Pedro Echeverría V.
1. Desde la 6.30 de este 2 de octubre, sabiendo de la instalación de un semi Estado de Sitio en la ciudad de México, he recorrido la ruta que se plantea transitar hoy la manifestación que conmemora la “matanza de estudiantes en Tlatelolco” aquel año de 1968. La Alameda Central, el palacio de Bellas Artes, algunas cuadras del Eje Central Lázaro Cárdenas, partes de la calle 5 de mayo y absolutamente todo el Zócalo, acordonados con vallas de metas o tablones de madera. Además a las siete de la mañana se pueden ver a 50 o cien autobuses donde bajan y suben decenas de miles de soldados disfrazados de policías y que bloquean todos los puntos de acceso. Yo, disfrazado de reportero con mi libretita, busco evitar preguntas y prohibiciones.
2. Mientras tanto decenas de miles de maestros, algunos estudiantes y apoyadores, duermen o simplemente descansan en toda la explanada y calles del Monumento de la Revolución esperando su asamblea de sector para que sean informados de la manera en que se desarrollarán hoy las protestas. Ayer, como todos los días, las caminatas de protestas fueron prolongadas: después de estar varias horas cerca del Aeropuerto caminamos hasta la secretaría de Gobernación para luego de un mitin bloquear la Plaza de la República o del “Caballito”. Los maestros paralizaron pero también lograron una cita para hoy en Gobernación a las 13 horas, un poco pegada a la cita de las 15.30 en Tlatelolco. Pero los maestros marcharán.
3. De 10 a 13 horas realizamos una marcha de unos 600 profesores de la sección X de secundarias; salimos del Metro División del Norte y marchamos unas 40 cuadras la calle de Parroquia, donde está la dirección de educación del DF; la combatividad de la manifestación provocó solidaridad de automovilistas y enojo de otros. Pareciera que jamás entenderán muchos señoritos tontos que se enojan, el significado de que un sector de trabajadores saque la cara para defenderse mientras ellos o son explotadores o sumisos que sólo saben vivir agachados ante los poderosos. Para los compañeros maestros que llevan muchos años luchando y enseñando, fue un maravilloso despertar de los compañeros de la sección X que estaban un poco dormidos.
4. Pero lo más funesto fue el comportamiento del gobierno de Peña Nieto y de Mancera que destruyeron la manifestación de conmemoración de la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968 en Tlatelolco por las fuerzas del ejército. Por lo que yo pude ver fue una gigantesca marcha unitaria de estudiantes de varias universidades y de profesores de la Coordinadora de varios estados de la República. Pude recorrer todos los contingentes y situarme en el primero: el de unos 100 jóvenes anarquistas que como siempre son los más combativos y buscan abrir los caminos cerrados. Más de 30 mil soldados nos encapsularon y nos llevaron donde quisieron. Desde Tlatelolco el ejército disfrazado de policías formó dos vallas tapando todas las calles de salida.
5. Los hijos de puta gobierno federal y del DF pareciera que nos hizo pasear de Tlatelolco, Eje Central, Hidalgo, Reforma y terminar replegándonos al Monumento de la Revolución. Construyeron vallas donde nadie pudo salir porque todas la calles estaban cerradas con miles de uniformados, caballería montada y miles de disparadores de gases lacrimógenos. Iba a ser un “paseíllo feliz organizado por el gobierno” si los anarquistas no hubiesen tratado de romper las vallas que impedían el paso. Yo como simple articulista estuve observando todo y sufriendo los cientos de disparos de gases lacrimógenos, así como una piedra que los uniformados lanzaron y me dieron en el dorso de la mano.
6. La pregunta para los ciudadanos del DF muy bien manipulados por la TV y radio sería: ¿Quiénes son realmente los violentos: los maestros, los estudiantes, los ciudadanos que tienen el valor de protestar o el gobierno que les bloquea el paso en las calles y en el Zócalo? Si los 20 mil uniformados y sus perros vestidos de civil nos van a organizar las manifestaciones encapsulándolas, ya no tendría caso organizar “paseillos” para entretenernos. Por eso los anarquistas vestidos de negro y con la cara cubierta quieren romper las vallas con las que han comenzado a amarrar nuestras marchas. Me preocupa que incluso los profesores luchadores sociales, odiados por el gobierno y los medios de información tampoco entiendan que los jóvenes anarquistas son más odiados que ellos por las campañas de información.
pedroe@cablered.net.mx
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