Por Juan
Pablo Proal | Homozapping
La televisión, el medio
que reinó en la segunda mitad del siglo XX, ha sido condenado al ostracismo.
Los especialistas en el tema y las tendencias apuntan a una misma dirección: La
pantalla chica se volvió prescindible. Irremediablemente, comenzará a perder su
hegemonía y los abundantes privilegios políticos de los que gozó.
La firma de
investigación MoffettNathanson informó que durante el primer trimestre del año,
31 mil estadunidenses cancelaron sus servicios de televisión de paga. En
cambio, los usuarios de streaming (descarga y reproducción) aumentaron 271 mil.
En 2013, la televisión de paga perdió 95 mil clientes en el país vecino; en
2014, 125 mil, y analistas prevén que este año supere por mucho a los
anteriores.
Vinton Cerf, uno de los
padres de internet, anticipó durante su intervención en el Festival
Internacional de Televisión en Edimburgo: “Va a seguir necesitándose la
televisión para ciertas cosas, como las noticias, los acontecimientos
deportivos y las emergencias, pero va a ser casi como con el iPod, en el que
puede descargarse el contenido para visionarlo más tarde”.
A la misma dirección
apunta Ignacio Ramonet, especialista en medios y exdirector de la revista de Le Monde
Diplomatique: “El gran monopolio del entretenimiento que era la televisión en
abierto está dejando de serlo para ceder espacio a los medios digitales. Cuando
antes un cantante popular, por ejemplo, en una emisión estelar de sábado por la
noche, podía ser visto por varios millones de telespectadores (unos 20 millones
en España), ahora ese mismo cantante tiene que pasar por 20 canales diferentes
para ser visto a lo sumo por 1 millón de televidentes”.
El director de YouTube
en América del Sur, John Farrell, estima que para 2020 el 75 por ciento de los
contenidos audiovisuales serán consumidos vía internet.
En México la televisión
tradicional aún goza de salud, pero el panorama camina hacia un lento e
inevitable regicidio. Los estudios más recientes indican que la población sigue
consumiendo los programas de las cadenas abiertas y los servicios de paga
registran una tendencia al alza. No obstante, al mismo tiempo la población más
joven comienza a mostrar desinterés por la señal tradicional. Los sectores con
más recursos tampoco esconden su hartazgo por los contenidos de siempre y están
optando por comprar servicios de streaming, principalmente de la plataforma
Netflix.
De acuerdo con el
Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), los niños mexicanos son quienes
más televisión ven en todo el mundo, con un rango de 4
horas con 34 minutos. Los alemanes ocupan el último sitio, con una hora y 33
minutos. El 95 por ciento de los hogares mexicanos cuenta con televisión y el
promedio de consumo es de nueve horas y 25 minutos, de acuerdo con la agencia
IBOPE AGB.
La televisión de paga
continúa al alza. De acuerdo con el IFT, en 2013 había 14 millones 654 mil
usuarios, superiores a los 10 millones 44 mil de 2010.
No obstante, expertos
anticipan que también en México estas tendencias están por cambiar. La
investigadora mexicana Ana Cristina Covarrubias, directora de la empresa Pulso
Mercadológico, concluyó en un estudio que el 29 por ciento de quienes cuentan
con televisión la utilizan como pantalla para ver películas que no forman parte
de la programación televisiva, como DVD/Blu-ray o Internet/Netflix.
En este tema, México ha
sido bautizado como “la joya de Netflix en Latinoamérica”.
La consultora The Competitive Intelligence Unit indica que en el país hay cerca
de 2 millones de usuarios de video por suscripción y, de estos, Netflix
concentra a 1.4 millones, el 70 por ciento.
Ayer, el periódico El Financiero reveló que Televisión
Azteca ha perdido el 42 por ciento de su valor en el último año, derivado de la migración de anunciantes a servicios streaming y
televisión de paga.
Hasta ahora, la
televisión mexicana sigue siendo pieza clave en el juego electoral de la clase política. Los partidos
postulan a estrellas de la pantalla chica, promueven a actrices como primeras
damas y el gobierno regala reproductores con fines electorales, amén de gastar
una fortuna en publicidad televisiva (tan sólo en 2014, el gobierno de Enrique
Peña Nieto pagó a
Televisa 144.2 millones de pesos y a Televisión Azteca 83.4 millones).
Los medios masivos
responden con agradecimiento. Ocultan las tropelías de la administración
pública, elevan sus logros a milagros modernos y atiborran sus contenidos de
programación sosa e inocua para el statu quo. Pero, ya está dicho, no será por
mucho tiempo. En breve veremos la agónica muerte de Chabelo, Galilea Montijo,
Andrea Legarreta, Laura Bozzo, Patricia Chapoy y los demás representantes de la
llamada “televisión basura”.
La riqueza y vastísima
competencia de contenidos que ofrece internet poco a poco debilita a los
grandes medios. Las nuevas generaciones tienen otras necesidades, patrones e
intereses. Es inevitable: la televisión está herida de muerte. Con la feroz
velocidad de los tiempos que corren, será cuestión de un parpadeo para que
veamos que “El soldado del PRI” cayó en la batalla.
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