23 de septiembre de 2010

Juan Manuel Diez Francos, el alcalde de mano dura que también sabe llorar

La sonrisa irónica y el buen vestir es tan característico de él como los malos chistes que cuenta. Juan Manuel Diez Francos, el apodado “emperador” y a la vez alcalde de Orizaba.

En el 2007, la descalificación por actos anticipados de campaña del entonces candidato del PRI a la alcaldía de esta ciudad, Víctor Manuel Castelán Crivelli, ahora diputado local, llevaron al prominente empresario de agencias automotrices “DIEZ” y almacenes Fénix a la alcaldía de La Pluviosilla.
Su nombramiento, guiado el gobernador Fidel Herrera, daba muestra de que el gobierno sensible que mostraba a través de sus diferentes instituciones de beneficencia, se iba a reflejar en un gobierno cercano al pueblo.

“Yo sí sé mirar hacia abajo”, dijo alguna vez en uno de tantos discursos expresados en sus escasos tres días de campaña, lo cual le valió muchos aplausos por un lado y comentarios más a fondo de quienes analizaron su mensaje con detenimiento.

Es empresario, le irá bien a Orizaba, es una persona de respeto que no necesita del dinero para enriquecerse porque ya es rico y no va robar; comentarios que se fueron dando en torno a sus 72 horas de proselitismo.
Así fue, sorprendió a propios y extraños cuando de forma unánime venció al panista William Kuri Ceja y se alzó con el triunfo para el PRI con un récord de días de campaña realizada.
El trabajo entonces comenzaba; un adeudo único con el primer priísta de la entidad lo alejaba de nombres y hombres de la talla de Martín Cabrera, Víctor García Trujeque o Fidel Kuri Grajales.

El 13 de agosto del 2008, a pocos meses de haber tomado el poder y con la promesa de transformar Orizaba, arremetió contra comerciantes del mercado Emiliano Zapata, a quienes envió cuando menos 50 policías municipales y un nutrido grupo de elementos viales con un objetivo claro: limpiar de ambulantes cuando menos cuatro calles alternas a este centro de venta.

Seis detenidos, un niño intoxicado con gas lacrimógeno y una marcha por las principales calles de la ciudad, marcaron entonces el inicio de un gobierno que ya no sabía mirar hacia abajo y marcaba el sello de su gobierno.

Provocó las mismas lágrimas de familias humildes cuando mediante un operativo también efectuado durante la madrugada, decidió enviar a los más de 100 internos del Centro de Readaptación Social (Cereso) de Orizaba a otros penales con la excusa de que la cárcel en el centro de la ciudad era insegura, aunque ahora, sus instalaciones estén convertidas en un estacionamiento desolado y poco funcional.

Misma sorpresa causaron los inspectores de comercio con el sorpresivo operativo para retirar comerciantes ambulantes del centro de Orizaba con el pretexto de que significaban un riesgo para los peatones, puesto que para evitarlos, la gente caminaba debajo de las banquetas anchas, inventadas también durante su gobierno.

Las obras de ampliación de banquetas y consecuente reducción de carriles de circulación en el centro de la ciudad, enardecieron a los propietarios de los comercios que reprocharon una y otra vez el beneficio que el alcalde conseguiría al estar construyendo una plaza comercial al norte de la ciudad.

Ahora, el alcalde de Orizaba fiel a su posición, encadenó la entrada a la calle Madero Norte de esta ciudad, al catalogado centro histórico con cableado subterráneo y libre de anuncios luminosos, podrá ser contemplado a placer por familias que caminarán tranquilamente.

Aquella sonrisa que el alcalde muestra en cada acierto, se notará más a partir del 15 de septiembre, fecha en que está programada la inauguración del cableado subterráneo del Centro Histórico y en donde seguramente estará su candidato y ahora alcalde electo Hugo Chahín Maluli.

Quizá se le salgan las lágrimas como aquel 8 de enero en el que estando en el albergue La Esperanza, jugueteando y cantando villancicos con niños de la calle y abandonados, arrebataron a un presidente que ante toda la ola de imposiciones, a lo que parece ser vulnerable, es a la sonrisa de un niño.

Asi es él. Enfermo de poder. Rodeado de inexpertos e inútiles colaboradores. Soberbio, Inicuo con el pueblo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario