Álvaro DelgadoEl “nuevo PRI” ya se instaló en México: Juan Pablo Franzoni Martínez, un priista ebrio, corta cartucho, que amenaza con una matanza de manifestantes antipeñistas en Xalapa, Veracruz, el sábado 7. A este ícono del “nuevo PRI” lo antecedió otro, ocurrido el 1 de julio: Pedro Joaquín Coldwell, presidente de ese partido y nada menos que senador, le da la gana meterse en la fila para votar y, con todo cinismo, lo hace en medio de gritos de corrupto y mentadas de madre.
Juan Pablo Franzoni Martínez. Ícono del nuevo PRI. Foto: Rubén Espinosa |
El “nuevo PRI” es, también, la cargada de desplegados de todo tipo de siglas, incluyendo el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) que, sin siquiera respetar lo que la ley establece, da como ganador inobjetable a Enrique Peña Nieto, como lo hizo en 2006 con Felipe Calderón.
Y lo es además el elenco de vocingleros de prensa, radio y televisión –y los “intelectuales” desde sus atalayas– que claman exactamente lo mismo que hace seis años con Calderón, cuando ni los recursos legales se habían agotado, ni siquiera lo previsto en el “compromiso” de los presidenciales.
Este “nuevo PRI” –el PRI de siempre– ha regresado fatalmente, porque la lógica no admite margen de error: Si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) usa los criterios que han sostenido los magistrados desde que asumieron el cargo, en 2007, entonces avalará la elección de Peña Nieto como presidente de la República.
El vaticinio lo sustento no en la desconfianza que tengo de los magistrados de la Sala Superior, que la tengo con razón, ni en el rechazó a la impugnación de Andrés Manuel López Obrador que anticipó su presidente, Alejandro Luna Ramos, sino en una investigación sobre numerosas validaciones de las trampas en procesos electorales.
En su libro El fraude electoral impulsado por la jurisprudencia del Tribunal Electoral, el abogado Netzaí Sandoval Ballesteros anticipó el año pasado lo que se perfila como desenlace este 2012:
“El ganador será, muy probablemente, el partido que con mayor cinismo elabore su estrategia para defraudar la voluntad popular. Y el Tribunal Electoral le levantará el brazo.”
Según ese estudio, los actuales magistrados “han validado todo tipo de irregularidades”, con cambios de criterio y omisiones en sus sentencias, y alientan que los partidos políticos “utilicen con toda impunidad las prácticas de compra y coacción” del voto para adulterar la voluntad popular en los comicios.
“Se han especializado –o se han doctorado– en la argumentación para validar los fraudes electorales. Aun suponiendo que los magistrados actuales fueran personas con algo de integridad y ética, la aplicación estricta de sus precedentes jurisprudenciales los llevarán a validar un magno fraude electoral en 2012.”
Sandoval llega a esta conclusión luego de revisar exhaustivamente numerosas sentencias de los magistrados y de cotejarlas con las emitidas por sus antecesores, pero también con base en hechos como la comida secreta que ofreció María del Carmen Alanís en su casa, el 9 de marzo, a emisarios del entonces gobernador Peña Nieto y a la que asistió el consejero Marco Antonio Baños.
“La nueva integración parece suponer que al mantener contentos a algunos actores políticos clave podrán mantenerse en el cargo. El problema es que están acabando con toda la legitimidad que quedaba en las instituciones electorales.”
Luego de la revisión que hizo de sus fallos de 1996 a 2011, Sandoval concluye que se han caracterizado, además de los escándalos, por su parcialidad y por la resolución contradictoria de asuntos semejantes, y “se puede caracterizar como un Tribunal notoriamente parcial”.
En la revisión que hizo de las 36 elecciones anuladas–30 de alcaldes, tres de diputados de mayoría, dos de gobernador y uno de diputado federal–, emergieron datos relevantes: Por ejemplo, el PRI es el que más irregularidades comete.
“Este partido había resultado ganador en 62% de todas las elecciones que fueron declaradas nulas en dicha instancia. Bien puede decirse que el PRI se ha consolidado como el partido más fraudulento en la incipiente democracia mexicana”.
El PAN, por su parte, ganó 18% de las elecciones fraudulentas en ese periodo. “Por ejemplo, de las elecciones que le fueron anuladas por encontrarse irregularidades graves, ocho se celebraron después del año 2000. Esto implica que desde que el PAN ocupa el Ejecutivo federal se han incrementado notablemente los fraudes electorales cometidos por ese partido.”
El autor platea a los magistrados en su libro cambiar de visión sobre la nulidad de las elecciones, y dar más peso a los principios constitucionales de libertad y autenticidad del voto universal que al principio de conservación de los actos válidamente celebrados.
“Ello es así porque la decisión de anular una elección no afecta los derechos de la ciudadanía (siempre se conserva el derecho de participar en las elecciones extraordinarias) mientras que, por el contrario, validar una elección con irregularidades sí puede afectar la libertad de un pueblo para elegir a sus gobernantes en comicios auténticos.”
Argumenta:
“Ante la violación de los principios rectores en un proceso electoral, pero ante la duda de si esa violación fue la causa que dio paso a cierto resultado electoral, resulta preferible anular las elecciones. Es mejor repetir elecciones que elegir gobernantes en procesos con poca legitimidad.”
Sin embargo, es poco optimista, sobre todo por las conductas que han asumido los magistrados, y su vaticinio hacia 2012 es sombrío:
“Si el proceso electoral de 2006 implicó una severa crisis para el país y contábamos entonces con una integración de la Sala Superior que había tenido un desempeño respetable, en 2012 México se encontrará al borde de una nueva guerra civil. La violencia, la pobreza, la desigualdad, el desempleo y la crisis económica de la que no podemos salir así lo auguran.”
Y finaliza:
“Tal vez los medios de comunicación tengan éxito al ofrecer a la ciudadanía la narración de una historia de la que se consolida la democracia a través de la alternancia entre el PAN y el PRI. Muy probablemente tratarán de concentrar la esperanza de cambio para el país en el candidato de las televisoras (Enrique Peña Nieto) y reeditar la efervescencia democrática que el país vivió con la victoria de Vicente Fox derrotando al partido de Estado (que hoy sería el PAN). Si lo logran tal vez eviten la catástrofe que parece avecinarse. Pero hay que recordar que la historia se repite: La primera vez como tragedia y la siguiente ocasión como una farsa”.
Apuntes
Comentarios: delgado@proceso.com.mx y Twitter: @alvaro_delgado
¿El PAN, Calderón y Josefina Vázquez Mota al lado de la izquierda y López Obrador para defender el voto? Jamás. Desde hace muchos años ese partido claudicó en la defensa del voto para privilegiar los negocios y eso ha pedido a Peña Nieto: Las reformas laboral, energética, fiscal y de medios…
Comentarios: delgado@proceso.com.mx y Twitter: @alvaro_delgado
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