Veracruz: opacidad,
insensibilidad y maltrato
En La
Jornada, el periodista Julio
Hernández López, escribe que: “el caso de
Veracruz es extremo, pero no único. Duarte de Ochoa ha llevado a la entidad a
niveles caóticos, gravemente mermadas las arcas públicas por la corrupción
desaforada, el despilfarro ostentoso y el saqueo sistemático para uso de dinero
en efectivo para promociones electorales en el propio estado y a nivel federal.
Pero en otras latitudes se viven desgracias parecidas, pues la
mayoría de los gobiernos estatales se han endeudado de manera escandalosa e
irresponsable, con el fin de cubrir huecos y pillerías correspondientes a los
antecesores y, además, para hacer negocios propios con cargo a las
administraciones venideras. Ese cierre duartista a garrote batiente es una
estampa adelantada de lo que espera el año en puerta a los millones de
mexicanos [...]. Conforme a lo que la clase política ha ido tejiendo, 2016 será
un año de mucha tensión entre grupos sociales [...]. Así va terminando un
año caracterizado por la sostenida impericia de los gobernantes, cada vez más
aislados del sentir y las exigencias populares y cada vez más concentrados en
su propio beneficio grupal, embelesados, en medio de la catástrofe, en el
perfeccionamiento de sus métodos de conservación del poder. 2015 fue el año de
la escandalosa confirmación pública de la inviabilidad del sistema político
actual y del arribo de la clase política en general a niveles de impudicia y
abuso [...].
Las perspectivas para el año venidero tampoco son positivas.
Hay demasiados datos, signos e indicios de fuertes problemas económicos por estallar,
sin que existan los adecuados contrapesos o canales para que la insatisfacción
popular consiga frenar el curso negativo previsto. Una parte de la atención
pública nacional será desviada a los incidentes de las elecciones estatales de
2016, que a fin de cuentas sólo servirán para consolidar el modelo tradicional
de reparto de poderes entre partidos y grupos amafiados para continuar con un
negocio que creen inacabable [...]. Y así avanzará el mismo sistema de
siempre hacia las elecciones de 2018. Todo lo que hace el peñismo apunta al
objetivo de darle continuidad a su equipo [...]. La importancia de 2016
residirá en las señales electorales que envíe rumbo a la cita mayor, la de dos
años después. Quien más gane en esta etapa más posibilidades tendrá de éxito en
la siguiente [...]. Ya se verá si estos amancebamientos partidistas soportan
los estremecimientos sociales que en 2016 surgirán desde las circunstancias
económicas críticas, la reducción presupuestal, la inseguridad pública
creciente, la corrupción ya tan descarada y la impunidad generalizada”.
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