Rafael Barajas (El Fisgón)
En su
artículo Romper una lanza II, Bernardo Bátiz ( La Jornada, 1/7/13,
p. 21) afirma que –según su percepción, su experiencia y su trato con muchos
panistas– la raíz nazi del PAN no fue ni la más importante ni la más
representativa de ese instituto político. Recuerda la veta social-cristiana,
inspirada en el filósofo francés Jacques Maritain, el personalismo comunitario
de Emmanuel Mounier y las encíclicas sociales de la Iglesia católica como la Rerum
Novarum o laPopulorum Progressio. Bátiz afirma que estas
doctrinas humanistas inspiraron una serie de propuestas de avanzada en materia
de justicia social y que fueron enarboladas en su momento por Acción Nacional.
Bátiz
tiene razón cuando afirma quela verdad es una, pero no todos vemos lo mismo de
cada hecho o cada cadena de hechos e interpretamos con el tamiz de nuestra formación,
nuestra información y nuestras preferencias y pasiones. Él habla con autoridad
de las raíces social-cristianas del PAN porque las estudió, se formó en ellas,
y ha sido consecuente con ese pensamiento. Por eso mismo, cuando aborda el
tema, parece hablarnos más de su historia personal que de la historia del
partido fundado por Gómez Morín. Como en todos los grupos políticos grandes, en
ese partido convivieron y debatieron corrientes y grupos con ideas distintas y
algunos simpatizaban más con el monarquista Charles Maurras que con el
humanista Maritaine.
En su
artículo, Bátiz afirma que esa raíz, expresiones particulares [filonazis]
de algunos militantes de la primera hora, se agotó pronto, no dejó huella
importante en el PAN y apenas resurgió recientemente con la atropellada llegada
de los empresarios y el Yunque. En realidad, el peso que tuvieron los filonazis
en los primeros años del PAN fue tan grande que marcó su postura ante la
Segunda Guerra Mundial; en todo el mundo –no sólo en ese partido– las
expresiones filonazis se acallaron tras la derrota final de Hitler, en 1945
(los simpatizantes del Führer se dispersaron, se reciclaron –algunos como
activos de laguerra fría– o asumieron un perfil muy bajo), pero no
desaparecieron del todo. En una entrevista publicada en el blog sinembargo, el
18 de junio pasado, Noé Aguilar Tinajero, ex presidente del PAN en el estado de
México, relata que el filonazi mexicano Salvador Borrego,desde hace 30 años da
pláticas a jóvenes panistas y no duda en culpar a los judíos, como nazi del
siglo pasado, [de] la crisis económica mundial(http://www.sinembargo.mx/18-06-2013/658380).
Por lo demás, el PAN siempre tuvo un sector ultraconservador, fanático y
religioso que cultivó los lazos con el franquismo incluso después de la muerte
de Franco. La fuerza que tomó la ultraderecha en el PAN a finales del siglo XX
no se explica por la mera llegada de los empresarios y el Yunque. Esos grupos
nunca habrían llegado sin la ayuda de las fuerzas más reaccionarias del partido
que les abrieron la puerta y los ayudaron a encumbrarse. En este proceso, los
sectores social-cristianos –como el Foro Democrático y Doctrinario al que
pertenecía Bátiz– estaban de más y se tuvieron que salir. Con ellos se salió la
veta social-cristiana y la herencia de Maritaine y Mounier.
Resulta
curioso que en el debate sobre la raíz nazi del PAN, los panistas de hoy
–enfrascados en pleitos internos alrededor de temas más pícaros y rentables–
han rehuido el debate histórico y los pocos miembros de ese partido que han
dicho algo sobre el tema lo han hecho sin mucha convicción, como si esperaran
que se olvidara pronto. Gerardo Ceballos asegura que la historia y los
documentos del partido descartan que haya una base de ese tipo en Acción
Nacional. Pero la revisión histórica confirma que, en sus primeros años de
vida, ese partido estaba alineado con el Eje y que sus miembros eran
anticardenistas, anticomunistas, antirrepublicanos españoles, antisemitas y antichinos.
Aminadab Pérez Franco argumentó que “si el PAN tuviera un origen de esa
naturaleza se tendría que reflejar de alguna manera, en el desempeño del
partido, con actitudes violentas, racistas o autoritarias, pero nada de ello
sucede en el blanquiazul”.Después de la guerra contra el narco de
Calderón y la militarización del país, ¿puede alguien sostener que ese partido
no tuvo un desempeño violento y autoritario cuando estuvo en el poder? ¿Acaso
el clasismo intrínseco en las tesis y las políticas económicas neoliberales
está totalmente exento de racismo? En corto, los panistas justifican el
germanismo de sus padres fundadores con el argumento de que en aquel
tiempomuchos mexicanos simpatizaban con Hitler. Nazismo de muchos, consuelo de
panistas. El PAN nos sigue debiendo una reflexión sobre el tema de sus raíces
nazis.
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