30 de diciembre de 2015

2015: LA CORRUPCIÓN ROBA PORTADAS, PERO NADIE VA A LA CÁRCEL

Aunque el Presidente Enrique Peña Nieto impulsó la creación de un Sistema Nacional Anticorrupción, especialistas en transparencia consideran que no sólo falta la legislación secundaria que respalde una operación imparcial y eficaz, sino que las iniciativas contemplen la opinión de la sociedad civil, ya que la mayoría de ellas provienen de administraciones señaladas por actos abusivos, comenzando por los que se generan desde la propia Presidencia de la República y el primer círculo del Jefe del Ejecutivo federal.


Ciudad de México, 17 de diciembre (SinEmbargo).– El Presidente Enrique Peña Nieto definió así el alcance de la Reforma Constitucional para el combate a la corrupción que presentó el 27 de mayo: que los servidores públicos y los particulares que incurran en este tipo de prácticas sean sancionados y obligados a resarcir el daño patrimonial causado.

“Éste es un auténtico cambio de paradigma para combatir con mayor eficacia el cohecho, la extorsión o el tráfico de influencias, entre otros actos indebidos. En pocas palabras –dijo el Presidente– es una reforma contra la impunidad”.

Las modificaciones al texto constitucional, la doceava de las “reformas estructurales” de Peña Nieto, consiste en la creación de un Sistema Nacional Anticorrupción con representantes de “todos los órdenes de Gobierno” –la mayoría existentes– relacionados con la transparencia y la fiscalización; la ampliación de revisiones de la Auditoría Superior de la Federación y la creación de una Fiscalía Especializada en la Procuraduría General de la República.

“Es un paso histórico a favor de una nueva cultura de la legalidad”, insistió al presentar el decreto en Palacio Nacional.
De este “paso histórico” a una disminución del abuso de los cargos públicos en beneficio personal, sin embargo, aún hay un largo camino, de acuerdo con expertos. Y no sólo porque falta la legislación secundaria o porque la iniciativa proviene de una de las administraciones federales más señaladas por actos abusivos: El problema fundamental de la Reforma anticorrupción, explican académicos e investigadores, es que crea una burocracia revisora y sancionadora de “individuos” y de conductas aisladas, pero deja sin contrapesos los contextos que las facilitan, como la discrecionalidad en la asignación de recursos.

Además, explica el investigador Mauricio Morales, académico del Colegio de México (Colmex) y del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), entre los tomadores de decisiones falta una perspectiva que considere que la corrupción es un delito que se genera en redes, y del que normalmente hay evidencias –como la “casa blanca” de la familia presidencial–, y no sólo irregularidades en los procedimientos.

“Si son corruptos, no estúpidos”, resume Morales al explicar las consecuencias de la perspectiva sólo punitiva de conductas individuales, revisora de procedimientos y que no atienda evidencias.
Fue esta manera de “enfrentar” la corrupción, explica el investigador, lo que libró de responsabilidades la asignación de contratos al empresario Juan Armando Hinojosa, amigo cercano del Presidente Enrique Peña Nieto y a su vez financiador de la residencia de más de 50 millones de pesos en la que éste vive con su familia.

“Son redes, se genera un daño verificable, y la corrupción produce evidencias con respecto a las persona que participan en ella, y esto no puede seguirse ignorando. El ejemplo perfecto es la ‘casa blanca’; ahí está la evidencia: hay una declaración de la Primera Dama reconociendo que obtiene esta casa como consecuencia de su amistad con un empresario al que a su vez le va muy bien en el Estado de México, y con el Gobierno federal actual”, plantea el también integrante de la Red por la Rendición de Cuentas.

“Pero en el Derecho disciplinario que hay en México, dado que es procedimental e individual, la Secretaría de la Función Pública no podría haber hecho otra cosa: verificó si los contratos de Higa –la empresa de Hinojosa– fueron obtenidos de manera contraria al procedimiento y pues claro que encontró que no. Para poder configurar esa falta debió haber una instrucción escrita del Presidente directamente al funcionario que asignó esos contratos; pero es absurdo. En cambio, sí existe la red, el daño y la evidencia. Si no somos capaces de dar este giro al sistema de responsabilidades, para que la nueva Ley General de Responsabilidades permita la investigación a partir de la evidencia y/o del daño causado al país, entonces seguiremos con una visión de mediados del Siglo XX que nos ha hecho muchísimo daño”, agrega.

El diseño del entramado anticorrupción, explica Oscar Arredondo, del Centro de Análisis e Investigación Fundar, también indica que los actos de probable abuso de poder revelados en el sexenio de Peña Nieto quedarán intactos hasta 2018. Esto, precisa, porque aun cuando se cree una Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción, ésta dependerá de una PGR a su vez subordinada a Peña Nieto. Y para juzgar cualquier denuncia, agrega, estarán hasta fin de sexenio los mismos integrantes del actual Tribunal Federal de Justicia Administrativa que no han procedido en ningún caso.

“El sistema podría resultar una patente de corso que garantice impunidad a la administración actual en los casos de aparente corrupción de los que hemos sido testigos”, dice Arredondo a SinEmbargo.

“Lo anterior por que no será un sistema retroactivo facultado para fiscalizar ejercicios anteriores, a menos que estén relacionados con auditorias del año corriente; porque las instancias sancionatorias seguirán conformadas por los mismos magistrados y la misma Procuradora, y porque la implementación de las reformas secundarias y la operatividad del sistema se reflejará con el tiempo”, agrega.

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