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Luchemos por la revolución anticapitalista y, si no se puede, hagamos
reformas profundas.
Pedro Echeverría V.
- Una nueva revolución en México puede ser por
la vía armada (cubana-guevarista), las guerrillas o la guerra popular
prolongada; sin embargo parece que desde 1965 no ha traído buenos
resultados a pesar del heroísmo y sacrificios de varios cientos de
compañeros de izquierda. La otra vía: la de las huelgas combativas y las
grandes movilizaciones en las calles, las escuelas, las fábricas y los
campos han logrado un mayor avance de la conciencia social, pero tampoco
muchos resultados tangibles. Parece que la vía electoral ha sido más
eficaz en conquistar simpatías, pero lo único que ha logrado es la
renovación o modernización del sistema capitalista de explotación y muchas
esperanzas de cambios que no llegan.
- Nadie puede o debe despreciar alguna forma de
lucha; pero sí todos debemos analizar a fondo sus historias, fortalezas y
debilidades. Alguna u otra vía podrían parecer “cerradas” por un tiempo y
otras aparentar ser las únicas por dar resultados positivos; pero luego
surgen cambios que obligan a poner una u otra en práctica mediando serias
reflexiones. Hay mil experiencias en luchas sociales y revoluciones que
ayudan a comprender que ninguna estrategia de lucha debe despreciarse
porque la mayoría de las veces son las clases dominantes, al defender con
las armas sus intereses económicos y políticos imponen la violencia
brutal; ¿cuál debería ser entonces la respuesta de los trabajadores?
¿Poner la otra mejilla para que la desbaraten?
3. Las tres vías para el triunfo de los trabajadores sobre sus enemigos
de clase (los opresores) parecen cerradas por el total dominio de las
burguesías de cada país y su asociación con el imperialismo de EEUU. Si las
burguesías nacionales estuvieran solas –aunque contaran con su ejército, armada
y policía federal- hace mucho que se hubieran derrumbado por las luchas de
nuestros pueblos que generalmente conforman el 90 por ciento de las
poblaciones; pero esas grandes burguesías viven porque forman parte subordinada
del imperio mundial que ellas misma mantienen. Se llama a los gobiernos yanquis
“policía mundial” porque poseen un enorme fuerza militar y nuclear que les
sirve para intervenir donde “peligran sus intereses”.
4. Cuando en México surgieron movimientos armados para derrocar al
gobierno y sus programas capitalistas pro empresariales: Chihuahua en 1965,
Guerrero en los setenta, guerrilla urbana en setenta y ochenta, el EPR en los
noventa, después de confrontaciones y defensas heroicas de indígenas,
campesinos y estudiantes, resultaron asesinados, masacrados y perseguidos por
las fuerzas armadas, obviamente con asesoría de los EEUU. A partir de 1994, a
raíz del levantamiento zapatista del EZLN en Chiapas, el gobierno de la gran
burguesía en México “se armó hasta los dientes” y triplicó el presupuesto
militar y el número de sus soldados y policías. ¿No se sabe acaso que la clase
dominante envía a miles de soldados a las escuelas militares de EEUU?
5. La vía pacífica y electoral ampliamente propagada por el gobierno,
los empresarios, los medios de información, el clero y, obviamente por los
partidos, lleva siglos practicándose en México para confirmar el capitalismo,
la enorme desigualdad social y la idea firme de que esta sociedad de dominación
es eterna. Con quien me reúna, con quien hable, siempre me repiten que todos
son corruptos, me ponen ejemplo de todos los políticos, empresarios y demás,
para terminar diciendo que nada puede cambiar. Mis viejos amigos y hermanos del
internado secundaria de los cincuenta, después de lanzar las peores críticas
contra la corrupción de los gobiernos, me decían que nada cambiará porque el
pensamiento de las masas ha sido corrompido.
6. Si la lucha armada, la guerrilla, no ha funcionado hasta ahora; si la
lucha pacífica, la electoral lleva siglos en el mundo sin cambiar a fondo las
cosas en beneficio de los pueblos que representan en 90 por ciento de la
población, ¿qué carajos hacer para que cambien en serio la política, la
economía y alcanzar una repartición equitativa e igualitaria de la riqueza?
Pues no hay de otra que tenemos que trabajar un chingo (muchísimo) para
erradicar, para extirpar del pinche cerebro de los seres humanos todo la
basura, eso que le llaman “valores”, que han depositado e imponen los medios de
información todos los días. Consumir, consumir y consumir cosas que no
necesitamos pero que el capitalismo nos ha clavado en el cerebro para pensar
que “lo necesitamos”.
7. ¿Por qué el capitalismo domina desde hace más de 500 años? En primer
lugar es porque con sus armas, guerras e invasiones impuso en el mundo su
cultura. Fue el que con su poder nos impuso lo que es “verdad” y lo que es
“mentira”, lo que es “bueno” y es “malo”, nos colocó un sistema educativo a su
medida y, mediante el método de “premios” y “castigos”, nos dijo que había qué
era correcto ver y qué estaba prohibido. Si no se convence que la gente piense,
reflexiones y que sea crítica, va a ser muy difícil que se agrupe para
liberarse ella misma. Muchas veces, para destruir sus verdades y las leyes que
imponen para evitar que la gente proteste y se manifieste, hay que luchar
contra su Estado policiaco, represor y no hacerlo sería una claudicación.
8. Si no podemos hacer por ahora una revolución por nuestra debilidad y
por fortaleza de la clase dominante, por lo menos hay que pensar en algunas
reformas de fondo en las que participen las masas. Para mí es una ofensa ser
reformista porque siempre hay que estar con la revolución social, pero hay
reformas que pueden ayudar a ello: lucha por la integración de comunidades
autogestivas; lucha por la tierra; cogobierno o autogobierno en las Facultades,
escuelas, institutos y universidades y politécnicos; consejos de trabajadores
en las fábricas, departamentos y dependencias, así como sindicatos, comités
ciudadanos de calles, manzanas, barrios y de colonias; todos con sus comités de
vigilancia y defensa.
9. Si no logramos la organización y el cambio de conciencia de nuestro
pueblo, extirpando de raíz el individualismo y la desconfianza hacia las luchas
sociales, ninguna batalla logrará un triunfo permanente. No es pesimismo es
experiencia, observación y reflexión de batallas de varias décadas que se
iniciaron por lo menos de 1956 con las luchas de los maestros del internado de
la Nacional y de los estudiantes del internado del POLI defendiendo sus
derechos escolares. Luego vendrían las batallas de los ferrocarrileros y otros
obreros que concluyeron con una feroz represión y encarcelamiento de miles de
participantes. Estamos a tiempo de repensar aquellas jornadas y encontrar las
salidas necesarias. (9/I/16)
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