Por Lic. Andrés Gómez Ojeda
El obispo Eduardo Patiño Leal, obispo de la diócesis de Córdoba, manifestó ante la prensa que no hay prisa para modificar el articulo 24 constitucional, alude y argumenta que es necesaria esa reforma por la necesidad de que se reconozca el derecho a la libertad de culto, y hace énfasis “de tantas situaciones donde jóvenes van perdiendo el rumbo y buscan el dinero fácil en la delincuencia, porque en el fondo otros están coartados de que no pueden expresar con toda libertad su propia fe, creencia religiosa y su ética”. Sin embargo el prelado pone una cortina de humo para que los católicos no conozcan las verdaderas intenciones del clero. El líder religioso quiere sorprender al no a dar a conocer que el 24 constitucional otorga el derecho a la libertad de culto. El líder religioso no entra al análisis real del sistema político injusto y por lo menos de cuestionar al modelo económico que crea la falta de oportunidades para los jóvenes.
Atrás de las pretensiones de modificar el artículo tercero constitucional se encuentra la intención del clero mexicano de recuperar sus privilegios perdidos después de la reforma de 1857 y de la constitución de 1917, que incluso tiene como objetivos a corto y mediano plazo de tener injerencia en la educación de los mexicanos para apoderarse de las conciencias y manipularlas.
En México debemos de seguir luchando en que el artículo tercero Constitucional sea una realidad, educación gratuita, laica y científica para el pueblo y para que los artículos 24 y 130 de la carta magna sea influida por el espíritu juarista, en donde se mantenga la libertad de credos religiosos y la separación iglesias-estado, pero además para que el estado sea laico.
Aquellos que creen que defender la postura de detener las ambiciones del clero es vivir en el pasado, es necesario decirles que el pueblo de México debe tener memoria histórica de los siglos que el clero tuvo el poder político y económico en el país, y que ha sido aliada de los explotadores del pueblo mexicano. El Clero en México no es progresista como en otros países, su postura es retrograda y totalmente reaccionaria. Gracias a la postura conservadora y mesiánica del clero, nuestro país vivió un atraso cultural por muchos años.
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