En este contexto, resulta indignante la actitud complaciente que ha demostrado el papa Francisco con la corrompida y traicionera clase política mexicana
“Esto es un pinche mugrero, todos sabemos cómo se manejan las cosas
aquí. Son las palabras de Martín, familiar de un preso en la cárcel de Topo
Chico en Nuevo León donde perdieron la vida 49 internos el jueves pasado. A
todos [los internos] les piden cuota, les cobran a los familiares mil 200 pesos
a la semana para no golpearlos, explica el familiar a La Jornada. El periódicotambién
reporta que desde 2011 la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) ha advertido sobre
el control que los mismos internos tienen sobre la seguridad y la vida interna
de la cárcel, lo cual ha generado una situación de ingobernabilidad,
extorsiones constantes e incluso una red de prostitución dentro del Centro
de Reinserción Social.
La masacre de Topo Chico no se debe entonces a una riña entre
bandas, como ha señalado el gobernador ex priísta Jaime Rodríguez, sino a la
negligencia y la complicidad activa de parte de las autoridades del estado de
Nuevo León. Se confirma una vez más que el crimen más organizado es
el que se organiza y se solapa desde las mismas instituciones gubernamentales.
Si México fuera una democracia, el gobernador responsable tendría que presentar
inmediatamente su renuncia después de una tragedia de esta magnitud.
Ahora bien: si las instituciones públicas no son capaces de mantener la
orden y la paz en una cárcel, donde supuestamente contarían con un control
absoluto sobre la población, ¿qué destino nos depara a los ciudadanos en el
resto del país? La respuesta la encontramos en Guerrero, donde ha habido 190
asesinatos y múltiples secuestros masivos durante los primeros 44 días de 2016.
También la encontramos en Veracruz, donde la semana pasada Anabel Flores
Salazar se convirtió en el decimoquinto periodista asesinado durante el
gobierno despótico de Javier Duarte.
En su valiente Carta abierta a gobiernos con motivo del
asesinato de Flores Salazar, los periodistas de Veracruz preguntan: ¿Cómo
pueden los grupos de la delincuencia organizada cogobernar [a Veracruz y a
Puebla], y tirar cuerpos de un lado y del otro? (véase: http://ow.ly/Yj0nA). Una vez más se confirma
que el verdadero crimen organizado se encuentra dentro, no fuera, del gobierno
y las instituciones públicas.
Nuestros problemas se inician en Los Pinos. La semana pasada el Equipo Argentino de Antropología
Forense (EAAF) confirmó la conclusión a la cual ya habían
llegado tanto los científicos de la UNAM como el Grupo Interdisciplinario de
Expertos Independientes (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos con respecto a la supuesta calcinación de los cuerpos de los 43 normalistas de Ayotzinapa en el
basurero de Cocula. Resulta científicamente imposible que los estudiantes hayan
sido incinerados en ese lugar. En otras palabras, desde el primer día tanto
Enrique Peña Nieto como Jesús Murillo Karam han mentido descaradamente a la
población mexicana sobre el caso.
El probable encubrimiento y posible complicidad de estos dos servidores
públicos con los delincuentes amerita una investigación independiente. Los
resultados de los tres estudios arriba mencionados constituyen más que
suficiente motivo para que la PGR inicie una investigación penal contra su
extitular y el Congreso de la Unión inicie procedimientos contra el Presidente
de la República, de acuerdo con los artículos 110 y 111 de la Constitución.
Recordemos que el artículo 108 de nuestra Constitución permite acusar al
Presidente por delitos graves del orden común. Si las instituciones
públicas no están dispuestas a hacer su trabajo, que la Nación se lo demande.
En este contexto, resulta indignante la actitud complaciente que ha
demostrado el papa Francisco con la corrompida y traicionera clase política mexicana.
Si bien el sumo pontífice deslizó algunas críticas suaves y demasiado
abstractas durante su intervención en Palacio Nacional, elPapa progresista terminó
avalando y fortaleciendo al narcoestado mexicano con sus
afectuosos saludos y agradecimientos demasiado concretos a Peña Nieto, Angélica
Rivera, Miguel Ángel Mancera, Emilio Gamboa, Manuel Velasco y Javier Duarte.
Urge romper el guión. Si el Papa no está dispuesto a salir del protocolo
del poder represor, tendremos que hacerlo nosotros. Hasta en un sistema
político tan podrido como el de Estados Unidos empiezan a asomarse algunas
fisuras importantes, con el sorprendente éxito de la candidatura de Bernie
Sanders.
México no puede quedar atrás. El primer paso para dejar de ser víctimas
es dejar de amar a nuestros victimarios. Hay que dar la espalda a las
instituciones realmente existentes, consolidar nuestra desconfianza en lamafiocracia y
reconstruir las redes de solidaridad social y trabajo político en favor de la
patria. Solamente el pueblo podrá salvar al pueblo.
Twitter: @JohnMAckerman
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