Los Políticos
Por: Salvador Muñoz
Agustín Lara plasmó en su piano una de las más bellas identidades del Ser veracruzano: “Veracruz, rinconcito donde hacen su nido las olas del mar / Veracruz, rinconcito de Patria que sabe sufrir y cantar / Veracruz, son tus noches diluvio de estrellas, palmera y mujer…”
La Bamba también desempeñó un excelente papel para proyectar un Ser veracruzano alegre y jocoso, lejano al nostálgico interpretado por el Flaco de Oro: “Para bailar la bamba / Para bailar la bamba / Se necesita una poca de gracia / Una poca de gracia y otra cosita…”
Fuera de Veracruz, nos llaman Jarochos. No importa si eres de Tuxpan, Agua Dulce u Orizaba… el solo hecho de saber que uno viene de Veracruz es suficiente para que nos endilguen este “gentilicio”.
Nuestro Carnaval es tan famoso aun sin lo exuberante de un brasileño o sin la elegancia de un italiano.
El Son Jarocho y la picardía de unas buenas décimas como las del Vale Bejarano reflejan nuestra alegría por la vida; lo distinguido y cachondo en un buen Danzón hacen que sencillamente el veracruzano se convierta en un personaje a destacar en cualquier parte que se encuentre del país y del mundo.
¡Vamos! ¡hasta religiosamente nos sentimos bendecidos por Dios cuando la proclama popular se hizo ley: “Ya lo dijo el Santo Papa, y lo dijo voz en cuello: ¡chingue su madre Xalapa; sólo Veracruz es bello!”… ¡claro! tiene sus variantes.
Hablar de Veracruz, del Ser veracruzano, de todo lo que nos rodea de norte a sur, de cada cosa, esencia, espíritu que se extiende en nuestra entidad, que nos hace sentir orgullosos de Ser veracruzanos, podría llevarme a un ensayo, pero que al final de éste, obligaría a preguntar: ¿cuándo fue que dejamos de ser el Veracruz cálido, alegre y de brazos abiertos, para convertirnos mediáticamente, en el Veracruz de la corrupción, inseguro, de la represión y el hostigamiento?
Podríamos hablar de un momento en el tiempo y espacio para marcar la causa que rompió con el encanto de nuestro Veracruz: el fidelato.
Han de disculpar que no cite al “Duartismo” pero incluirlo, sería darle una categoría que, desde este lado, no existe… es el fidelato el que se ha mantenido hasta nuestros días.
No se puede entender de otro modo la actitud del Gobernador para que asuma toda la responsabilidad de un declive político-económico en la entidad que inició con el fidelato, que conlleva burlas, desprecio y crucifixión mediática.
Para nadie es desconocido que el matrimonio Herrera-Borunda fue parte fundamental para el desarrollo y crecimiento del joven Javier Duarte de Ochoa, al grado de ser considerado como uno más de la familia.
En este escenario, quién puede culpar a Javier de proteger a su familia putativa o política conformada por Fidel Herrera Beltrán y toda esa camada que creó como el Rabino de Praga con su Gólem, los que por cierto, gozan del fuero protector de San Lázaro mientras que Duarte de Ochoa, vive en la proximidad de la indefensión.
Es curioso, pero quienes están cerca del Gobernador, consideran que es la gratitud el motivo de su fracaso político y popular.
Sí, la gratitud, su virtud, se vuelve su peor defecto que lo deja en el escenario político/administrativo, evasivo en la responsabilidad que tuvo al menos con los un millón 400 mil votos que obtuvo como candidato a Gobernador.
Veracruz vive a nivel mundial y nacional, uno de los episodios políticos más tristes que se recuerde en su historia. Mediáticamente es señalado, acusado, condenado, juzgado, lo que hace que el “rinconcito donde hacen su nido las olas del mar” no sea más que nostalgia por ese paraíso, que por la gratitud al fidelato de un hombre, esté perdido.
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