En mayo del 2012, el entonces
candidato presidencial Enrique Peña Nieto colocó al gobernador de Veracruz,
Javier Duarte, como uno de los personajes de la “nueva generación” del PRI, o
sea, del “nuevo PRI”.
Tanto fue así que en noviembre del 2012, Duarte reveló muy ufano
que tenía una invitación del ya presidente electo Enrique Peña para formar
parte de su gabinete y trabajar en la administración federal, pero para enero
del 2017. “A partir del primer día estaré yo integrado en el gobierno federal”,
aseguró en ese entonces.
Hoy el veracruzano es, quizá, el gobernante más cuestionado, lo
mismo por el desvío millonario de recursos, que por el asesinato de periodistas
o por la operación en su estado del crimen organizado que ha derivado en
cientos de desaparecidos.
Cómo estarán las cosas que se sabe que no existe trato directo
entre el presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones, y el gobernador Duarte, y
las conversaciones con el mandatario local están reservadas al secretario de
Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, por orden directa del Presidente.
En la dirigencia del PRI existe la preocupación fundada de que
se pueden perder las próximas elecciones y, por ello, un día sí y el otro
también se busca marcar distancia con la desastrosa gestión de Duarte, pero sin
que ello sea tan evidente como para desatar la furia del mandatario local, a
quien tachan, por decir lo menos, de “viceral”.
En menos de siete días, Beltrones ha encontrado en la retórica
la manera de quedar bien con Dios y con el diablo. Sabe que el triunfo en esa
entidad pasa por el deslinde del gobernador, pero sin llegar al rompimiento.
“Vamos a apoyar todo aquello que se hizo bien en el Veracruz de
estos años, y tenemos que corregir todo aquello que se hizo mal o que nos faltó
hacer”, dijo Beltrones en tono conciliador, en tierra jarocha.
Más enérgico, como lo exige su posición, el precandidato del PRI
al gobierno de Veracruz, Héctor Yunes Landa, reconoció en el programa radial de
Ciro Gómez Leyva, que el gobernador de Veracruz, es “un lastre”.
Más aún, hace unos días dijo, en el noticiero de Joaquín López
Dóriga, que de ganar metería a la cárcel “a quien tenga temas justificados para
aprehenderlos, incluido el gobernador”.
Contrario a los rumores desatados en los últimos días sobre una
eventual renuncia de Duarte, las valoraciones en el partido es que se debe
mantener en su cargo, ya que una dimisión le restaría a la campaña de Yunes,
pues sería un símbolo de fracaso.
La pregunta es, ¿cuál será la salida que el Presidente escogerá
para ese gobernador que él mismo tipificó como “de la nueva generación” del
PRI?
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