Por Edgar
Hernández*
Ante la
cerrazón duartista, el candidato Yunes Landa la está pensando.
Y es que empeñado en regatearle
el apoyo partidista y rompiendo toda regla de cuidar la sucesión llevando de la
mano al candidato, el primer priista Javier Duarte le cerró la llave, ordenó a
la mediana y alta burocracia cero apoyo so pena de echarles encima al tribunal
electoral y penetra al aspirante imponiéndole a los bandoleros de la fidelidad.
En
paralelo el propio equipo del choleño se confronta.
Aparta
a los “pepistas” y los duartistas del llamado “war room”, integrado por los
mejores exponentes de la trampa y alquimia electoral, que más bien son puro
cuento, alejan al primer círculo de Héctor y la campaña se llena de generales.
En el
cuartel yunista todos son jefes, no hay tropa.
Asimismo
en esta embestida contra Héctor Yunes Landa, el aparato gubernamental a través
de sus operadores Erick Lagos y Jorge Carvallo, mantienen un estrecho
acercamiento –financiero sobre todo- con Morena que de la noche a la mañana
transita de un capital de 170 mil votos obtenidos en la elección federal del
año pasado a presuntos 480 mil, según encuestas y dichos del duartismo.
¿Magia?
No.
simple y sencillamente que toda la alquimia que tradicionalmente es destinada
al PRI a pie de urna, se la retiran a su abanderado para ofrecerla a la
izquierda de Andrés Manuel López Obrador o, en su caso, a su plan “B” que es el
“independiente” Juan Bueno Torio.
Don
Juan sí que salió todo un seductor.
Ha
recibido todo el respaldo de Gerardo Buganza, quien le entrega su cabeza en
charola de plata y del mismo Javier Duarte con quien en lo oscurito pacta.
Bueno
Torio trae recursos de a montón y hasta los propios panista, como es el caso de
Córdoba, se le han entregado.
No hay
juego oculto.
La meta
es gestar una elección de tercios en donde Javier Duarte pueda echar abajo a
los dos Yunes, Héctor y Miguel Angel.
Ha
consentido además la asunción de Amadeo Flores Espinosa violentado la ley
electoral haciendo caer en el garlito al propio Héctor y por si fuera poco ha
puesto en serio riesgo al organismo estatal electoral, el OPLE, al no
entregarle un peso para organizar la elección del primer domingo de junio, de
la cual el INE ya se desmarcó.
En la
víspera, los consejeros del Instituto Nacional Electoral han exigido a Duarte
suelte el billete para que OPLE organice la elección ya que ellos no van a
pagar un centavo ni a organizar nada. No hay respuesta, ni participación,
ni apoyo, ni nada…
Ese es
pues el escenario político electoral justo en momentos en que el señor Yunes
Landa rinde protesta como candidato del PRI al minigobierno de dos años, un
escenario en donde si eventualmente gana no dispondrá de un peso para sacar del
hoyo a Veracruz.
Y es
que si bien el gobierno del estado recibe un presupuesto anual de casi cien mil
millones de pesos, el 75 por ciento se va a salarios, cuatro mil millones a
pago de intereses de la deuda pública que ya para estas altura no se sabe a
cuánto asciende (se habla de 43 mil millones hasta 120 mil millones), amén del
rosario de adeudos que tiene con la UV, con los pensionados y jubilados, con
los empresarios, con los dueños de los diarios, con el comercio organizado,
etc., etc.
Ese es
el escenario en donde Javier Duarte le exige a Héctor garantías de impunidad y
no cárcel para él, Fidel y su grupo –le envía todos los días a las dos de la
mañana a Erick Lagos a su casa quesque para “dialogar”- y le advierte que “sin
mí no ganas”.
Habrá
que insistir en que ese es el escenario priista justo el día de la fiesta, de
la unción del candidato ante 20 mil personas en el WTC en donde no hay cohesión
por más que se filtren encuestas de último minuto que hablan de 8 puntos arriba
sobre el primo.
El primo por su parte avanza.
Cada
vez se observa un mayor respaldo ciudadano en favor de Miguel Angel Yunes
Linares.
Es el
antecedente de un declarado voto ciudadano de castigo para PRI en donde a la
par hay un tufillo que crece y va en el sentido de que en cualquier momento el
del tricolor podría botar el arpa.
Y es
que una campaña, más la gubernamental, sin dinero no es campaña.
Si
Yunes Linares le está apostando a los dos mil millones de pesos mínimo, habría
que considerar la imparcial estimación que hace el acreditado doctor Jacobo
Domínguez Gudini, en el sentido de que el costo de la campaña no puede bajar de
los tres mil 500 millones de pesos.
Acaso
por ello también el distinguido priista, el doctor Francisco Berlín Valenzuela,
habla de una sucesión pactada en donde se mueve la conveniencia federal en
favor de Morena o del mismo Partido Acción Nacional.
Como
sea que fuere, el mejor momento Héctor Yunes Landa se da en el peor de los
escenarios.
Tiempo
al tiempo.
*Premio
Nacional de Periodismo
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