artículo “Lo predecible. El circo de
la estigmatización” nos alerta de la pretensión del gobierno: instalar en la
conciencia de los profesores (y de la sociedad) los grupos de desempeño, como
las nuevas castas sociales y laborales (¿castas magisteriales?) con las cuales
habrán de identificar, catalogar y pagar a los docentes. Es decir, se vuelve a
confirmar que la unción de la idoneidad no es el motor de la calidad educativa.
Así las cosas, habremos de afrontar la evaluación al desempeño
docente desde la lógica neoliberal del torneo medieval: luchar –unos contra
otros- por el reconocimiento del 35% de aumento salarial o establecer un curso
de acción alternativo que implica: apegarse al derecho emergente a la
evaluación incompleta como una estrategia de resistencia y una exigencia a la
capacitación antes de la evaluación. En la misma lógica, los ejecutores de la
reforma educativa se mantendrán al acecho de quienes se nieguen a la evaluación
completa.
Eso y más… cuando la evaluación nos alcance.
Fotografía:
jornada.unam
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