Si en
estos momentos hay una mujer poderosa en Veracruz esa es Sara Ladrón de Guevara
González, y lo es por las mejores razones y no por las que la mayoría de los
supuestos líderes políticos en esa entidad acostumbran: impunidad, corrupción,
amiguismo, chantaje, fraude, peculado, asesinatos, violación a derechos
humanos…
La Rectora de la Universidad Veracruzana, de 52 años cumplidos el
14 de enero pasado, es hoy una figura que se agranda ante el desastre de la
administración de Javier Duarte de Ochoa, para muchos el peor Gobernador que ha
tenido esa entidad en toda su historia…. y mire que decir eso no es poca cosa:
por ese puesto han pasado ya 73 mandatarios.
En cinco años y tres meses, desde que el priista tomó las riendas
del Gobierno local, no ha pasado una sola semana en que no sea noticia por
escándalos relacionados directamente con la ineficiencia, con la falta de
capacidad y con una prepotencia que, encima, no acepta críticas. Ahora, además
de todos los males resultado de la impunidad respecto a la aplicación de la
justicia, se suman los cuestionamientos de desvíos de recursos en prácticamente
todos los renglones de la administración estatal.
Y mientras diversas voces se levantan exigiendo la renuncia del
Gobernador Duarte de Ochoa, y legisladores de oposición a nivel federal han
conformado un frente para pedir la aplicación de un juicio político en su
contra, la doctora Ladrón de Guevara González y la comunidad de la UV están
dando una batalla extraordinaria, si se considera el territorio totalmente hostil
para la protesta y las libertades que es hoy Veracruz.
Sarita –como la llaman no sólo sus amigos sino toda la legión
universitaria– encabeza a esa casa de estudios desde el 2 de septiembre de 2013
y, de acuerdo con los plazos oficiales, ahí permanecerá hasta el 31 de agosto
de 2017; es decir, más allá de cuando Javier Duarte deje el poder, el próximo
30 de noviembre… si es que su salida del Palacio de Gobierno de Xalapa no se
adelanta.
La lucha que encabeza Sara, Sarita, por la autonomía de la
Universidad y por la exigencia de que Duarte le pague a la institución más de 2
mil 300 millones de pesos de recursos locales pendientes, y más de 400 millones
de recursos federales que tampoco les han sido entregados, entre otros muchos
pendientes, no ha sido fácil, considerando que el Gobernador mantenía un
control férreo de todos los hilos operativos en el estado… y decimos
“controlaba” porque ahora su poder se diluye a cada minuto que pasa y, por fin,
la sociedad veracruzana, con los estudiantes de la UV al frente, han decidido
tomar un papel protagónico y ser al fin un real contrapeso.
Y es que esa lucha no es reciente. Se ha venido agudizando desde
que en agosto de 2015, la Rectora decidió enfrentar la falta de pagos del
Gobernador con acciones radicales, como el no prestarle las instalaciones de la
casa de estudios para realizar eventos de los cacareados Juegos
Centroamericanos y del Caribe, entre otras medidas, lo que, de acuerdo con
fuentes del Palacio de Gobierno citadas en columnas locales, provocó la ira de
Duarte de Ochoa.
Sara, Sarita, sin embargo, no se amilanó. Y ahora, luego de la
mega marcha del pasado 10 de marzo, ha mostrado que el reclamo de la UV no sólo
es justo en términos administrativos y legales, sino también íntegro desde el
punto de vista moral, pues se trata de defender y dar viabilidad a una de las
instituciones académicas públicas más importantes del país, y por la que el
Gobierno de Duarte ha mostrado un profundo desprecio.
Su discurso del 10 de marzo pasado no sólo sintetiza la crisis en
esa Universidad sino la de Veracruz e incluso la de todo el país,
convertido por estos días en un enjambre de corrupción, que es protegida además
desde las instituciones del Estado.
“Nos deben el derecho a soñar. Nos deben la esperanza en un mejor
futuro. Nos deben la confianza en las instituciones. Nos deben una juventud sin
miedos. Nos deben a los desaparecidos. Nos deben la paz de los violentados y
las de sus familias. Nos deben recursos que son obligaciones por que no son de
ellos, fueron otorgados por el pueblo. Nos deben los derechos de nuestros
jubilados. Nos deben las libertades y las capacidades críticas generadas por el
conocimiento. Nos deben mayor cobertura en educación superior. Nos deben mayor
acceso a la educación de las clases más desfavorecidos, muy particularmente de
nuestros grupos originarios. Nos deben el respeto a la diversidad, de etnia, de
color, de género, de diferencias políticas o religiosas. Nos deben la seguridad
del cumplimiento de nuestras metas. Nos deben la certeza de nuestros trabajos.
Nos deben los sueños de nuestros jóvenes. Nos deben los impuestos que nos han
sido descontados y no enterados a Hacienda. Nos deben lo que ha sido asignado y
convenido. Nos deben los valores éticos de fraternidad y de compromiso”, dijo
Sara, Sarita, ante miles de estudiantes que colmaron la Plaza Lerdo, ahí justo
donde se encuentra el Palacio de Gobierno.
Ahora, como una figura pública en ascenso, alrededor de Sara,
Sarita, revolotean zopilotes del PRI y del PAN-PRI, la buscan para apoyarla, para
solidarizarse, para tomarse la foto a su lado… Y la razón es clara: las
campañas por la gubernatura están a la vuelta de la esquina.
Lo que queda es esperar que Sara, Sarita, siga adelante en la
defensa de la dignidad universitaria. Que no sucumba ante esas quimeras, que no
se deje engullir por esas fauces babeantes… Que no se nos raje, pues.
¡Buena semana, y nos vemos el próximo martes!
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