TRIBUNA
ABIERTA
MARX EN TIEMPOS
DE CORONAVIRUS
Qué implicaciones le significan a las
clases sociales la reducción de actividades de todo tipo.
El covid-19 está
reprimiendo la actividad productiva en gran parte del mundo, empero, no es
cualquier actividad productiva de la que estamos hablando, sino que ésta, al
estar operando en el marco del capitalismo, tiene un significado único y
particular. Más allá de hacer un recuento en términos de crecimiento lo que le
costará al mundo la crisis impuesta por el nuevo coronavirus, de lo que se
hablará aquí es de qué implicaciones le significan a las clases sociales la reducción
de actividades de todo tipo.
Hablar de capitalismo
es comprender que la economía está constituida por tres esferas: la esfera de
la producción, la esfera de la circulación y la esfera de la reproducción. La
esfera de la producción no es otra cosa que todo trabajo cuyo fin sea la
producción de bienes y servicios. La esfera de la reproducción alude al consumo
y disfrute de aquellos bienes y servicios para asegurar la reproducción de la
especie humana. Finalmente, la esfera de la circulación es aquella en la que se
da el flujo de capital, dinero y mercancías.
La particularidad de
estos tres aspectos en el capitalismo, no obstante, es que ambos se encuentran
supeditados a la acumulación de capital: producción de bienes y servicios para
el capital; consumo y disfrute de bienes para el capital. Por lo tanto, para que
ambas esferas de la economía capitalista operen normalmente, necesitan que haya
fuerza de trabajo puesta en marcha, en otras palabras, que la clase trabajadora
acuda a sus puestos de trabajo.
La necesidad de
desplazamiento de la fuerza de trabajo es también producto del modo de
producción capitalista. En otros modos de producción anteriores, fuerza de
trabajo y medios de producción se encontraban materialmente ligados. Por
ejemplo, el siervo recibía protección de su señor feudal, por lo que vivía dentro
del feudo. Con la llegada del capitalismo allá por el siglo XV-XVI, los siervos
pasaron a ser asalariados: ya no estaba bajo la jurisdicción de su señor
feudal, pero ahora no recibían de su protección, por lo que medios de
producción y fuerza de trabajo quedaron oficialmente divorciados.
Dicha separación
histórica entre medios de producción y fuerza de trabajo se problematiza (y
mucho peor en esta coyuntura) si somos capaces de dar cuenta de que la vida
humana se encuentra subordinada y encadenada a la producción y reproducción del
capital, so pena de muerte. Marx (1867) sería el primero en darse cuenta de
ello:
“El propio mecanismo
del proceso de acumulación, (…) esto es, de los asalariados que transforman su
fuerza de trabajo en fuerza creciente de valorización al servicio del creciente
capital, y que por tanto se ven obligados a perpetuar la relación de
dependencia que los liga a su propio producto, personificado en el
capitalista”. (pág. 763).
Son las clases
trabajadoras las que más han de preocuparse, no por convertirse en un vector
del COVID-19, sino por su patente dependencia política salarial que tienen con
los capitalistas. The Independent señalaba
hace una semana sobre la cuerda floja en la que se encuentran posicionados las
clases trabajadoras. Una realidad sutil, pero brutal. No trabajar para el
capital (producción) es no tener capacidad para satisfacerse (reproducción).
La introducción de la
discusión sobre la informalidad económica complejiza el análisis. Si el
capitalismo es una relación social de producción salarial, entonces la
informalidad no significaría que estos trabajos escapen de la dinámica de
subordinación y dependencia bajo el capital (habría que saber qué porcentaje de
los trabajadores en negocios informales son asalariados y qué tantos otros son
empleadores); incluso, sea esta fuerza de trabajo la más indefensa a la hora de
decretar cuarentena: por un lado sus capitalistas no se verían obligados a
acatar el asueto laboral, poniendo en riesgo la salud de esta población,
mientras que por el otro lado se encuentran económicamente dependientes del
capital como todos sus congéneres.
En estos momentos de
paro no sólo la clase trabajadora es la que sufrirá, sino que la clase
capitalista también lo hará (y donde más le duele): al no haber fuerza de
trabajo que ponga a trabajar todo su capital invertido no puede haber
generación de ganancias; la esfera de la circulación estará coartada: por una
parte, no habrá muchas mercancías que vender, y por otro lado, pocos
consumidores que tengan la capacidad de comprar. En el momento en que el
salario de los trabajadores se vea interrumpido —en este caso, por la amenaza
que supondría una cuarentena—, las tres esferas de la economía capitalista
(producción, reproducción y circulación) se estarían también interrumpiendo; si
bien, no de manera definitoria, sí parcial y momentáneamente.
Es por ello por lo
que la burguesía financiera y productiva retira despavorida sus capitales de
las principales bolsas de valores del mundo; inconsciente y accidentalmente, su
actuar confirma la tesis marxista de que el trabajo es la única y verdadera
fuente de riqueza: a falta de trabajadores no hay producción, no hay
distribución, no hay consumo y, finalmente, no hay acumulación.
Pero no todo es
separación y desconexión entre los principales nodos aeroportuarios, escolares
y laborales del mundo, sino hasta lo contrario.
Una de las principales
aportaciones de Marx es su teoría sobre la enajenación del trabajo, que no es
otra cosa que la alienación que sufre la clase trabajadora al estar insertados
de forma continua (casi perpetua) en estas labores de producción y reproducción
del sistema, cuya consecuencia no sólo ha sido la separación histórico-política
entre medios de producción y fuerza de trabajo, sino también entre los sujetos
y los objetos, entre hombres y naturaleza.
Alegremente, las
cuarentenas —en un evento social pocas veces atestiguado—, han proporcionado, a
las personas confinadas en sus localidades, momentos y espacios esporádicos de
reunificación. Una vez interrumpido el engranaje económico, las personas se han
colaborado conjuntamente desde sus balcones: Italia, China y España han
registrado cantares al unísono por parte de su población recluida en un
esfuerzo por incrementar la moral.
Concluyendo. Si el
coronavirus es una gran amenaza, no es sólo porque afecta a ambos lados de la
ecuación, tanto capitalistas como trabajadores, sino porque el capitalismo
se detiene sin detenerse: la producción, distribución y consumo de los bienes y
servicios tambalea y se pausa; lo que no se detiene es esta dependencia
histórica furtiva, a la vez que flagrante, que tienen los trabajadores con el
capital.
Referencias:
Marx, K. (1867). La
ley general de acumulación capitalista en El capital (Vol. 3).
México: Siglo XXI.
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