El 23 de junio de 2016, Blanca Ninfa, madre de Uriel,
uno de los jóvenes desaparecidos hace 18 meses en Papantla, presuntamente por
elementos de la policía Estatal, recibió la primera llamada amenazadora. Le
dijeron que si continuaba con la búsqueda de su hijo, la matarían y, también, a
su otro hijo como lo hicieron con Uriel. “Me dijeron que dejara de andar
armando tanto desmadre, porque me iban a hacer lo mismo y que a mi hijo mayor
me lo iban a matar igual, pero que a él si me lo iban a aventar en el patio
para que no lo anduviera buscando, como lo hacía con mi Uri”, recuerda la
atribulada mamá. Raymunda Pérez, abuela del otro joven desaparecido, Luis
Humberto, dice que, también, ha sido amenazada, pero confiesa que al menos le
gustaría saber dónde están los restos de su nieto. “Están perdidos, no se sabe;
cuando menos queremos saber de los restos de mi hijo, es lo que yo quiero”,
dice llorosa la mujer de 85 años.
“Pienso mucho en él, más bien siento feo que
le haya pasado algo, que sí le pasó, le pasó, donde no aparece ni vivo ni
muerto, yo tanto periódico que compra mi yerno y ahí veo los que quedan
amarrados”. Y es que las familias no han podido llorar a sus familiares si es
que están muertos, o vivir de nuevo la alegría si los devuelven con vida, ya
que la Fiscalía General del Estado no les ha confirmado si los restos hallados
hace un año y medio corresponden a los de los jóvenes.
Ha pasado año y medio
desde que personas vestidos de policías y en camionetas pintadas como si fueran
de la corporación se llevaron por la fuerza a los dos jóvenes en Papantla, y la
madre y abuela sobrellevan los días entre la zozobra de no saber en dónde están
y el silencio de las autoridades. Ya les tomaron muestras de ADN que,
presuntamente, fue compulsada con infinidad de cadáveres encontrados en aquella
zona y nadie les informa nada. Les dicen que las muestras están en Xalapa y
periciales y nada más, en tanto las amenazas se acrecientan, dice Blanca Ninfa.
Y es que la madre de Uriel ha recibido infinidad de llamadas en las que la han
amenazado de muerte para que claudique en la búsqueda de su hijo. “Estaba
rindiendo mi declaración y me estaban llegando los mensajes pidiéndome dinero
por mi hijo y diciéndome que dejara de armar tanto escándalo”, narra. “Que
dejara de embarrar a Bernardino Castillo, inspector en ese momento, ahora
detenido, y que también tuviera mucho cuidado, porque hasta el presidente
municipal que es, todavía, Marcos Romero estaba en todo esto”. Me dijeron que
dejara de andar armando tanto desmadre. En fin, esa es la justicia en Veracruz.
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