Quien conozca la obra de Gabriel García
Márquez, Alejo Carpentier, José Donoso, Augusto Roa Bastos, etc., sabrá lo que
significa la expresión "Real Maravilloso". Un concepto vital, propio
de tierras americanas, que se nutre de la expresión natural de nuestras distintas
razas y culturas; de la exuberancia vegetal y animal que se dan profusamente en
este continente y preferentemente del río Bravo hacia el sur. Este movimiento
literario es una respuesta a lo "maravilloso" artificial que se venía
construyendo en Europa, con obras de buena factura, pero que necesariamente
recurren a lo fantasioso y lo sobrenatural, a fin de construir escenarios que
puedan maravillarnos.
Aquí en América, solo hacía falta
voltear y ver el paisaje, los colores, el sonido propio de nuestra cultura, las
tradiciones, la vegetación y la fauna autóctonas, para comprender que se vivía
en un paraíso especial, que no necesitaba de muletas artificiales. Las obras
literarias que corresponden a este periodo creativo, conocido como "Boom
Latinoamericano", están repletas de esa identidad latinoamericana y
festejan orgullosas el hecho de ser parte de esta fiesta natural.
Estamos hablando cuando mucho, de hace
40 años. Y sin embargo, ¿qué nos queda de este orgullo por lo nuestro?
Pudiéramos decir que muy poco. Los gobiernos del PRI y PAN que han desfilado
durante ese periodo, han devastado a tal grado la riqueza nacional, que resulta
irreconocible lo exuberante de aquel entonces, comparado con la pobreza general
que vive la nación.
En principio, las leyes del mercado
neoliberal que nos impusieron, intentan establecer una manera de vida "a
la americana", queriendo convertir al mexicano en un gringo de segunda,
bueno para la maquila y el trabajo mal pagado, pero despreciado por su color y
sus costumbres latinas. Estábamos acostumbrados a que esto sucediera del otro
lado del río Bravo, pero no dentro de nuestras fronteras.
No es que tomemos lo mejor de la
cultura anglo-sajona y lo incorporemos a nuestra identidad; se pretende que
renunciemos a nuestras raíces, adoptando valores que nada tienen que ver con el
legado recibido de nuestros antepasados. Los medios de difusión se encargan en
buena medida de esta pérdida de valores. Modismos, comportamientos y sobre todo
anglicismos mal entendidos, forman parte de esta grotesca vestimenta marca USA.
Nos inducen a desconocernos como mexicanos.
En cuanto a nuestra tierra, a sus
pueblos, sus comunidades, sus ciudades, todo es miseria y abandono
institucional. Las mineras extranjeras se han apropiado de buena parte de
nuestro territorio; el turismo mal entendido, cambia el entorno natural en
donde se establece, reduciendo a los habitantes de la región, a subempleados
que apenas subsisten dentro de una economía explotadora; los desarrollos
industriales hacen lo propio y contaminan aparte el ambiente natural que los
recibe.
La inseguridad y la violencia, fruto de
este sistema neoliberal que aniquila la propiedad pública empobreciendo y
envileciendo al ciudadano, hacen imposible la vida en amplios sectores de la
provincia mexicana. Se vive casi de milagro y se puede morir en cualquier
segundo, sin razón ni motivo de por medio.
Lo Real Maravilloso que aún es parte
del paisaje nacional, se ve ensombrecido por el deterioro inducido por nuestro
gobierno, para beneficiar a las entidades financieras que radican del lado
norte de nuestra frontera.
Es como si viviéramos actualmente en un
México adormecido, anestesiado o drogado, que no acaba de hacerse cargo de sí
mismo y que por lo tanto, se deja abusar por políticos inescrupulosos que lo
único que persiguen es su interés personal o de grupo. Las maravillas del país
están ahí, contaminadas, descuidadas o concesionadas por la autoridad, pero aún
son parte de nuestra herencia y esperan que despertemos en algún momento y
volvamos a dignificar la vida pacífica y próspera de hace unas décadas.
Después de tantos años de explotación,
merecemos reconquistar todo lo nuestro y hacer valer nuestra identidad, ante
los intereses económicos nacionales y extranjeros. Como mexicanos estamos
orgullosos de nuestras raíces; reconquistemos lo nuestro con un cambio de
rumbo.
2018 está cada vez más cerca y la
posibilidad de cambio estará a nuestro alcance, si todos tomamos conciencia de
que la vida es un regalo maravilloso que podemos disfrutar en paz y harmonía.
Perder un día, un año de vida es siempre lamentable, pero perder toda nuestra
vida, agobiados por la miseria y el miedo constantes, es algo imperdonable.
Luchemos por el cambio en este 2018. No más PRI y no más PAN en el futuro.
Regresémosle a México todo su esplendor y maravilla.
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