Rodolfo Montes/ Moralillo, Tamaulipas • Moralillo es un puente que divide a Tamaulipas de Veracruz. Quienes lo cruzan en vehículo deben pagar para transitar de un lugar a otro. Pero el cobro de peaje no corre a cargo de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes ni de alguna otra autoridad, sino del crimen organizado.
Si se está del lado de Tampico, Tamaulipas, y se quiere viajar al estado vecino, el cobro lo realiza el cártel del Golfo. Si uno parte de Pánuco, Veracruz, hacia territorio tamaulipeco, el pago se hará al cártel de Los Zetas.
El pago de ese derecho a transitar por esa ruta es variado y depende del modelo del vehículo, de ahí que el peaje puede ir de 500 a 5 mil pesos. Negarse a desembolsar esas cantidades es firmar el robo del automóvil y ser secuestrado.
Más aún: si una persona —por asuntos de negocios o de trabajo— tiene que viajar constantemente de un lado a otro del puente Moralillo, puede realiza pagos semanales o mensuales.
“He llegado a pagar mil 500 pesos semanales y, dependiendo, si no me atraso y estoy al corriente, me llegan a hacer un descuento de hasta 3 mil pesos al mes”, cuenta una de los afectados.
Pero estos dos grupos criminales antagónicos no se conforman con esa cuota. Con sus extorsiones han exprimido el comercio de esta localidad, al grado de que sus víctimas han optado por una medida extrema: cerrar sus negocios.
Así es el día a día en esta región del país, que está bajo vigilancia permanente y asfixiante de los llamados halcones de ambos bandos del crimen organizado.
Este puente recibe el nombre de Moralillo, como esta comunidad que no rebasa 10 mil habitantes, todos testigos mudos por temor a ser víctimas si denuncian cómo se las gastan golfos y zetas en esto del peaje paralelo.
No hay rastro de los dueños del restaurante Siete Mares, el comedor Mayté, de Autoclimas Bardhal o de la miscelánea Boulevard, entre otros giros apostados sobre la carretera que une a Tamaulipas con Veracruz y que tienen los cristales rotos, las cortinas cerradas y los anuncios descoloridos por el sol y el tiempo.
MIENIO realizó un recorrido por este punto que une ambos territorios y donde es significativa la ausencia de las corporaciones policiales, pero constante la presencia de los informantes del crimen organizado llamados halcones.
Tanto esta comunidad como el puente Moralillo están a solo 10 minutos del aeropuerto de Tampico.
Una de las numerosas víctimas de este cobro de peaje ilegal acompañó a MILENIO en un recorrido para ofrecer pormenores del modo de operar de los miembros de Los Zetas y el cártel del Golfo.
“Estar en este lugar es muy peligroso, porque el tránsito vehicular rara vez de detiene como en este momento; en un principio los dos cárteles habían colocado boyas, tanto en Tampico como en Pánuco, para cruzar el puente del Moralillo.
“Pero llegaron los miembros del Ejército y eso generó que ahora los integrantes de esos grupos criminales realicen recorridos en motonetas o en carros sin placas y con vidrios polarizados”, comentó la víctima.
Y abundó: “Lo menos que te pueden pedir de peaje son 500 pesos; en otras ocasiones son dos mil pesos y en otras tantas hasta 5 mil, si vas a bordo de una camioneta que pertenezca a una empresa. Lo cual quiere decir que dependiendo el sapo es la pedrada”.
“A la semana he llegado a pagar mil 500 pesos, es decir, 6 mil pesos mensuales, pero si uno no se atrasa, si va al corriente en sus pagos, nos pueden hacer una rebaja de hasta 3 mil pesos”, añade.
—¿Por qué grabar esta denuncia justo al filo del mediodía, por qué no hacerlo por la noche? —se le pregunta al informante.
—Porque entre siete y ocho de la noche, ya que oscurece, es cuando se te atraviesan en el camino. De día es muy esporádico, pero de noche es muy problemático cruzar tanto de Veracruz como de Tamaulipas.
Es en ese momento cuando Los Zetas y el cártel del Golfo hacen acto de presencia para detener a los automovilista, sobre todo “si sus vehículos tienen placas de otros estados de la República”.
Mientras ofrece pormenores de la operación del crimen organizado, esta víctima detiene la narración. Se ha percatado que es vigilado.
“Ya nos marcaron (señalaron). Se terminó. Vámonos. Es momento de irnos de aquí, nos vienen siguiendo desde un vehículo nos marcaron y ahora nos siguen desde otro carro…
Después de varios minutos, la víctima logra salir de la zona: “ya estamos en el libramiento de Tampico, Tamaulipas, nadie nos sigue; lo más probable es que fueran zetas, porque ya no nos siguieron, aquí está más tranquilo, este es territorio del cártel del Golfo”.
De acuerdo con la información proporcionada por esta misma persona, los horarios en que operan los integrantes de ambas estructuras criminales va las siete de la noche a las seis de la mañana del día siguiente.
En ese periodo es cuando es más notorio el tránsito lento de sujetos sobre motonetas, vehículos sin matrícula y con vidrios oscuros.
Es el momento de hacer valer su dominio. Es momento de cobrar peaje paralelo al de autoridades como la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, en cuyas casetas se paga 12 pesos por vehículo automotor para entrar a Tampico o por viajar hacia Pánuco.
—¿Han denunciado esta situación ante las autoridades?
—¡Por favor,
mi amigo! Hacerlo es también firmar nuestra sentencia de muerte. Estamos a la
mano de Dios, de nadie más.
Con
información de www.milenio.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario