Martín Moreno Correo
Igual que Carlos Salinas de Gortari, el virtual candidato del PRI a la Presidencia, Enrique Peña Nieto, recurre a un libro -México, la gran esperanza- para presentarse ante la sociedad rumbo a 2012. Mientras el ex presidente ha intentado justificar, sin éxito, el desastre financiero provocado por el salinismo, el mexiquense pretende explicar por qué quiere llegar a Los Pinos.
En un país bajo en lectura -según el Conaculta, sólo 27% de los mexicanos leyó un libro en el último año, mientras en Reino Unido lo hizo 87% y en Francia 71%- se antoja difícil que un libro de corte político sea un éxito de ventas. Es evidente que un segmento considerable de lectores prefiere novelas, autosuperación y hasta escándalos o chismes.
Sin embargo, con los libros está ocurriendo un fenómeno tan innegable como alentador: aparte de la fascinación al leerlo -a quienes gustan de la lectura-, para periodistas, analistas y escritores se ha abierto una veta de libertad de expresión muy valiosa, debido a que en algunos medios de información prevalecen temas censurados u ocultados. El libro es libertad.
¿Podrá el libro de PeñaNieto ser un best seller?
Eso lo dirán sus ventas.
Para los periodistas es obligado leerlo. ¿Por qué? Por tres razones: porque es el puntero en las encuestas presidenciales de 2012; porque es un político del cual se podrá hablar mucho, para bien o mal; y por ética profesional: no se puede escribir de quien no se conoce.
Pero más allá de libros, políticos y periodistas, por encima están los ciudadanos, sobre todo aquellos que votarán en la próxima elección presidencial. Esa será la opinión -una cruz sobre la boleta electoral- más importante y definitoria.
A prácticamente ocho meses de la presidencial, vale preguntarnos: ¿Quién es realmente Enrique Peña Nieto? ¿Conocemos, como votantes, su pensamiento, su trayectoria y, fundamentalmente, su proyecto de nación?
Y lo más importante: ¿votaría usted por Enrique Peña Nieto para ser Presidente de México?
Insiste en presentarse como la "nueva generación del PRI", pero la praxis política muestra una contradicción: va en la boleta electoral, en 2012, junto con esa calamidad llamada Elba Esther Gordillo, quien tiene todo -dictatorial, tramposa y, lo más grave: responsable de la desgracia en la educación básica-, menos ser moderna o demócrata. Además, el PRI irá también con el Partido Verde, desprestigiado por el oportunismo político y las maniobras oscuras de una familia (los González). Eso sí: muy ricos.
Peña Nieto podrá mostrarnos un lenguaje novedoso, pero sus aliados electorales nos transportan a la política de siempre: la del chantaje, la del abuso y, principalmente, la de cero beneficios para los votantes.
El virtual candidato presidencial del PRI no ha estado exento de conflictos. Hay temas públicos que seguramente saldrán durante las campañas. Ya veremos de qué está hecho Peña Nieto.
Hoy por hoy, apenas comienza a conocerse la propuesta de gobierno del priista que encabeza las encuestas rumbo a la Presidencia. Habrá que verlo en la brecha: en la plaza pública, en templetes, en entrevistas a fondo, en debates con López Obrador y con ¿Vázquez Mota, Creel o Cordero? -que resultarán decisivos para aquella franja de 35% de indecisos, ahora, en cuanto a elegir Presidente de la República-. Ahí sabremos cuál es la verdadera estatura del aspirante del priato.
¿Nuevo PRI? En las páginas de Excélsior lo hemos escrito en esta columna: no hay viejo ni nuevo PRI. Es uno, y es el mismo. El de siempre. Los priistas no fueron diseñados para la democracia.
No sabemos qué tanto permee o influya el libro de Peña Nieto entre los votantes del primero de julio próximo.
Desconocemos cuál será su alcance. Hay de dos: o se convierte en piedra angular para conocer al político Enrique Peña Nieto o termina como los libros-ladrillo de Carlos Salinas de Gortari: arrumbados en los saldos de las librerías. Y de la historia.
Usted, ¿votaría por Peña Nieto?
ARCHIVO CONFIDENCIAL
* SINALOA Y GUADALAJARA: LA BARBARIE. Mientras el discurso presidencial confirma que continuará la misma estrategia contra el narco -más plomo que inteligencia-, el regadero de cadáveres continúa: 16 calcinados en Sinaloa y 23 ejecutados en Guadalajara. El gobernador Malova paralizado y el jalisciense, Emilio González, aún instalado en el sueño del ya archivado éxito de los Juegos Panamericanos. Y un indicativo insoslayable: de acuerdo a la encuesta Mitofsky-MUCD, sólo. ¡uno de cada diez mexicanos cree que el gobierno ganará la guerra contra el crimen organizado!, y ocho de cada diez considera que la seguridad es peor que la que se tenía hace un año. ¿Leerá estos indicadores el presidente Calderón y, sobre todo, le preocuparán?
Twitter: @_martinmoreno
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