Creel, Vázquez Mota y Cordero. Torneo de trampas. Foto: Octavio Gómez |
Álvaro DelgadoLa elección de la candidata presidencial del PAN fue sucia de principio a fin, tal como lo denunciaron y documentaron panistas de los equipos de campaña de los tres precandidatos: espionaje, amenazas, agresiones, urnas robadas o embarazadas, acarreos “majaderos”, compra de votos… y sobre todo “traiciones”. Aun así, luego de los berrinches y corajes los candidatos blanquiazules perdedores (Cordero y Creel) se disciplinan y cierran filas en torno a la elegida Josefina Vázquez Mota, la candidata de El Yunque y también –según Manuel Clouthier Carrillo– de Felipe Calderón
La tarde del domingo 5, antes aun de que cerraran los centros de votación que instaló el Partido Acción Nacional (PAN) en todo el país y cuando ya era irreversible la victoria de Josefina Vázquez Mota, una palabra anidó en las cabezas de los operadores de Ernesto Cordero: “Traición”.
No había otra explicación a lo ocurrido en varios estados estratégicos con los que contaba Cordero –Guanajuato, Jalisco, Baja California y el Distrito Federal– para vencer a Vázquez Mota en la primera vuelta, como el equipo de ésta temía aún la víspera de la jornada en la que el blanquiazul eligió candidata presidencial.
Las cifras ofrecidas a Cordero por los gobernadores Juan Manuel Oliva, Emilio González Márquez y José Guadalupe Osuna, así como operadores como Miguel Ángel Yunes y Hernán Cortés Berumen, eran completamente opuestas a la realidad.
Desde las 14:00 horas las cifras de las encuestas de salida eran rotundas: Vázquez Mota tenía 53 puntos, Cordero 38 y Santiago Creel 9. Los mismos resultados los tenían uno y otro equipo.
Cordero estaba encolerizado y recriminó con palabras ásperas a varios de los operadores por no haber cumplido. Furioso, se negaba a reconocer la victoria de Vázquez Mota, que pasadas las 19:00 horas recibió la llamada de Felipe Calderón para felicitarla.
La elección interna del PAN exhibió no sólo los juegos de poder, desafíos a Calderón y traiciones, en particular de los gobernadores y operadores identificados como militantes de la organización ultraderechista El Yunque –cuyo nuevo jefe general, Guillermo Velasco Arzac, alias Jenofonte, es cercano amigo de Vázquez Mota–, sino el empleo extendido de mecanismos de defraudación electoral. (Extracto del reportaje que aparece esta semana en la revista Proceso 1841, ya en circulación)
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