Por Carlos Emilio Gidi
¡El PRI! Esa perniciosa
maquinaria de control social con fines reproductivos de poder, se convertirá en
algún momento próximo en una especie de basura histórica del
devenir de la República Mexicana. De la misma forma en la que han dejado su
impronta triste todas las dictaduras y los totalitarismos de todas las
latitudes y épocas.
En México sucederá esa
transición cuando se entrecrucen en un fatídico punto de inflexión la furia
social, la sed de justicia y las armas; es decir, cuando terminen por arrinconar a
México al extremo de generar una nueva revolución. O, en
el más deseable de los casos, cuando aprovechando una afortunada alternancia de
mandos, coincidan en la sociedad un despertar de conciencias de proporciones
determinantes y casi simultáneo de los mexicanos más esclarecidos por un lado y
surja un nuevo grupo de gobernantes que estén tocados por 3 virtudes esenciales
al menos: valentía, honradez y nobleza (quería agregar bondad pero me pareció
excesivo; no por no ser deseable sino por ser un concepto tan extraño a la
política)
Espero
presenciar ese suceso; aquel en el que lo que es basura anacrónica se va a
la basura de la historia, se tapa el bote y listo. Pero si no lo alcanzo a ver
yo, al menos en toda su extensión, estoy seguro que lo verán suceder mis hijos
y me reconfortará saber que ellos sabrán que yo ayudé en todo lo que pude a que
eso pasara.
Mientras no sucede, tenemos que
vivir en medio del basurero: un basurero con mucha sangre por cierto, en el que se ha convertido alestado
de Veracruz. Da
vergüenza ver a Duarte y su maquinaria defenderse como inocentes,
repugna verlos atacar a otros con los argumentos que más reflejan su propia y
paupérrima personalidad y, desde luego, también y primordialmente sus
acciones. Duarte y su gobierno ha robado,
asesinado, destapado la miseria y trastocado la moral y los valores públicos a
tal grado que se ha formado un nuevo credo; una religión: la de la transa para unos; la de la limosna, para muchos otros, y la de la más absoluta miseria
para el resto…enorme resto, que ya sin esperanza de ninguna clase ven pasar la
vida aceptando el estigma incrustado a base de una tenaz voracidad.
¿Será
que sus aliados querían eso realmente o sólo era su trabajo y había que
obedecer al jefe? ¿Querían hacernos todo lo que nos hicieron? ( y yo me incluyo
en la larga lista de agraviados, aunque mis problemas con esta casta de
indolentes en nada puede compararse con lo que le han hecho a los más pobres de
entre los veracruzanos y que son la mayoría: despojarlos de todo)
Fidel Herrera y Javier Duarte y
muchos, muchos de sus “colaboradores”, súbditos y compinches SON CRIMINALES de
cepa y sin remedio, formados a sí mismos y respaldados por ese sistema de
coerción llamado PRI (o sea, el basurero actual y la futura
e incuestionable basura histórica). Como tal debemos
entenderlos y corresponderles. Y no hay para esto más que una
única e inequívoca acción elemental: NO VOTAR POR EL PRI. Lo que
equivale a no empeñar la conciencia y a no vender la dignidad.
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