Por José Miguel Cobián
Cuando alguien presume de los logros del PANATO, los datos duros salen relucir por todos lados. Ante la sinrazón de la necedad no queda más que mostrar la dura realidad. Recién se ha publicado un análisis del Centro de Análisis Multidisciplinario de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México respecto al poder adquisitivo del salario mínimo. El resultado es mortal para los discursos triunfalistas gubernamentales: EL SALARIO MÍNIMO HA PERDIDO UN 24.42% DE SU PODER ADQUISITIVO EN LOS ULTIMOS DOCE AÑOS.
Mientras que en Brasil en el mismo período ha tenido una recuperación del 97.66%. Así de claro y sencillo. En México los trabajadores han visto perder una cuarta parte de su poder adquisitivo. Hoy los trabajadores con lo que ganan, pueden comprar tres cuartas partes de lo que compraban en el año 2000, al inicio del primer gobierno panista. Imposible ante esta situación justificarse con el pretexto de la crisis internacional, pues las naciones latinoamericanas evaluadas, todas tuvieron mejor desempeño que México y Brasil nos puso el ejemplo. Tampoco será posible al gobierno Calderonista justificar su actuar diciendo que se combate a la pobreza, pues los pobres han aumentado en seis millones de personas en términos absolutos.
Luchar contra la desigualdad social no ha estado en la agenda de los gobiernos de Fox y Calderón. Quizá por su natural vocación conservadora, se olvidan de los que menos tienen. No tengo datos de gobiernos anteriores, pero creo que en la mayoría del PRIATO también pasó lo mismo después de 1970, una vez que salimos del período del desarrollo estabilizador y comenzamos con el populismo de Echeverría y López Portillo. Para comenzar a recuperar el salario en el régimen de hiperinflación de Miguel de la Madrid que usó sus seis años en controlar la crisis de la supuesta abundancia de los dos sexenios anteriores. Durante el sexenio de Salinas el salario mínimo recuperó parte de su poder adquisitivo, y en el de Zedillo se mantuvo.
México está considerado uno de los países en los cuales los que tienen mucho han incrementado su participación en la riqueza nacional, y los que menos tienen han reducido su tajada del pastel económico en los últimos doce años. Eso muestra claramente la intención de las políticas económicas implementadas en los últimos dos sexenios. Ya no se puede echar la culpa a la inercia priísta. Esas son las políticas implementadas en doce años por el PAN. Por ello resulta increíble que tantos mexicanos de clase baja sean fervientes seguidores de esa doctrina política. Lo cual habla de una excelente capacidad de propaganda y difusión de los azules, y de una incapacidad crítica de sus adversarios políticos para señalarlo.
La guerra de cifras y datos puede comenzar de manera inteligente, o dejar la lucha política únicamente a nivel de frases de impacto mediático. Ya veremos. Mientras tanto, datos como este publicado por una institución tan seria de la UNAM son irrefutables.
Si a este dato económico le añadimos el dato de los cincuenta mil muertos oficiales (a la fecha), se abre otro frente de discusión y análisis de política pública. Apenas hace unos días, un médico me preguntó si a esas personas las había matado Felipe. Yo completaría la pregunta con otra más: ¿Si no se hubiera combatido como se combatió al crimen organizado habría más o menos muertos? La respuesta a la primera pregunta es que Felipe no los mató directamente, sin embargo su política de ataque al crimen organizado elevó el nivel de violencia de la guerra de los cárteles, su falta de planeación y de aplicación de los servicios de inteligencia del gobierno y fuerzas armadas, generó errores y fallas en dicha guerra. Así que si bien no es responsable por la muerte de todos esos cincuenta mil mexicanos, si lo es de un porcentaje por actuar de manera incompleta y negligente. Aunque se esté a favor de dicha guerra, no se puede estar a favor de métodos equivocados, de mandos superiores en la PFP surgidos de la amistad y del favoritismo en lugar de la capacidad y experiencia. Tampoco se puede estar a favor de arriesgar al ejército y a la marina a enfrentar un problema sin previamente elaborar un plan estratégico y mucho menos a un combate incompleto en dónde se ataca a pequeños criminales, mientras se protege todo el esquema nacional de lavado de dinero. Si gana Josefina, esperemos que corrija esos errores.
Y eso sin contar la tardía respuesta ante la hambruna tarahumara, motivo de otra colaboración.
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