fuente: Notiver
Con dos palabras los mexicanos desprecian no solo un hecho en
particular, que se supone debería ayudar a que se reestablezca de algún modo la
credibilidad en las autoridades y en el estado de derecho, sino también
exhiben el arraigo que tiene entre la sociedad la creencia que aun entre los
más peligrosos delincuentes, existen más valores que entre la clase
gobernante… “Misión cumplida” informó el Presidente después de la recaptura del
Chapo Guzmán, “Ficción cumplida” le replicaron en las redes sociales millones
de ciudadanos, y el juego de palabras resulta tan contundente que
debería obligar a los gobiernos, a por lo menos una profunda reflexión.
Cuando el 12 de julio del año pasado los medios nacionales e
internacionales informaban sobre la segunda fuga del Chapo Guzmán
(el narcotraficante más poderoso del mundo según la DEA), la reacción de la
sociedad fue insólita. Mensajes de apoyo al prófugo invadieron las redes
sociales, “memes” (fotos con leyendas de burla) sobre el gobierno federal
también. La mayoría de la gente eligió solo entre dos versiones: O fue un
acuerdo con el gobierno federal y de ahí el “permiso de excavación” otorgado al
delincuente para que se fugara sin mayor problemas, sin un balazo de por medio,
o la otra versión que resultaba peor aún, “El Chapo es un
chingón”, se fregó de nueva cuenta al gobierno… Ambas dejaron claro
que nadie en el país cree en la justicia mexicana ni en las autoridades, y que
la sociedad, al no encontrar empatía con quienes gobiernan, al sentirlos
como los principales enemigos, prefieren tener como “héroe” a un
narcotraficante.
Ayer, casi seis meses después de la fuga, cuando el Presidente dio
la noticia de su recaptura, la reacción fue idéntica… De nuevo solo dos
versiones: Es una cortina de humo para que nadie note que el dólar
alcanzó un precio histórico, 18 pesos, que el precio del barril de petróleo
cayó hasta 24 dólares, y que la inflación superó las expectativas
del gobierno federal, mientras que el crecimiento económico las
decepcionó. La otra versión que se dijo, es que la fuga obedeció a
un acuerdo para que este pusiera orden entre cárteles que habrían tomado
mucho más poder del que imaginaron, o autorizaron, las autoridades.
Gravísimas ambas por más imposible que resulte corroborarlas, pero más grave
es, que no haya acción oficial en la que alguien crea, aunque desde luego
recapturar al que se les escapó a ellos mismos no es ninguna hazaña, sino
apenas resarcir su propia ineficiencia.
En conclusión lo que horroriza, lo que indigna, lo que debe
sacudir la conciencia de quienes gobiernan, aunque en su mayoría no tengan, es
que un delincuente pueda generar más empatía con un pueblo entero por
ciertos “códigos de ética” y “valores humanos” que se le atribuyen, de la
que han logrado generar los propios gobiernos, los que se supone,
nos “protegen” de ellos.
La visión de “los malditos”….
Justamente hace un par de días, le narraba parte de la extensa
entrevista que realizamos para ONEA TV a Jesús Lemus. Un periodista
injustamente encarcelado por el gobierno de Juan Manuel Oliva, y quien durante
los tres años que permaneció recluido en el CEFERESO de Puente Grande, recopilo
la historia de “Los Malditos”, sobrenombre que le dan en las prisiones de
máxima seguridad a quienes son considerados los delincuentes más peligrosos del
país.
Es este libro, que se titula precisamente así “Los Malditos”,
Lemus exhibe los claroscuros de la justicia mexicana, de los centros de
reinserción social, y sobre todo, de “los benditos”, es decir, de aquellos que
cobijados en el poder que ostentan aparentan ser los guardianes de los derechos
de los gobernados, cuando en realidad llegan a mostrar grados de
perversidad que ni el peor de los “malditos” tiene.
En uno de los capítulos cuenta la historia que un compañero de
prisión del Chapo Guzmán le platicó, y la cual sustenta la veracidad del
argumento anterior… Ni los “malditos” son tan malos como suelen ser los
“benditos”, estos que asumen las prisiones como un basurero de gente y no
como un lugar en el que se busque reestablecer con programas reales y
efectivos, los valores de un ser humano: “Las humillaciones, las
vejaciones, a las que los reclusos somos sometidos, están diseñadas para
arrebatarte lo único que te queda ya, la dignidad”, asegura Lemus.
Según la versión del recluso compañero del Chapo, en alguna
ocasión custodios estatales y federales, ingresaron a Puente Grande, en
donde estuvo recluido el Chapo Guzmán la primera vez que fue capturado, para
realizar una requisa. Estas -y se lo comparto porque me tocó vivir
varias ya que son parte de los protocolos de seguridad de las cárceles- se
supone tienen como objetivo asegurarse que no hayan ingresado de manera
“ilegal” (vale el entrecomillado porque las revisiones para ingresar a un penal
son minuciosas, me contaban quienes me visitaban y lo he corroborado cuando he
ido a algunos penales como parte del compromiso de solidaridad adquirido
y el cariño que siento por ex compañeras y ex compañeros de
desgracia), objetos o sustancias prohibidas.
Sin embargo en pocas ocasiones se respetan los protocolos que
derechos humanos marca, y en la historia narrada en el capítulo 8 de “Los
Malditos”, Lemus retoma el testimonio de este personaje cercano al
Chapo. Narra cómo al ver que los custodios golpeaban sin piedad y SIN
RAZON alguna a los internos, como los humillaban (generalmente te desnudan e
hincan en los patios durante las horas que dure la revisión de las celdas), el
Chapo se enfrentó a uno de ellos y les dijo que era un abuso de autoridad que
golpearan así a “su compita” ya que este no se resistió nunca a la revisión, al
golpearlo el custodio también a él por andar de “defensor de lacras”, este le
respondió los golpes y entre todos los internos sometieron a los 50 custodios
que participaban del operativo.
¿Solidaridad, generosidad, lealtad a los amigos de
infortunio, o simple instinto de sobrevivencia? No lo sabemos, pero
para el autor de libro que compartió cárcel con Caro Quintero, con el
“mochaorejas”, con Beltrán Leyva, con Mario Aburto, entre muchos más, el asunto
es bastante claro… Nadie ahí recluido ha robado más que muchos gobernantes,
nadie ahí recluido han matado a más gente y de hambre que es más cruel, que los
gobernantes, nadie ahí recluido hace tanto daño por el simple hecho que no
fingen ser “buenos”, como lo hacen quienes gobiernan… En una frase, NO
asegura que “los malditos” no lo sean, lo que asegura, y comparto
su visión, es que “los benditos” pueden ser mucho peor.
TW @maryjosegamboa
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