10 de abril de 2016

LOS DESAPARECIDOS DE VERACRUZ

Durante 15 días familias, grupos civiles y expertos buscarán a personas desaparecidas en Veracruz. Foto: Blog Expediente.
A unas horas de que la Primera Brigada Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas en la zona centro de Veracruz de inicio se enumeran algunos de los 70 casos del Colectivo Córdoba-Orizaba. Sus madres anhelan recuperarlos, aunque también son consientes que su búsqueda será debajo de la tierra, entre colonias de gusanos.
Fernanda Rubí Salcedo Jiménez desapareció el 07 de septiembre de 2012:

“A tu hija ya no la busques porque ya la cocinamos, eso te pasa por andar de habladora”, le advirtieron los malosos vía mensaje de texto a Aracely Salcedo Jiménez, luego de interponer su denuncia ante la Agencia del Ministerio Público de Córdoba, sobre la desaparición de su hija, Fernanda Rubí Salcedo.
La madre solicitó al comandante de la Agencia Veracruzana de Investigaciones (AVI), Tomás Espinoza que le explicara el verbo cocinar entre el léxico de los malandros. “Es cuando los deshacen en ácido sulfúrico o queman a las personas con diesel” explicó con simpleza.
Fernanda Rubí, ocho días antes de su desaparición, coincidió con un presunto integrante del crimen organizado en Orizaba, fue en el centro nocturno Mumbai Club, el hombre, de quien la madre prefiere omitir el apodo, se dirigió hasta la mesa de la joven, quien se divertía con un grupo de amigas, entonces le ofreció un obsequio; un arreglo floral al tamaño de la mesa, adornado con globos de helio.
“Mi hija, que recién llegaba de Chihuahua, lo rechazó. Dejándolo en ridículo con los demás amigos. Ochos días después me la levantaron. Hoy puedo decirte que él fue uno de los agresores”.
Yael Zuriel Monterrosas Jiménez desapareció el 01 de septiembre de 2012:
Ana Lilia Jiménez, es otra mujer, víctima del apetito insaciable de la inseguridad en Veracruz, hace 43 meses le arrebató a su hijo. A su primogénita la muerte se le anunció en forma de amenazas y desde entonces vive como desplazada. A sus nietas les han desgarrado la infancia; hoy reciben terapias psicológicas para borrar las secuelas de la depresión.
La madre, hasta la fecha, teme que Yael Monterrosas haya sido reclutado junto con más jóvenes a las “diestras”, que de acuerdo con ella, son encierros de varios meses en los que el crimen organizado alista a sus hombrecitos para trabajos que impliquen un alto riesgo. Convertidos muchas veces en carne de cañón.
Pedro Iván Ramos Molina desapareció el 03 de septiembre de 2012:
“Ser madre de un policía desaparecido significa estar sola. No hablar con nadie. Vivir en el encierro y con miedo; desconfiar de las autoridades. Es como tener la peste; la familia se aleja por miedo a que los maten, mientras que los rumores son duros con mi hijo, dicen que de seguro era de los malos”.
De acuerdo con la investigación ministerial 288/2012, el subcomandante Pedro Iván Ramos Molina, de 25 años, fue levantado a la mitad de su jornada laboral, en Ixtaczoquitlán, Veracruz, junto con tres de sus escoltas. A la fecha, el caso sigue abierto. Un muchacho que gustaba de cantar música rap en su habitación, un fanático de los videojuegos y las mujeres bellas. El hijo que gastaba su quincena de cuatro mil pesos con la familia.
Joshua Mendoza Castillo desapareció el 08 de septiembre de 2012:
“Desde que desapareció mi hijo duermo tres horas al día. Del trabajo a las funerarias, a ver si por lo menos recupero su cadáver. Hace tres años y siete meses que lo perdí. Vivo con el alma mutilada. Si no fuera por mi otro jovencito ya me hubiera suicidado”.
Comparte Nohemí Mendoza Castillo, quien describe a su desaparecido como un chico amiguero, popular en el barrio de la Cuauhtémoc, en Río Blanco Veracruz. Su casa siempre estaba llena de jóvenes, escuchaban canciones de La Arrolladora y Calle 13. Ahora el silencio es perpetuo. Los amigos no volvieron por miedo, desde que a su cuate de 14 años lo raptaron policías municipales.
Cinthya Aranda Ruano desapareció el 15 de febrero de 2013:
“Mi hija estaba lista para ser mamá, abonaba mes con mes su paquete prenatal en el hospital Covadonga. Sabía el sexo de mi nieto, su nombre, hasta la escuela donde estudiaría. Era su más grande sueño. Sabrá Dios si lo cumplió. Hace tres años y un mes que no tengo noticias de ellos”.
Doña Cristina Ruano, recuerda a su hija como una joven sonriente, soñadora y vanidosa; amante de los cosméticos y los bolsos. Solía pintar sus gruesos labios de rojo y aromatizar con lociones de esencia a cítricos su piel morena clara. La historia de una joven orizabeña que soñaba con dar vida. ”Sabrá Dios si lo cumplió”.
Diego Yahir Valerio García, desapareció el 03 de agosto de 2013:
“Aquel día que levantaron a mi Dieguito yo presentí algo malo. Nunca imaginé vivir algo así, desconfiar de mis autoridades. Jamás podré borrar la horrible imagen que hallé en internet; algo me dice que a mi niño lo mataron y no me lo quieren dar para enterrarlo. Son corazonadas que una madre tiene y esas nunca fallan”.
La vida para Mónica Miguelina García Heredia, cambiaría por completo las seis de la mañana del tres de agosto, cuando golpearon la puerta de su casa sin control, hubo gritos también: “¡Señora!, ¡señora!, los estatales levantaron a Dieguito“. Gritos que desencadenarían el maleficio de una desaparición forzada.
Con base en el expediente 443/13 del Ministerio Público de Córdoba y el caso AP/PGR/SDHPDSC/UEBPD/M23/025/201 de la PGR, a Diego Yahir Valerio García se le vio por última vez con vida la madrugada del domingo cuatro de agosto de 2013, en el interior del centro nocturno Pitbull, sobre el bulevar Córdoba-Fortín.
Randy Mendoza Campos desapareció el 02 de agosto de 2014:
“La angustia por encontrar a mi hijo me ha hecho visitar lugares tenebrosos. Nunca imaginé pisar una cárcel, una morgue, ni mucho menos un prostíbulo. Aquella noche la maldita desesperación me disfrazó de prostituta. Dios sabe cuánto he buscado a mi niño. No pienso detenerme”.
Era una tarde trivial para la familia Mendoza Campos, a las 17:00 horas los rumores de vecindario anunciaron un operativo de seguridad en el Centro Histórico de Orizaba, Veracruz, a unas cuadras del trabajo de Randy Mendoza Campos, el último lugar donde se le vio con vida. Por andar de perra hocicona, te vamos a chingar.
“El gobierno no tiene condiciones ni voluntad para buscar a nuestros hijos, así que haremos el trabajo por ellos. Deberían estar agradecidos con nosotros… Pero nos mandaron a tres comandantes de la Fiscalía General, de la Unidad de Desaparecidos y ya andan afuera haciendo rondines, buscando no sé qué”.

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