14 de febrero de 2016

EL QUEHACER ESPIRITUAL RECONFORTARÁ ALMAS, PERO NO LA POBREZA, LA VIOLENCIA Y LA CONSTANTE VIOLACIÓN A LOS DERECHOS HUMANOS.


Para la diputada Federal del Movimiento de Regeneración Nacional (MoReNa), Araceli Damián, la separación entre Estado e Iglesia comenzó a desdibujarse desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, y en ese sentido sostiene que la presencia del Papa es mediática, “se da para distraer, pues no hay nada relevante en el espectro económico ni en la política. Se trata de tapar la decadencia y utilizar la religiosidad del pueblo frente a la pobreza y los crímenes”. 

También de MoReNa, Emiliano Álvarez descalificó el entramado mediático. “Vemos con preocupación la aceitada logística gubernamental y la connivencia de los medios de comunicación con la administración de Peña Nieto para hacer creer a la sociedad católica que las causas del gobierno son las mismas que las de Jorge Mario Bergoglio”. Armando Luna, del PRI, puntualizó que “hacer que las cosas vayan bien en México sólo depende de los mexicanos. Se reconoce (sólo) en el ámbito espiritual la presencia del papa Francisco”. El vocero de la fracción parlamentaria del PAN, Jorge López, endureció el tono, al sostener que “la presencia de su santidad Francisco, de ninguna manera representa el perdón para los pecados del gobierno de Enrique Peña Nieto y su gabinete”. 

En tanto, la Secretaría de Relaciones Exteriores calificó de histórica la presencia del pontífice en Palacio Nacional y dijo que es muestra de la madurez que ha adquirido la relación entre México y el Vaticano. A su vez, Luis Videgaray, secretario de Hacienda, dijo que el discurso del papa Francisco fue un mensaje “muy esperanzador, de concordia, de paz, de profunda alegría para el pueblo mexicano”. Esta será, dijo, una semana inolvidable que “nos invita a la reflexión de los problemas, las oportunidades y sobre todo del amor y la concordia entre los mexicanos. Una inyección de ánimo extraordinariamente positivo”. La gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich, quien besó la mano del pontífice, dijo respetar la condición laica del Estado, pero también defendió ese gesto debido a su apego católico. 

En ese sentido, el significado de la visita del papa Francisco en el país para el gobierno federal fue objetado por diputados de PRI, PAN y Morena. Algunos consideran que pretender abrazar las causas de Francisco como si fueran de México, “sólo son buenas intenciones. La presencia del pontífice es mediática, pues trata de tapar la decadencia; no vino al país a perdonar los pecados de Peña Nieto y su gabinete”. 

Pese a que durante la visita del Papa a Palacio Nacional también acudió la clase política –entre ellos, el presidente del PRI, Manlio Fabio Beltrones; Ricardo Anaya del PAN, y Agustín Basave, del PRD–, los legisladores expusieron que la realidad del país sólo corresponde enfrentarla y resolverla a los mexicanos y el quehacer espiritual reconfortará almas, pero no la pobreza, la violencia y la constante violación a los derechos humanos. Así de simple…

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