El ataque contra los alumnos de Ayotzinapa el 26 de
septiembre de 2014 se inscribe dentro de la violencia generalizada en todo el
país desatada por la guerra contra el narcotráfico. Sí. Pero no sólo. La
escuela atravesaba una serie de embates orquestados desde los gobiernos federal
y estatal –con el entusiasta apoyo del alto sector empresarial– para
desaparecer a la normal. Apenas 1 año antes de la desaparición forzada y los
asesinatos, los alumnos habían recuperado la matrícula estudiantil luego de una
reducción decretada desde el despacho de la política educativa del gobierno del
estado. Dos años previos habían logrado reactivar el comedor estudiantil
suspendido abruptamente. Y 3 antes habían echado abajo un proyecto para transformar
a la normal en una “universidad pedagógica” que suspendía las becas de
alimentación, dormitorios y que en los hechos significaba la cancelación de
educación superior para los estudiantes de origen campesino.
• Antes del ataque de la noche del 26 de septiembre, los
estudiantes de Ayotzinapa ya habían sufrido embates mortales: el 12 de
diciembre de 2012 policías federales dispararon contra los alumnos. Los cuerpos
de dos normalistas quedaron en el pavimento de la carretera de la Autopista del
Sol. El desmantelamiento del normalismo rural, decidido en las altas esferas
–donde brindan los empresarios de Mexicanos Primero con funcionarios de los
gobiernos federal y estatales– se reactiva. El actual secretario de
Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, sabe algo del asunto. En 2003 y después
de muchos intentos, las autoridades educativas lograron cerrar una normal
rural. No ocurría desde 1968, cuando el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz ordenó
al Ejército ocupar y desalojar 16 planteles.
• La lección debe estar
presente en los actuales normalistas rurales que, de manera natural, mantienen
disputas internas. Sobre todo entre los estudiantes de las tres escuelas hoy
más fuertes. Por más fraternas que sean las diferencias, deberán estar vigilantes
y solidarios ante los embates que hoy se ciernen sobre todas las escuelas. Hoy
que la mayoría de las instituciones de educación superior (incluyendo las
públicas) ha abrazado el dogma neoliberal, estas instituciones se mantienen
como un referente de educación crítica, laica, científica y popular. Con
Información de CONTRALÍNEA.
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