29 de febrero de 2016

LO QUE SIGNIFICA JAVIER DUARTE

Por Beatriz Pagés
Beatriz PagesSi a esta hora, el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, sigue en el cargo es porque quien, o quienes tienen la facultad de pedirle la renuncia, no está haciendo un cálculo político correcto de lo que significa y va a significar a mediano y largo plazo mantenerlo en el poder.
Duarte se ha convertido en un emblema del cinismo y la corrupción en el servicio público. Y esta afirmación nada tiene que ver con el “folclor veracruzano” al que se refirió el mandatario para minimizar las versiones cada vez más frecuentes sobre su salida.
Este personaje debe irse y ser juzgado porque representa a ese tipo de político que ya no quiere ni merece tener México.
Duarte significa el fracaso, la derrota de todo ese intento por construir la nueva cultura de administración pública basada en la lucha contra la impunidad, a favor de la transparencia y rendición de cuentas.
Es incomprensible que a pesar de tantos y frecuentes señalamientos por parte de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) sobre el mal uso y desvío de recursos por parte del gobierno de Duarte, el “señor” siga viviendo en el paraíso de la impunidad.
Juan Manuel Portal, titular de la ASF, fue excepcionalmente claro al decir que está impresionado por el monto de denuncias que se han presentado en contra del estado de Veracruz y que el gobernador no haya podido, hasta hoy, demostrar en qué gastó todo ese dinero que no se ve ni aparece reflejado en ninguna parte.
La ASF hizo 17 observaciones a la aplicación de programas y fondos federales en el estado de Veracruz, y uno de los casos más escandalosos tiene que ver con los mil 100 millones de pesos que fueron destinados por la federación para el financiamiento de los Juegos Panamericanos en 2014 y cuyo destino se desconoce.
El gobernador del mal chiste y la ocurrencia tropical se “comió” también los recursos para atender la infraestructura y a las comunidades, niños, mujeres y ancianos víctimas de desastres naturales. Es decir, el gordito no tiene llenadero y la gula lo lleva a quitarle de la boca el alimento, incluso a los más pobres del estado que dice gobernar.
A Duarte tampoco se le ha dado la gana aclarar por qué no entrega a la Universidad Veracruzana los más de 2 mil millones de pesos por concepto de subsidios que por ley debe recibir esa casa de estudios. La rectora Sara Ladrón de Guevara, desesperada por la falta de recursos, acaba de presentar hace apenas unas semanas dos demandas en contra del gobierno local, recibiendo por respuesta: “la Universidad le debe más dinero al gobierno que nosotros a ella”.
Se trata, en síntesis, de un gobernador “modelo” que sintetiza la podredumbre de un sistema que debe llegar a su fin.
A nadie beneficia la permanencia de Duarte en el poder. Por supuesto no al pueblo veracruzano, pero tampoco al gobierno federal y menos, claro está, al PRI.



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